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El Mundo 19 de diciembre de 2021

Los chilenos votaron en el balotaje más polarizado de la historia y esperan el resultado

La jornada estuvo caracterizada por las altas temperaturas en buena parte del país y la polémica por la aparente reducción del servicio de colectivos en Santiago, que el gobierno desmintió pero por el que la autoridad electoral protestó.

Los chilenos votaron en un polarizado balotaje para elegir presidente entre el candidato de izquierda Gabriel Boric y el de derecha José Antonio Kast.

Los chilenos votaron en un polarizado balotaje para elegir presidente entre el candidato de izquierda Gabriel Boric y el de derecha José Antonio Kast, dos opciones diametralmente opuestas que prometen un cambio de raíz en el modelo social o una continuidad a las políticas neoliberales.

Tras el cierre de las urnas, a las 18 (misma hora en la Argentina), excepto para las mesas donde hubiera ciudadanos esperando para emitir el sufragio, el país inició una tensa vigilia hasta la difusión de los primeros resultados oficiales, seguramente no antes de una hora y media después, pero con la probabilidad de que haya que aguardar hasta el final del conteo para conocer quién será el triunfador.

La jornada estuvo caracterizada por las altas temperaturas en buena parte del país y la polémica por la aparente reducción del servicio de colectivos en Santiago, que el gobierno desmintió pero por el que la autoridad electoral protestó.

En algunas de las comunas más populares de la capital -Maipú, Puente Alto, La Florida y Cerro Navia, entre otras-, los municipios fletaron ómnibus y ciudadanos se ofrecieron a llevar votantes a los colegios.

El ganador del balotaje sucederá al presidente conservador Sebastián Piñera al frente de un país en efervescencia política y virtual refundación tras un estallido social en 2019 que reclamó mayor igualdad y que logró su cometido de empezar a elaborar una nueva Constitución que reemplace a la heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90).

“De ustedes depende que Chile cambie”, dijo el joven diputado Boric, de 35 años, en una exhortación a los votantes de todo el país luego de sufragar en la ciudad de Punta Arenas, en el extremo sur de Chile, 2.200 kilómetros al sur de Santiago, y tras un intenso mes de campaña de cara a esta segunda vuelta.

“La voz está gastada, pero el corazón está lleno y la esperanza intacta”, prosiguió el candidato de la alianza Apruebo Dignidad, y agregó que esperaba terminar el día siendo “el presidente de todas y todos los chilenos”.

Casi al mismo tiempo, su adversario Kast, de 55 años y candidato del Partido Republicano, votaba en una escuela de una localidad al sur de Santiago.

“Sería un gran honor dirigir el destino de la nación”, dijo Kast a periodistas en las puertas del colegio de Paine, a unos 50 kilómetros de Santiago.

“Hay legítimas diferencias, pero tenemos que trabajar por el diálogo y el reencuentro; eso se hace a través de la justicia y el orden”, agregó, en relación con la alta polarización electoral, considerada la mayor desde la vuelta a la democracia, en 1990.

Boric, que nació en la sureña región de Magallanes y que antes de ser diputado fue un reconocido líder estudiantil, promete garantizar los derechos básicos universales y de las minorías, la libertad sexual e igualdad de género, y aumentar el rol del Estado en la economía y poner fin al sistema privado de pensiones, una herencia de la dictadura.

En la otra vereda, Kast es un exdiputado y abogado que durante su campaña se negó a calificar el gobierno de facto de Pinochet como una dictadura y se declara partidario de las políticas del mandatario brasileño Jair Bolsonaro.

Entre sus promesas de campaña, que moderó para este balotaje para captar el voto del centro, se destacan el orden y la seguridad y mantener el modelo neoliberal pinochetista cuestionado en las calles por las protestas de 2018.

Kast prometió cavar una zanja en la frontera para detener a los inmigrantes, oponerse al aborto y recortar impuestos.

Ambos candidatos moderaron sus discursos luego de la primera vuelta del 21 de noviembre, en la que Kast salió primero con 27,9% de los votos y Boric fue segundo con 25,8%.

En el último mes los dos postulantes sumaron a sus planes de gobierno propuestas de los candidatos de centroizquierda y centroderecha para alcanzar el necesario 50% más uno de los votos para convertirse en el sexto presidente desde el retorno a la democracia.

Los resultados de estas elecciones eran inciertos, ya que las últimas encuestas dieron triunfos tanto al candidato de izquierda como al de derecha, pero siempre en estrecho margen, por lo que la mayoría de los expertos esperaba un resultado muy ajustado.

Otra de las dudas era la cantidad de votantes, ya que el voto es voluntario en Chile, e históricamente asiste alrededor de 50% del padrón.

Al término de la votación, la prensa local especulaba con la posibilidad de que la concurrencia hubiera sido mayor que la de la primera vuelta del 21 de noviembre, cuando votó poco más de 47% del padrón.

El ganador de la jornada sucederá el próximo 11 de marzo de 2022 a Piñera, que fue el primero en emitir su voto en un colegio en Santiago.

“Es muy importante que todos participen; se apaga la voz de los candidatos y se escucha la voz de la gente”, dijo el mandatario.

Kast recibió el apoyo de algunos de los candidatos de derecha o centroderecha que quedaron atrás en la primera vuelta, incluyendo el oficialista Sebastián Sichel.

Boric, por su parte, recibió el respaldo de la expresidenta Michelle Bachelet, quien actualmente es la más alta autoridad de la ONU en derechos humanos.

Bachelet votó en un barrio del noreste de Santiago y llamó al ganador del balotaje a tener “tranquilidad y amor por la Patria” y “buscar el diálogo con todos los sectores”.

Estaban habilitadas para votar casi 15 millones de personas, que debieron respetar un estricto protocolo sanitario por el coronavirus, que contempló distanciamiento social y el uso de barbijo y alcohol gel dentro de los más de 2.800 centros de votación.

El futuro mandatario lidiará con un Congreso equilibrado entre fuerzas políticas de derecha e izquierda, y entre sus desafíos deberá llamar a los cuatro meses de su mandato a un plebiscito de salida para que los chilenos aprueben o rechacen el nuevo texto constitucional que está escribiendo la Convención Constitucional.