Rusia estará en los ojos del mundo durante la principal competencia de fútbol.
Desde Moscú, Rusia
“Los diez días que estremecieron al mundo” es una obra monumental de John Reed, el periodista y escritor norteamericano que contó la Revolución Rusa en tiempo real y desde el lugar de los hechos. Novela, non fiction, relato, crónica. Una mezcla de todo eso.
John Reed es, quizá, el primer periodista “militante”, que contó algunos acontecimientos fundamentales de la historia del siglo XX, absolutamente involucrado en los hechos. Afiliado al Partido Comunista en Estados Unidos, no se despojó de su compromiso y su historia para contar, sin embargo, con gran rigor periodístico aquella Revolución.
Nada se cuenta en forma absolutamente aséptica. Toda elección sobre lo que hay que contar es subjetiva. Miles de elecciones posibles ofrecerá el Mundial de Rusia para contarlo, más allá de cada partido, de cada Selección, del rodaje mismo de la pelota.
A poco del centenario de aquella Revolución llega a un país increíble la Copa del Mundo, ya con su historia de por sí fascinante.
Serán, desde este jueves, los 32 Días que estremecerán al mundo. Se revolucionará el universo, a través del fútbol, en la tierra del centenario de la Revolución. Un periplo increíble que se iniciará este jueves en el estadio Luznicki, con Rusia – Arabia Saudita, y que se cerrará en el mismo escenario, con la gran final, el próximo domingo 15 de julio. El viaje más grande que haya hecho la Copa del Mundo jamás. El país más grande en recibir un Mundial.
El estremecimiento empezó desde unas horas antes. La noticia de la destitución del DT de España a dos días del debut, y mientras estábamos en pleno Congreso de la FIFA, fue un impacto tan grande como inédito para abrir este Mundial.
Y a partir de ahora cada partido será una historia, pero también una Copa del Mundo que se jugará en las calles. Y las características del Fan Fest seguramente serán diferentes en la Plaza Roja a las que presentaba en las playas de Copacabana o el Cape Town de Ciudad del Cabo.
Además, esta tierra, la más grande para los mundiales que se iniciaron en el 30, son tres países en uno. Esos, al menos, son los que venimos a buscar. El primero, el que está a la vista, la opulenta Rusia que renace como potencia con el liderazgo de Vladimir Putin, que, aun con economía de mercado, sale del cimbronazo neoliberal de Yeltsin, que con mucha pobreza y desigual había marcado un alto contraste con la Unión Soviética que quedaba atrás. El segundo país que ya estamos encontrando en este viaje es justamente ese, la URSS: los vestigios de la vieja CCCP, no solo en la liturgia, los bares que la rememoran o los símbolos. También en la cultura, en la nostalgia social, y en lo que todavía pueda quedar de aquel particular estado de bienestar. Y el tercer país es el de la historia, el también opulento, la Rusia zarista, la monumentalidad, desde la Plaza Roja a los subtes.
También será un desafío descubrir cuanto de estos tres países se entrecruza. Que es lo que queda, por ejemplo, del mundo socialista insertado en la historia que permanece en los edificios y la geografía y en el presente dinámico que vuelve a ubicar a Rusia en el primer plano de un mundo que pretende multipolar.
Además de todo eso, como dice Galeano, venimos por una limosna de buen fútbol. Algo que nos llene desde el juego. Si es de Argentina, mejor. Sino igual se puede disfrutar.
De todos modos, la Selección arranca como protagonista de este acontecimiento impactante. Desde que hace 40 años, y en la preparación previa, César Luis Menotti la transformó en “prioridad”, dejó de viajar como invitada para transformarse en una de los anfitriones. Aun con otros equipos mejor formados, y con funcionamiento y antecedentes, como candidatos naturales,-España, Alemania, Francia, Brasil-, Argentina es recibida aquí con gran respeto y también, desde aquel Mundial 78, atesora un viaje increíble de Maradona a Messi, en varias Copas del Mundo con el mejor de todos.
El equipo de Lío también arranca aquí, pero en dos días, en el estadio del Spartak, y también se desea que con cierre en Luznicki.
Serán, en suma, 32 días de héroes y villanos, de hinchas de las plazas futbolísticas más tradicionales y de los lugares más exóticos o recónditos. Será una mezcla única de nacionalidades en la misma geografía y al mismo tiempo, en una paleta de colores aun más amplia que la de los Juegos Olímpicos.
Los 32 días que estremecerán al mundo. En una Rusia en alto contraste.
@vitomundial