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Cultura 11 de febrero de 2019

Los palíndromos, “píldoras de felicidad” que regresan al juego a los adultos

Tomás Lipgot posa en entrevista con EFE.

por María Paulina Rodríguez

Nunca un lápiz y un papel hicieron tan feliz a un adulto como a los miembros del club de palindromistas. Así lo muestra “¡Viva el palíndromo!“, un documental hispanoargentino que con humor y literatura ahonda en este pasatiempo o “píldora de felicidad” que llega a resultar adictiva.

¡Arriba la birra!“, “Yo dono rosas, oro no doy“, “¡Sa! Maradona no dará más” o “Desearte me trae sed“, son algunos de los palíndromos que divierten al espectador de esta película, donde a través de entrevistas a aficionados se trata de resolver el mundo “oculto” que encierran las frases, que se leen igual desde el principio y desde el final.

La intención del largometraje no es otra que “despertar el bichito del palindromismo” y convocar a nuevos seguidores de este curioso pasatiempo, asegura a EFE el director argentino del documental, Tomás Lipgot, quien reconoce entre risas que esta afición es una “enfermedad” que él también padeció.

La coproducción, realizada por la productora argentina Duermevela y la catalana Aved, se rodó en un 80 % en España, donde residen la mayoría de los miembros del club, pero también en Argentina, Francia y Alemania.

El objetivo de la producción se alcanzó un mes después del estreno del documental, el pasado noviembre, cuando el número de participantes del club -que funciona principalmente a través de internet, con gente de varios países- pasó de 50 a más de 60.

“Yo ni sabía qué era un palíndromo”, admite el cineasta, tras asegurar que hace 8 años comenzó a “vomitar” estas rigurosas composiciones cuando su esposa le regaló el libro “Karcino”, del escritor argentino Juan Filloy.

Como el cineasta sentía “casi vergüenza” por desvelar de manera pública este nuevo pasatiempo tan poco común, averiguó a través de internet la existencia de un club de “frikis” en la materia que tenía hasta una revista propia, Semagames. Cómo no, con un nombre palindrómico.

“La película fue la excusa para conocerlos en persona”, bromea Lipgot y asegura que “tenía un poco de temor de que fueran unos frikis indomables” pero que, por el contrario, se encontró con personas “increíbles” con una “calidez humana fuera de lo común”.

El documentalista sospecha que la afición que tienen en el club, cuyo único encuentro presencial es un congreso anual en España, debe tener un “efecto” en sus formas ser, porque que un adulto juegue es un “hecho revolucionario”.

“Cuando el adulto pierde el juego el costo es caro, ¡carísimo! porque (…) es lo que hace que el adulto sea tan limitado”, suscribe el cineasta, quien admira cómo el escritor argentino Julio Cortázar introdujo el palíndromo a sus lectores al mismo tiempo que jugaba con ellos, como es en el caso del cuento de “Satarsa”.

“Es lo que tiene el palíndromo: vos tenés que ser creativo a la vez que hacés una operación muy compleja”, además de tener que respetar la limitación de “que las letras se lean igual de izquierda a derecha, que de derecha a izquierda”, afirma.

Entre las curiosidades que recoge el documental sobre este “mundo oculto” que esconden las palabras, Lipgot se somete en Barcelona a una resonancia magnética “no muy agradable”, para analizar qué partes del cerebro estimula esta actividad.

Las conclusiones del estudio plasmadas en el documental, que por si fuera poco se estreno en Buenos Aires el “8-11-18” y tiene una duración de 99 minutos, fueron que aumenta la capacidad textual y la concentración, además de activar la zona del cerebro encargada de la resolución de problemas de alta complejidad.

Esta actividad ludolingüística, que “no es una tarea de iluminados”, puede ser un mero ejercicio de “gimnasia mental”, pero en el club pretenden ir más allá y generar un movimiento literario que convierta al palíndromo en un “hecho estético”.

Lipgot, que casualmente nació en Neuquén, recomienda esta actividad a “cualquiera que se atreva a perder el tiempo en el sentido más cabal del termino”.

El club, que aúna a personas de diversas disciplinas, comunidades, países, e ideologías, une a sus miembros por “una pasión casi irracional” que, según Lipgot, tiene mucho que transmitir a una “humanidad que esta muy cabizbaja”.

“(El documental) habla mucho de la cultura española y me parece que es una parte de ustedes ¡que no conocen! (…) y que sin este documental sería difícil conocer”, deduce el cineasta, sorprendido por la tradición ludolingüística de España y entusiasmado porque las pantallas españolas hagan un hueco para descubrir el adictivo mundo del palíndromo.

EFE.