Los retos de vacunar en los barrios más pobres de Argentina
La falta de conectividad y de recursos de los vecinos y censos anticuados e inexactos dificultan establecer la población objetivo.
Personas esperan para recibir una vacuna contra el Covid-19 en un barrio de la Ciudad de Buenos Aires. Foto: EFE | Juan Ignacio Roncoroni.
por Aitor Pereira
La campaña de vacunación avanza en Argentina a un ritmo creciente gracias a la llegada de varios millones de dosis en las últimas semanas, aunque esta no es una campaña uniforme y algunos territorios presentan grandes dificultades, como ocurre en las conocidas como villas-miseria.
En estos barrios, las autoridades se encuentran con varios problemas, como la falta de conectividad y de recursos de los vecinos y censos anticuados e inexactos que dificultan establecer la población objetivo. Ante este panorama, los responsables de la campaña tienen clara la solución: “Hay que patear el barrio”.
“La realidad es que hay que patear el barrio, es la única manera de aumentar la adherencia a la vacunación y que la gente se vacune. Hay un porcentaje grande que sabe que se está vacunando, se anota, le llega el turno, pero hay también mucha gente que hay que acercarse y ofrecérselo directamente”, afirmó a EFE Diego Vacchino, responsable del vacunatorio del barrio 21-24, en Buenos Aires.
Trabajo en la calle
Al igual que ocurre en el resto de la capital, las personas que deseen vacunarse deben anotarse primero a través del portal digital del Ministerio de Salud, tarea que se complica en un barrio donde la conexión a internet no está garantizada, por lo que los propios centros de salud se habilitaron para realizar la inscripción y se distribuyeron con el mismo fin varios puestos por todo el terreno.
“Hay puestos de Desarrollo Social distribuidos en el barrio donde pueden acercarse ahí y ellos les hacen el empadronamiento para que puedan tener el turno. Las organizaciones sociales, profesionales de la salud, se acercan a las casas a comunicar este turno que tendrían”, agregó.
En este vacunatorio se distribuyen unas 80 dosis por día, cifra que se establece en base a la población objetivo. Según el último censo, de 2010, en el barrio viven unas 50.000 personas, aunque otros estudios llevados a cabo por organizaciones sociales afirman que esta cifra puede llegar a las 70.000 personas.
La mayoría de la población es de mediana edad, por lo que las primeras etapas del plan de vacunación, destinadas a adultos mayores, transcurrieron con gran velocidad, y según las cifras oficiales todos los mayores de 70 años, “excepto alguno puntual que no haya querido”, ya están vacunados.
También existe un protocolo para atender a domicilio a personas con movilidad reducida.
“En caso de aquellas personas que están postradas, que no pueden movilizarse, armamos un dispositivo desde acá con protocolos aprobados para acercarnos al domicilio y poder hacer la vacunación. (…) Se realiza la vacunación y hacemos en el domicilio la observación de lo 15 o 20 minutos posteriores a vacunarse para constatar que no haya efectos adversos”, aseguró.
Luchar contra la desinformación
Las autoridades también deben combatir la desinformación y los rumores que circulan sobre posibles efectos adversos y conspiraciones, y destacan que en este momento las vacunas ya están aceptadas por la mayoría de los vecinos.
“Se acercan acá, muchas veces sacan el turno, lo tienen y acá nos preguntan mucho y les mostramos como se está vacunando a otra gente, les mostramos la vacuna, vamos tratando de aclarar todas las dudas y la realidad es que la gran mayoría las aceptan”, subrayó.
Guilusia Morocho tiene 48 años, y debido a su comorbilidad pudo acceder a una vacuna, lo que la hace sentirse “contenta” y “un poco más tranquila” instantes después de recibir la primera dosis, aunque reconoce que cuando se inició la campaña tenía miedo.
“En algún momento le tuve miedo a la vacuna, escuchas en televisión a los doctores que siempre es mejor estar vacunado y me terminé convenciendo de que hay que vacunarse”, aseguró.
En su caso la pandemia se llevó a varios de sus seres queridos, residentes en su Perú natal, a los que no pudo despedir. Por eso ahora, tras recibir la vacuna, pide como deseo volver a juntarse con su familia antes de que acabe el año.
“Yo he tenido mucha gente que ha fallecido a mi alrededor, familiares, amigos… y esto fue muy fuerte para todos, yo soy de Perú, vivo en Argentina y ustedes se imaginaran lo que fue vivir esta enfermedad así, de lejos, 6 años (hace) que no veo a mi familia”, dijo.
Para Celso Barreto, vecino del barrio de 54 años, la confianza en la vacuna llegó después de que su mujer y su hija recibieran una dosis cada una sin efectos adversos, por lo que decidió anotarse y finalmente recibir la primera dosis.
“Había muchos rumores desde el principio, se vacunó mi señora hace un mes, también mi hija, y ahí empezamos a relajar un poco más”, concluyó.
EFE.
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