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Interés general 7 de agosto de 2016

“Los chicos saben que son el centro de la vida de uno… y le sacan provecho”

En "La vida de un padre abrumado", Iñaki Echeverría cuenta cómo se construye día a día esa burbuja de amor, juegos y manipulación que vive con sus dos pequeñas hijas.

Iñaki Echeverría presentó "La vida de un padre abrumado". Foto: Télam.

por Analía Páez

“La vida de un padre abrumado”, el libro ilustrado de Iñaki Echeverría, cuenta en viñetas su relación con la paternidad, y cómo se construye día a día esa burbuja de amor, juegos, retos y manipulación que su personaje (él mismo) vive con sus dos pequeñas hijas.

Sumado a otros autores que decidieron contar sus experiencias con la paternidad, Echeverría asegura que “es un hecho natural, hay miles y miles de libros escritos sobre maternidad. Entonces hoy, que el hombre está teniendo un rol mucho más activo en la crianza de los hijos, también se transformó en un tema actual”, comenta en entrevista con Télam.

Esta historia se gestó en las viñetas de Sátira12 (Página/12), donde comenzó tímidamente a dibujar alguna que otra situación con sus hijas. Echeverría sostiene que jamás lo pensó como un proyecto editorial porque creía que el tema había sido tratado por varios humoristas, pero un día descubrió que él no estaba hablando de sus hijas sino sobre su vida como padre. Así nació este libro editado por Sudamericana.

Echeverría estudió Arquitectura y ejerció durante cinco años, pero siempre tuvo el sueño de ser ilustrador.

Mientras planificaba estructuras comenzó a ilustrar para diferentes editoriales hasta que tuvo que elegir una de las dos carreras, y se quedó con la ilustración.

Desde entonces, participó en varias exposiciones, entre ellas “Nos tocó hacer reír”, muestra de la historia del humor gráfico en la Argentina; “Encuentro Federal de la Palabra”; “Buenos Aires Negra”; y desde 2013 realiza murales denunciando la trata de mujeres y realiza un ciclo de dibujo en vivo en el Fondo Nacional de las Artes.

– ¿Todo lo que contás en tu libro es real?

– Todo está sacado de situaciones reales. Claro que a eso uno le aplica el ejercicio del humor para transformarlo en una tira. Si querés contar lo que le va pasando a un padre a medida que crecen los chicos tenés que ir respetando las diferentes etapas por las que va atravesando. No es necesario inventar nada, es cuestión de observarlos. Además también corrés el riesgo de caer en situaciones poco creíbles, y no era esa mi idea.

– Tu personaje comienza muy arriba, con mucha felicidad, y a menos de la mitad del libro comienza a estar más abatido. ¿Te sentís así?

– Sí, me siento exactamente así, más cansado y mucho más ojeroso. Es el precio de la felicidad.

– En tu libro está ausente la imagen materna, ¿por qué?

– Porque me parecía interesante centrarme solo en mi relación con ellas. Contar la burbuja en la que estamos los tres.

– ¿Qué edades tiene tus hijas? ¿Qué sentimientos les despierta verse reflejadas en el libro?

– Catalina tiene seis y Francisca cuatro. Primero les daba cierto pudor verse dibujadas, sobre todo a la mayor. Hoy en cambio tiene contabilizado cuántas veces sale cada una, y si hace mucho que no la dibujo me lo echa en cara. Además, tiene muy claro el funcionamiento. Si la reto por algo, luego de terminar mi sermón, me mira seria y me dice: “¡Esto lo vas a dibujar, no?”. Ahora por ejemplo, mi hija menor tiene los mismos planteos y preguntas que tenía su hermana a la misma edad (por ejemplo no entender que mi trabajo sea dibujar, al fin y al cabo eso es lo que hacen ellas en el jardín) y esto, lejos de ser repetitivo, es una situación diferente que contar, porque uno tampoco es el mismo padre que tres años atrás. De todas maneras, el tema recurrente de que su papá sea dibujante no lo termina de entender, supongo que debe pensar que ese tipo que la tiene que cuidar y educar está todo el día haciendo dibujitos… no le debe sonar muy serio, creo.

– ¿Creés que los chicos nos manipulan?

– No tengo la menor duda. de hecho es muy simple: ellos saben que son el centro de la vida de uno y digamos que le sacan provecho.

– En tus tiras está muy presente el sentimiento de culpa, históricamente atribuido a las mujeres. ¿Sos un padre culposo?

– ¿Culposo? Claro, absolutamente. Además creo que, por suerte, la imagen del padre macho-protector se cayó y la crianza es pareja. Como debe ser.

Télam.