El vocero del Ministerio de Educación, Aziz Ahmad Rayan, explicó que no estaba "autorizado a comentar esto".
Las adolescentes afganas volvieron a los colegios siete meses después de que los talibanes tomaran el poder, pero pocas horas después de reanudadas las clases los dirigentes islamistas volvieron a mandarlas a casa en un repentino giro de política que provocó confusión y generó el rechazo de dos agencias de la ONU.
“Sí, es verdad”, se limitó a decir el vocero talibán Inamullah Samangani, consultado sobre la marcha atrás respecto a las escuelas secundarias.
El vocero del Ministerio de Educación, Aziz Ahmad Rayan, explicó que no estaba “autorizado a comentar esto”.
“Veo a mis estudiantes llorar y reacias a dejar la clase”, dijo Palwasha, una profesora en el colegio de mujeres Omra Khan de Kabul. Y agregó: “Es muy doloroso ver a tus estudiantes llorar”.
La alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, expresó su “profunda frustración” y compartió la “decepción de las estudiantes afganas, que tras seis meses de espera, no pudieron volver a la escuela”.
“La incapacidad de las autoridades de facto para cumplir su compromiso (…) pese a las promesas repetidas en favor de la educación de las chicas, sobre todo durante mi visita a Kabul hace dos semanas, es profundamente perjudicial para Afganistán”, agregó Bachelet en un comunicado.
A finales de agosto, la responsable de la ONU advirtió a los talibanes de que el trato que reservaran a las mujeres constituiría “una línea roja”.
Más tarde, el rechazo fue de la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, quien denunció que “hoy, la promesa de un retorno a la escuela para millones de mujeres alumnas de secundaria fue rota en Afganistán”, lo que representa “un retroceso enorme”.
“El acceso a la educación es un derecho fundamental. La Unesco reitera su llamado: las mujeres deben ser autorizadas a regresar a la escuela sin plazos suplementarios”, insistió Azoulay en un mensaje en la red Twitter.
Cuando los talibanes tomaron el poder en agosto, las escuelas estaban cerradas por la pandemia de coronavirus, pero dos meses después, al reabrir, solo los chicos y las chicas de educación primaria pudieron retomar las clases.
La comunidad internacional hizo del acceso de las mujeres a la escolarización un punto fundamental en las negociaciones sobre la ayuda y el reconocimiento del Gobierno islamista, que en su anterior mandato (1996-2001) había prohibido la educación a las mujeres.
Hoy, la orden de reanudar las clases parece que no se siguió por igual en todo el país. Por ejemplo, en la cuna del movimiento talibán, la sureña Kandahar, estaba previsto que el curso empiece el mes próximo.
Los talibanes aseguraban que necesitaban tiempo para garantizar que las chicas de entre 12 y 19 años estuvieran bien separadas de los chicos y que los centros funcionaran según los principios islámicos.
“No abrimos las escuelas para complacer a la comunidad internacional ni para ganarnos el reconocimiento del mundo”, aseguró Rayan, el vocero del Ministerio de Educación.
“Lo hacemos en el marco de nuestra responsabilidad de aportar educación y estructuras educativas a nuestras alumnas”, agregó.
Muchas alumnas estaban deseosas de volver, aunque fuera con rigurosos códigos de vestimenta que les obligaban a cubrirse casi todo el cuerpo.
“Ya estamos con retraso en nuestros estudios”, se quejaba Raihana Azizi, de 17 años.
Pero también había familias que desconfiaban de los talibanes y recelaban de dejar salir a sus hijas, o que no veían sentido a la educación de las mujeres ante un desolador futuro laboral.
En siete meses de Gobierno, los talibanes impusieron numerosas restricciones a las mujeres, que fueron excluidas de empleos públicos, controladas en su forma de vestir o impedidas de viajar solas fuera de su ciudad.
El Gobierno también detuvo a varias activistas que se habían manifestado por los derechos de las mujeres.
El país enfrenta una escasez de profesores, dado que muchos se fueron en el éxodo de decenas de miles de afganos tras la toma del poder de los talibanes luego de la salida de Estados Unidos tras 20 años de invasión.
Precisamente Estados Unidos se sumó a las condenas, al calificar de “traición” al compromiso asumido la decisión de hoy d los talibanes.
“Nos unimos a millones de familias afganas hoy para expresar una profunda decepción y condena por la decisión de los talibanes de no permitir que las mujeres y las niñas regresen a la escuela después del sexto grado”, dijo el vocero del Departamento de Estado, Ned Price.
Para el funcionario, se trata de “una traición a los compromisos públicos que los líderes talibanes hicieron con el pueblo afgano y con la comunidad internacional”.