Los templos católicos sin protección divina contra hechos de inseguridad
El lunes último autores desconocidos se llevaron una computadora de la Parroquia San Pío X. Fue el último hecho contra templos católicos en la ciudad de una serie que parece no detenerse.
Por Fernando del Rio
Algún tiempo atrás, uno de los curas más longevos de Mar del Plata, el padre Mangas, observó que algo no estaba bien dentro de su parroquia San Pio X. Una figura de la Virgen había desparecido desde el interior mismo del templo. Ni el respeto –o temor- por la divinidad persuadió al ladrón de hacerla suya. La sabiduría forjada en años de contacto directo con los feligreses lo pudo haber hecho pensar, al padre Mangas, que alguien se había llevado la reliquia en sintonía con su amor por Dios o para consolidar la fe. Pero no fue así. La imagen virginal apareció a la venta en una santería próxima a la Gruta de Lourdes. Fue el propio cura el que la recuperó con la fuerza de la verdad: “Esta virgen es de mi Parroquia”.
El caso se conoció recién esta semana, después de que una mujer relacionada a Cáritas contara por una radio que la parroquia de Vernet casi Fortunato de La Plaza había sido blanco una vez más del accionar de ladrones. En esta ocasión, el día lunes, un autor desconocido logró llegar hasta el área de la secretaría y, es probable que de una patada, rompió una puerta. El estruendo hizo que el mismo padre Mangas se sobresaltara. No lo relacionó en un primer instante con otra cosa que una explosión lejana, pero al cabo de unos pocos minutos comprobó que no solo se trataba de las instalaciones de la parroquia sino de otro robo. El descarriado -mal guíado- intruso se acababa de llevar una computadora portátil de la secretaría y huido con absoluto éxito.
El miércoles por la tarde personal de comisaría tercera se acercó hasta la parroquia al conocer por medios periodísticos lo acontecido y logró entrevistar al padre Mangas. Se encontraron con un hombre enjuto, enojado, renuente a denunciar los robos porque “es todo el tiempo lo mismo” y resignado a la certeza de que no cesarán. En ese enojo tal vez se ocultaba la dificultad del perdón, concedido ipso facto desde un par de niveles por encima suyo. Salido del momento de perturbación emocional, no tanto del disgusto por el faltante, la misericordia debe haber emanado de sus pensamientos y sosegado su espíritu.
Los robos a iglesias y templos se reiteran sin que la zona de la ciudad, más vulnerable o menos, se eleve como un trastorno para los ladrones. La falta de seguridad natural en esas dependencias parece transformar la tentación del malhechor en un impulso incontenible. Aun cuando el adorador de lo ajeno no posea un sesgo profesional o, siquiera, un contacto con el mundo del hampa.
En las pasadas celebraciones del Corpus Christi, coincidentes con los 60 años del Diócesis de Mar del Plata, creyentes y representantes sacerdotales se reunieron en la Catedral de los Santos Pedro y Cecilia. La atención estuvo en la calle San Martín, en el Paseo de la Catedral y por supuesto dentro del Templo mayor. Y no en la secretaría de la Diócesis, por supuesto.
Mientras todo sucedía con normalidad -refieren fuentes oficiales- una mujer se filtró hacia las instalaciones no públicas y, tal como habría quedo registrado en una grabación de video de cámara de seguridad, se tomó un vaso de chocolate caliente. Era 14 de junio, día frío. Por eso el chocolate. Pero no fue lo único que tomó. También tomó una computadora portátil y huyó.
En la parroquia San Juan Bautista fue algo un poco más doloroso y no es que no duela una computadora. Duele por su valor económico pero es fácil de reponer. En la parroquia ubicada en San Juan entre Alvarado y Castelli los ladrones sustrajeron el dinero de la colecta que, en coincidencia con los actos patronales, se efectúa siempre en el mes de junio.
Los ojos de escrutadores de Dios lo vieron, a diferencia de lo que ocurrió más de una vez en la gruta de Lourdes donde a esa mirada se le sumó una más tecnológica: la de las cámaras de seguridad. Tres robos diferentes quedaron grabados dentro de la Gruta, dos en la Capilla y uno en la Santería. Lámparas, donaciones y hasta una caja/alcancía donde se colectaba dinero para obras de bien cambiaron de manos en un par de segundos. La imagen del hombre haciéndose de la alcancía a espaldas de una figura del Sagrado Corazón de Jesús es impactante.
Los tiempos que corren, corren más veloces hoy en día. Los especialistas podrán decir si hay menos apego de la juventud a cuestiones de la fe católica y de allí el irrespeto. Mientras tanto, habrá que seguir rezando.
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