Los estudiantes que sufren acoso escolar obtienen peores desempeños
Foto ilustrativa.
Aquellos alumnos que sufren mayor acoso físico o maltrato verbal, o que sienten menor pertenencia escolar, alcanzan niveles de aprendizaje más bajos que sus pares, según los resultados de Matemática de la prueba PISA 2018. En Argentina, la brecha entre los estudiantes más y menos expuestos a estas formas de acoso equivale, en promedio, a un año escolar
El acoso físico, el maltrato verbal y el sentimiento de falta de pertenencia escolar están asociados a menores rendimientos en el aprendizaje, según los resultados de Matemática de la prueba PISA 2018. Los datos surgen del informe “El acoso entre iguales (bullying) y el aprendizaje”, del Observatorio Argentinos por la Educación, con autoría de Alejandro Castro Santander, director general del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica de Cuyo.
El informe fue elaborado a partir de los datos de la prueba PISA 2018 de Argentina y otros países de América Latina, relacionando los resultados de aprendizaje en Matemática con otros indicadores como el acoso físico, el maltrato verbal y el sentimiento de falta de pertenencia escolar. Esos indicadores se construyen a partir de los cuestionarios complementarios respondidos por los estudiantes de 15 años que participaron de la prueba.
“Entre los factores internos, uno de los que más influye en la calidad de los procesos educativos es el clima escolar y, paradójicamente, el que menos se gestiona al interior de las comunidades. Hoy debemos reconocer al bullying y al ciberbullying como las formas de violencia entre los estudiantes que más obstaculizan el buen desarrollo del clima escolar”, afirma Alejandro Castro Santander. Y añade: “La respuesta educativa debe ser compleja, multidimensional y perseverante”.
En PISA el acoso físico se mide a partir de la frecuencia con que los estudiantes informan haber sido golpeados o empujados por sus compañeros en los últimos 12 meses. Tanto en América Latina como en los países de la OCDE, los estudiantes que sufren mayor frecuencia de acoso (una vez por semana o más) logran resultados más bajos en la prueba. En Argentina, la brecha de aprendizaje entre los estudiantes con mayor y menor exposición al acoso físico es de 41 puntos, equivalentes a un año escolar.
El maltrato verbal se mide a partir de las respuestas de los estudiantes acerca de la frecuencia con que sus compañeros han circulado rumores dañinos sobre ellos en los últimos 12 meses. En Argentina la brecha de aprendizaje entre los estudiantes con mayor y menor exposición al maltrato verbal es de 33 puntos, equivalentes a 0,8 años escolares.
Los estudiantes con mayor falta de pertenencia (aquellos que dijeron estar “muy de acuerdo” con ese sentimiento) obtienen resultados más bajos en la prueba PISA. En Argentina, la brecha de aprendizaje en Matemática entre los estudiantes con menor sentimiento de pertenencia escolar y aquellos con mayor grado de pertenencia es de 67 puntos, equivalente a 1,7 años escolares.
“¿Es posible aprender sintiéndose incapaz? ¿Se puede confiar en quien enseña, en un ambiente de desamparo emocional? ¿Puede un niño o adolescente apropiarse de un saber cuándo le hacen creer que no pertenece a ninguna parte?”, se pregunta María Zysman, directora de la Asociación Civil Libres de Bullying. Para Zysman, “sentirse permanentemente en peligro, vivir al otro como una amenaza, necesitar y no encontrar un adulto protector, impide pensar y conocer. Un niño o adolescente angustiado se ve, definitivamente, comprometido en sus aprendizajes”.
Pablo Mainer, presidente de la ONG Hablemos de Bullying, ratifica: “Un buen clima escolar influye directamente en el desarrollo académico de los niños y adolescentes. En este sentido es fundamental el rol del Estado con respecto a algunas de las dimensiones del clima, por ejemplo la cuestión edilicia. Las condiciones en las que los alumnos estudian, sobre todo en escuelas públicas, no ayudan a lograr espacios que propicien la convivencia y dificultan la tarea docente. Otra deuda del Estado, creemos, son las políticas concretas sobre la salud mental del docente: en Santa Fe, el 46% de los profesores y maestras empiezan las clases con la percepción de estar agotados”.
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