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Deportes 8 de noviembre de 2024

Los nuevos desafíos para Luis “Junior” Cequeira

Lejos de la cancha pero cerca del deporte que ama, el exbase afronta el retiro en forma natural y con numerosos proyectos en marcha.

Por Marcelo Solari

El camino de un deportista profesional puede ser más o menos extenso y/o más o menos exitoso. Pero siempre estará rodeado de emociones intensas. Acaso por la permanencia del gen competitivo o por esa misma intensidad, suele ser tan difícil tomar la decisión del retiro. Mucho más, cuando se suceden -por aclamación- los pedidos -casi ruegos- de continuidad. Bastante de todo esto le sucedió a Luis Cequeira. Cualquiera en su situación, seguramente lo hubiera dudado. Pero el popular “Junior” -dicen- es un hombre de convicciones definidas. Y se mantuvo firme en esa postura de no seguir jugando al básquetbol.

Ciertamente, parece no haberle costado el tan temido “día después”, más allá de reconocer que, a veces, en ciertas situaciones, le hubiera gustado estar adentro de la cancha. De todas maneras, su vida continúa ligada al básquetbol. Con un proyecto orientado a la formación de jugadores y también de personas. Se denomina Academia JR10 y se desarrolla en el Club Atlético Once Unidos. Sobre este emprendimiento, su vida después del retiro, comparaciones, ideas y mucho más, dialogó con LA CAPITAL.

-¿Cómo surgió este proyecto?
-Ya venía desde hacía tiempo en la cabeza. Siempre me gustó el tema de las formativas, de acompañar a los chicos. Desde mi lugar, como capitán del equipo, liderar el vestuario es estar en forma permanente sobre los juveniles. Como me tocó a mí cuando recién llegué. Los más grandes del equipo me preguntaban si estudiaba, si estaba bien, cómo vivía. Lo mismo me nacía hacer a mí. La clave es tratar de estar. De la manera que sea. A veces hablando, a veces con actitudes, corrigiendo. Y en el último tramo, haciendo o colaborando en distintos campus, le empezamos a dar forma a la Academia y se dio todo. Con la ayuda de mi cuñado (Federico Bello) que estaba ahí, impulsando, la familia también. Sabía que lo podía hacer a la par, así que lo tenía decidido incluso antes de saber que no iba a seguir jugando.

-¿Y cómo llegás a Once Unidos?
-La dirigencia se enteró de cuál era mi idea, tuve una reunión y me abrieron las puertas de un club que es hermoso y tiene todas las comodidades. No había lugar para dudar demasiado, así que me lancé a hacerlo, en los horarios disponibles que tiene el club. Por suerte, desde julio que arrancamos, se han sumado cantidad de chicos de diferentes edades y de diferentes clubes de la ciudad, que era uno de los objetivos del proyecto. Y también se han acercado algunos profesionales que venían a Mar del Plata y querían entrenar en la postemporada. Hay que capacitarse día a día, estudiar, y enfocar todo desde otro lado.

-¿A quiénes tomaste como referencias?
-Yo miro todo. Pregunto, soy muy curioso. Hablé mucho con Mariano Sánchez, le consulté bastante al Huevo Sánchez, a Andrés Horst, de Paraná, un amigo que también trabaja en los Campus del Huevo. Trato de mirar a distintos formadores y lo que hacen, como Matías Gallo, de Uruguay, que con @flowgamebasketball está muy metido en las redes sociales. Ellos desarrollan mucho los que se denominan skills (habilidades), en cambio lo mío es más integral, más Academia. Trato de ponerle mi impronta, es lo que busco, aunque aprendiendo de todos. Al margen de la experiencia que pude haber tenido como jugador, otra cosa es a la hora del día a día, planificar, enseñar, tener un seguimiento de los chicos y que ellos se puedan sentir cómodos a la hora de hablar de lo que sea.

-¿Se apunta como meta principal a trabajar la técnica individual?
-Sí, se prioriza la técnica individual, pero bien abarcativa, sin perder de vista que el básquetbol es un juego colectivo. Trabajamos con grupos de no más de 7 u 8 jugadores por turno, bien personalizado, y agrupados por edades. La intención de la Academia es que puedan soltarse y hablar de lo que sea, de jugador a jugador. Cosas que sienten y son importantes para acompañar: frustración, nervios, miedos. Tienen que saber que son cosas totalmente normales y tienen que aprender a convivir, a amigarse con eso porque los va a acompañar durante toda la vida. Intentamos trasladar no sólo las vivencias que uno tuvo dentro de la cancha, sino también fuera de ella. Ojalá todos los chicos pudieran cumplir sus sueños de ser profesionales o jugar al básquet, pero el objetivo es también formarlos y acompañarlos como personas. Creo que eso es lo que los padres ven y por eso confían a la hora de traer a sus hijos.

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-Muchas cosas han cambiado radicalmente desde que vos llegaste a Mar del Plata siendo un adolescente. Ahora hay menos tolerancia a la frustración, los chicos quieren todo ya, sin entender que debe haber un proceso. ¿Cómo te llevás con eso?
-Es totalmente otro tiempo. Es cuestión de adaptarse. No es ni mejor ni peor que antes, simplemente es distinto. Yo me vine de Chaco a los 15 años y el teléfono celular no existía. Era llamar a la familia desde un teléfono fijo, cuando se podía, o desde un locutorio. Hoy, la tecnología está súper metida en la vida, así que también ofrecemos charlas sobre el bueno uso de la tecnología, por ejemplo. Los chicos miran muchos movimientos de jugadores de la NBA o Europa, y también está bueno que no miren tanto allá, sino que conozcan a nuestros jugadores y a nuestra Liga.

-¿De qué edades son los jugadores que estás entrenando?
-El más chico tiene 10 años y el más grande, 18. Estamos de lunes a viernes de 10 a 12, en dos turnos de una hora cada uno, y los martes y jueves, de 14.30 a 15.30 y de 15.30 a 16.30. Nos pueden encontrar en Instagram (@jr10academia) y también mucha gente viene directamente a interiorizarse al club.

-¿Vas a estar con Leonardo Gutiérrez en un campus?
-Sí. Con Leo ya hicimos uno en Mendoza. Es suyo, pero me invitó a ir y había que largarse a hacer uno en Mar del Plata. Me propuso acompañarlo y no podía decirle que no. Tenemos una relación de amistad de hace mucho tiempo y coincidimos en la dinámica de trabajo. Lo vamos a hacer en Once Unidos, del 19 al 21 de diciembre. También voy a dictar una clínica en Miramar, el 16 de noviembre. Y tenemos otras clínicas y campus en consideración. Hoy, el tiempo me da para canalizar la curiosidad sobre ciertas cosas.

-¿El haberte involucrado enseguida con otras cuestiones logró que el retiro no te afecte demasiado?
-Sinceramente, cuando volví a Mar del Plata, yo ya sabía que iba a ser el último lugar en donde iba a jugar. Para muchos fue sorpresivo por el buen nivel en que terminé jugando. Estaba para seguir. Muchos todavía no lo entienden y me dicen que vuelva a jugar. A veces uno sueña con lo ideal para ponerle un final a la carrera. No se dio como yo esperaba, pero estoy tranquilo conmigo mismo. Y cuando tuve que tomar la decisión de volver a la Liga, irme a Brasil o a México, prioricé la familia y automáticamente puse este proyecto en marcha y se abrieron muchas puertas más. Elegí Once Unidos porque me gusta la infraestructura y porque fue el primero que me propuso ser parte. No tuve tiempo de pensar mucho, tampoco. Toda mi vida fui así, de cerrar y abrir etapas. Soy padre de dos quilmeños, sigo yendo a ver los entrenamientos, hago vida de padre, vida de club, fui a ver partidos de Liga Argentina. En el clásico sí me picó un poquito por todo lo que representa, pero lo disfruté desde afuera. Tener la cabeza ocupada me ayudó. Y no creo que tenga nada que reprocharme en la carrera de 23 a 24 años que hice como profesional. Estoy pensando siempre para adelante, sin mirar hacia atrás. Y encarando todo lo que venga con la máxima energía.

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-Hubo un cambio de rumbo con la salida sorpresiva de Luis Fernández antes de iniciar la temporada. ¿Te llamaron de Quilmes para tratar de convencerte?
-Sí, sí. Yo soy muy poco de redes sociales, pero se movilizó bastante por ese tiempo y tuve que hacer un par de publicaciones para aclarar todo. Yo ya me había retirado. Mucha gente del club aún me sigue insistiendo y no puede entender cómo no seguí. Tengo un agradecimiento eterno para todos los quilmeños por el cariño que me han dado siempre. Hay momentos en que hay que tomar decisiones y yo la tomé. A veces un profesional está dentro de un proyecto y a veces no. Convivís siempre con eso. Prioricé la familia, nuevos proyectos en Mar del Plata, en lugar de estar 8 o 10 meses solo en Brasil o México.

-Fuiste a la escuela con Ezequiel Santiago Medina. ¿No evaluaste cambiar tu decisión para ser dirigido por él?
-(Sonríe) Sí, somos de la primera promoción del Polimodal del club Quilmes. Hablamos con Ezequiel, tuvimos nuestra charla. Le dije que siempre iba a estar para hablar de básquet, pero él sabe lo que pienso. Cuando tomo una decisión…

-Y al final pudiste volver a jugar en el “José Martínez”…
-Disfruté de bajar de categoría para jugar en Quilmes, y poder hacerlo en el “José Martínez” fue algo muy especial. Por algo pasan las cosas. Terminé donde empecé y cerré el círculo.



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