La libertad no es para cualquiera
Loquero sacude con todo en su nuevo disco Fabulosos creadores de paranoia. Chary, cantante y compositor, asegura que el mercado marca el camino para que la sociedad avance hacia un precipicio. Próxima fecha en Mar del Plata: viernes 15 de diciembre.
por Agustín Marangoni
Son las seis y media de la tarde. Chary tiene las manos alrededor de una taza de té y me pregunta si hay mermelada para acompañar las tostadas. Del otro lado del vidrio, mi gato pide entrar con la mirada. Le abro y se acomoda sigilosamente a un metro de la mesa, como si fuera a escuchar la charla. Chary, igual que el gato, es respetuoso con el silencio. Es de los que prefieren escuchar aunque tengan mucho para decir. Por supuesto que no hay pregunta que lo sobresalte. No casi nada que lo sobresalte. Al menos en apariencia.
Hace un par de meses, Loquero lanzó Fabulosos creadores de paranoia, un disco nuevo de estudio después de casi seis años. La banda siempre fue de moverse a un costado de las etiquetas de género y estilo, pero en este trabajo puso un acento extra y se mandó con un rap, un vals, un bolero y hasta una cumbia. Chary explica –se cansa de explicar– que Loquero está cada vez más lejos de ser una banda de punk. “Con el tiempo comprendés lo grandes que son los Rolling Stones, por ejemplo, o Antonio Ríos y todos esos monos. Es punk renegar del punk. Johnny Rotten seguro tiene una tarjeta de crédito ahora. Hacemos música. Hacemos lo que nos sale. Estar encajado en un estilo es también un poco necio”, dice.
Durante los primeros años de la banda, allá por la década de 1990, Chary sí se identificaba con el punk. Se vestía tal cual, actuaba tal cual, pensaba tal cual. Su formación de base se construyó en la biblioteca de la Fora (Federación Obrera Regional Argentina) entre textos anarquistas, discusiones filosóficas y noches en la calle. Hoy, veinticinco años después, el escenario es otro. Sus días comienzan a las cuatro de la mañana, en su casa, entre mates y canciones de Jorge Cafrune. Chary es una persona que no puede dejar de pensar, aunque, él mismo lo dice, no sabe pensar. Le gana la ansiedad. Se estresa. Se pierde entre reflexiones que van para todos lados al mismo tiempo. De ahí su insomnio y sus mates antes de que aparezca el sol.
Fabulosos creadores muestra a una banda con experiencia que sólo atiende su presente. Son veinticuatro canciones que revisan géneros y critican estereotipos, desde posturas políticas hasta construcciones forzadas de rebeldía estéril, con el significado que eso arrastra en un grupo que predica descreer de todo. Le pregunto por las reacciones que pudo haber despertado un disco tan ecléctico. Y en parte tan distinto. Chary aclara que no les interesa ninguna opinión, que si nadie estaba esperando un disco así les da igual. “Nada de lo que hacemos es para que guste. Si no, no hubiésemos ni empezado. Si no les gusta lo nuevo de Loquero, buenísimo. Era lo que teníamos que hacer”, dice. Las canciones tienen el espíritu de los discos más crudos. La mayoría son temas ruidosos de melodías aceleradas, parecen diseñados específicamente para ensamblar un pogo descontrolado en el vivo. Cada tanto algún descanso, con la voz de Chary susurrando historias retorcidas. La poesía de Loquero se caracteriza por buscar belleza en paisajes mugrientos, olvidados. Escondidos.
– ¿Por qué un disco doble?
– Porque queríamos que nuestro sello de un paso gigante para su consagración (risas). La verdad es que teníamos mucho material, hasta dejamos temas afuera. Tenemos muchas pretensiones y queremos que nuestros discos sean como discos de Bowie. Pero hacemos lo que podemos. Ahora estamos pensando en editar un vinilo con temas nuevos. Y va a haber de todo. Estoy escribiendo muy libre, sin pensar en ubicar nada dentro de un estilo, ni en una determinada forma de canción. Esto es igual a como se armó Terror morboso a la exposición pública, ese disco eran montones de hojas escritas a máquina, más de cien hojas. Y de ahí fui sacando ideas. Gustó mucho, pero también fue raro. En ese disco sonaban citas de Ástor Piazzolla por ejemplo. Esto es muy parecido.
El lanzamiento de Fabulosos creadores tuvo lugar en Groove, en agosto. Fue el concierto más grande en la historia de la banda. Lo mismo pasó en la última gira por Chile. Agotaron entradas y tomaron impulso para avanzar en una nueva gira federal. “Es algo muy grosso para nosotros. Acordate que yo colgaba la comida del techo para que no se la comieran las ratas. Y de golpe estamos haciendo fechas para 1400 personas”, suelta Chary. En Mar del Plata la presentación oficial será el viernes 15 de diciembre en Zwan (Playa Grande – Balneario 6). Único concierto del año para estos lares.
La casa sigue en silencio. El gato ahora duerme enroscado en una de las dos sillas vacías. Antes de que llegue Chary se me había ocurrido picar con él algunas canciones para preguntarle por las letras y las decisiones estéticas del disco. Es una obra irónica, que sacude con frases que duelen. Pero algo me dice que ponerle play al disco cortaría el clima de la charla. Chary toma un té tranquilo y piensa cada respuesta. Es una buena señal, por el momento.
– Los fans de Loquero se detienen mucho en lo que decís. Esta vez la mezcla tiene la voz muy atrás, hay que prestar mucha atención para seguir las letras. ¿Por qué tomaron ese camino?
– El tema de la producción artística estuvo a cargo de muchas personas. Yo me abstengo de participar en parte, pero tengo una microvisión muy particular. Yamandú [Rodríguez] tuvo mucha participación, junto a los ingenieros del estudio. Ellos lograron meter las canciones por el camino que nosotros deseábamos que fueran. En este disco más que en ninguno. Nos gusta mucho el resultado.
– ¿Seguís con eso de ser ultra crítico y no escucharte una vez que el disco está editado?
– Nunca me escucho. Jamás. Escuché la mezcla cuando la estábamos haciendo y nada más. El disco completo no lo escuché nunca. Yo sufro mucho el proceso de mezcla y el resultado final. Por mí, seguiría trabajando en todos los discos.
– ¿Cómo te sentiste cantando cumbia, vals, bolero…?
– Genial. Me gustaría ser un cantante más versátil. Y con Loquero existe la posibilidad de experimentar. Me sentí joya, fue buenísimo. En el primer momento hubo alguna reticencia, pero después salió. Escuchamos mucho bandas de cumbia para analizar quién hace bien las cosas en el género. Todos nos sentimos bien.
– Estás hablando mucho en las canciones. ¿Por qué?
– Los primeros días que empezamos a grabar las bases tuve que hacer las voces de referencia. Cantaba la melodía, sin las letras. Eran partes sueltas, como iban a ser pero sin forma todavía. Y me criticaron porque no tenía las letras definidas. Es que no las había terminado. Entonces fui hablando, pero también las fui borrando. Había partes que parecía José Larralde, pero las borré. La verdad es que estaba hablando demasiado. (risas)
– ¿Seguís con tu técnica de improvisar las letras?
– Totalmente. Ahora estuve leyendo algunas cosas que escribí y me gustaron. Saqué cosas, incluí otras. Pero sigo improvisando.
– Hay una clara influencia del folclore en tu estructura compositiva. Larralde y Cafrune, principalmente. ¿De dónde sale la inclinación por esos autores?
– Deber ser la herencia de mi padre. Él me regaló un disco de Cafrune cuando era chico, pero imaginate… hice un frisbee con ese disco. Yo quería escuchar a Los Ramones. Era chico. Pero de golpe volvió todo como una pelota. Ahora me pregunto quién me enseñó a ser tan bruto. Volvieron muchas cosas que me hicieron reflexionar. Entonces redescubrí a Cafrune.
– En todas las canciones se lee un pesimismo explícito, con frases como “Lo siento pero mi pluma sólo pinta de negro”. ¿En ningún momento, en lo personal, rompés con esa lectura de las cosas?
– Esa frase es un homenaje a los Rolling Stones. Y sí, soy pesimista. Yo no canto para hablar de fiestas. Estoy celebrando mi propio entierro. ¿Querés que hable de rosas? ¿De cosas lindas? No puedo, no me sale. No me fue dado. Los discos de Loquero son siempre oscuros.
– ¿Por qué?
– Porque la vida es así. Fue así al menos para mí. Ya hay muchos que le cantan al paisaje y al amor. Yo voy a las tripas, a la sangre, a eso que la gente tiene adentro y no lo quiere mostrar. Yo mismo, lamentablemente, me desnudo y me expongo.
– Loquero despierta un fenómeno interesante. A pesar de ser una banda oscura, también conecta con gente de otro palo. Público que no es oscuro y que está muy lejos de serlo. ¿Por qué creés que pasa eso?
– Pinta tu aldea y pintarás el mundo. La autenticidad, tal vez, se nota. No le cantamos a la birra en la esquina. No tengo nada en contra de eso, pero no somos eso. Hay tópicos que no me interesan más, entonces ni los nombro. Los lugares comunes del punk ya no existen. Cuando era chico sí, pero ya fueron. Pero es verdad lo que decís. Conozco gente de otro palo, de otro sector social, que escucha nuestra música. Hay gente que vota mal que escucha nuestra música… también hay gente que vota y escucha nuestra música. (Risas).
– Estás en un momento existencialista. Te moviliza la angustia. Por ejemplo, en Kid decís “La libertad no es para cualquiera”. ¿De dónde vienen esas frases?
– Las cosas que leí. [Roberto] Arlt, [Søren] Kierkegaard y demás. Siempre me debato entre la ética y la estética. Son cosas que leí y de alguna manera me influyen. Cuando estuvimos en Suiza nos dijeron que todo lo que nosotros cantamos no existe. Que es una construcción de nuestra cabeza. Claro, en ese mundo que intenta ser perfecto no hay lugar para este desastre que es mi cabeza. Igual, a mí me da asco todo eso.
– ¿Te da asco Suiza o Europa en general?
– Ese mundo en general. Me da asco. Las calles, la organización, todo limpito. Eso es nefasto. Yo me sentía un indio que buscaba su lanza. Me sentía así antes y me siento así ahora. Nunca canté más en el vacío que en esa gira. Tocamos para gente que en teoría tiene el mismo discurso que nosotros, pero viven una realidad tan distinta. Tal vez ir a pasear está buenísimo, pero a tocar no. Y no iría a pasear. No me gusta pasear. No viajo para pasear.
– Volvamos a la libertad. ¿Por qué no es para cualquiera?
– Nosotros estamos hablando acá y si fuésemos todos libres tendríamos que aceptar que puede entrar alguien y bajarnos a vos, a mí, al gato. Puede pasar cualquier cosa. Y eso es difícil. No estamos preparados para la libertad. Ni siquiera podemos imaginarnos qué significa la libertad verdadera, qué podría pasar con nosotros y con todo lo que nos rodea.
De alguna manera Chary tiene razón. Hay –pienso apurado– limites que definen la libertad. La libertad existe cuando existen los límites. Son dos categorías que se necesitan y se contradicen: opuestos irreconciliables que al fin de cuentas tienen la misma sustancia. En el medio está el hombre, o lo que queda del hombre entre tanto límite liberado, tanta libertad limitada. El gato sigue enroscado en la silla, le importa un carajo que un hombre libre de verdad entre en la casa y lo fulmine sin otro argumento que el ejercicio pleno de su libertad. Duerme y ronronea. Lo bien que hace.
– En el tema Crudeza decís “Siempre fue así y siempre será, a nadie le importa nada”. ¿No te parece que la sociedad es más tolerante que en otras épocas?
– Tolerante es una palabra que no me gusta. ¿Vos querés decir inclusiva?
– Puede ser esa palabra. Sólo pienso que hoy hay más lugar y más respeto por las minorías…
– Es probable. Pero es una reflexión totalitaria. El lugar de las minorías siempre viene de arriba hacia abajo. No es ocupado hacia arriba. Tenés el lugar porque te lo dejan, o porque te lo dieron. Es mentira que te lo ganaste. Las cosas que tenemos son funcionales al mercado. La sociedad de hoy sigue siendo igual a la de antes y camina hacia un precipicio. Igual, justo esa canción la escribió mi hija, Azucena. Ella tiene 27 años. No sé a quién habrá salido… (risas).
Chary mira por la ventana y sigue: “Los que tienen el poder, la macroeconomía, los que manejan este mundo de mierda saben que todavía pueden darle más espacio a eso que vos le decís minorías. Sin embargo, sólo buscan darnos más mecanismos de control. Y hay gente que se cree que es incluida en esta mierda. Yo no quiero ser incluido en esta mierda. Quiero estar afuera de este paradigma mediocre. No quiero debatir con un político porque me dieron una banca en el concejo deliberante. Ese no es mi yo”.
– ¿Hay un afuera del sistema?
– Esto se está poniendo muy profundo. (risas)
– Vos con tus canciones representás un grito para salir de esto. Pero Loquero es parte de algo que está adentro…
– Puede que seamos un motivo de entretenimiento y nada más que eso. No sé si hay un afuera, ya no me importa. Lo que no quiero es pensar que únicamente estoy adentro de esto. Hay mucha gente que me dice que sería insoportable estar adentro de mi cabeza dos minutos. Y a veces me pasa a mí también. Me pongo mal con estas cosas. Sufro palpitaciones y ataques de pánico.
– ¿Cómo te pegan los ataques de pánico? ¿Qué sentís? ¿Infarto? ¿Derrame cerebral?
– Pensé que era una cardiopatía, pero es el nivel de ansiedad. Tengo síntomas de todo tipo. Y el hecho de no dormir es jodido. Pienso todo el día. No sé si estoy pensando en cómo salir de esto, pero estoy pensando. No sé pensar. Ese es mi problema. Me lo dijo un espiritista.
– ¿Y qué hiciste en consecuencia? ¿Intentaste pensar ordenadamente?
– La persona que me lo dijo intentaba llevarme para el espiritismo. Pero yo estaba re loco en la sesión. No podía con mis pensamientos. (risas)
– ¿Qué lugar hay en el mercado para una banda como Loquero?
– Muy poco. Va mucha gente a vernos, de distinto nivel cultural y eso es bueno. Pero no tenemos mercado.
– El mensaje de Loquero es oscuro. Pero vos, me da la sensación, no sos un tipo oscuro. O no todo el tiempo, al menos…
– Soy un poco amarillo y un poco verde. También tengo algo de lila, que es lo que me hace oscuro y opaco de a ratos. Esto también me lo dijo un espiritista.
– Es la segunda vez que me hablás del espiritismo. ¿Creés en eso?
– No. Me lo acuerdo porque era lindo lo que me decía de mis colores. (risas)
– Ya que estamos en el tema místico. ¿Qué opinás del Papa argentino?
– Me estás haciendo una pregunta sobre algo que no me interesa. Nunca me interesó el Vaticano ni ninguna religión. Pero entiendo que este señor Bergoglio ocultó denuncias sobre desapariciones de personas. No me gusta, no me cae bien. No me gusta cuando habla de inclusión. Dice que hay que hacer lío, pero con la policía a los costados, cuidando la marcha. Eso no me gusta. No me gusta esa entidad. Creo que nosotros tenemos que apuntar a lo sagrado. Lo digo como artista o como lo que mierda sea. Lo sagrado, el Papa y todo lo que representa. Ese es el enemigo. Yo me pregunto qué soy. Soy un samurái. Soy lo contrario a todo eso. Mi religión es buscar un trébol hermoso. Toda esa otra mierda debería arder e iluminar el mundo.
– ¿Y qué opinás de este mundo hipercomunicado?
– Que es nefasto, una mentira más. Nadie está comunicado con nadie para decir nada importante. Nos hacen creer que esta tecnología es necesaria y es claro que no es ni necesaria ni fundamental. Es más mercado, más control, más distracción.
– ¿Qué cosas en lo personal te preocupan?
– Lo que más me preocupa soy yo. Cómo estoy encarando esta etapa final de mi existencia. Cómo me fui moviendo y relacionando para llegar hasta acá. Dudo mucho de mí. Siento culpa por mis errores. Y me angustia esa parte final de prenderme fuego todos los días, en los que me pregunto por qué, por qué, por qué. Me atormenta pensar si estoy haciendo las cosas bien. Mis hijos ya son grandes. En algún momento no me importaba ni mis hijos ni mi madre ni nada. Sólo me importaba mi banda. Esa consistencia y esa seriedad con la que me tomé la banda, hoy ya la pienso de otra manera. Y creo que me equivoqué. Siempre fui un completo desastre.
Le pido que me de un ejemplo de desastre. Chary me cuenta que cuando llegaba con plata de alguna gira, con su hijita tiraban los billetes para arriba al grito de Todo esto no sirve para nada. Después no tenían ni para comprar leche. Y a él no le importaba, ni eso ni nada de lo que le dijeran sus seres cercanos. Sólo quería salir a tocar.
– Tu pesimismo, tu punto de vista sobre la libertad… ¿Creés que la sociedad tiene solución? ¿Hay posibilidad de crear algo mejor?
– Todo lo que veo, leo y conozco me lleva a un precipicio. No le veo salida a todo esto. Creo que nosotros nunca vamos a ser felices, ni libres. Somos sólo pequeños momentos. Tal vez Loquero sea sólo un flash de todo eso. De libertad y del mundo soñado. Esa utopía. Yo vivo en utopía desde que nací.
– ¿Qué sentís cuando de golpe te encontrás en un contexto feliz?
– Lo que me preguntás no tiene respuesta. Son instantes. Estar con mis hijos. Estar con mi mujer. Claro que están esos momentos. De chico me sentía muy bien cuando hacía una canción. Y tengo recuerdos hermosos. Tener la posibilidad de ser parte de esa felicidad ingenua y hermosa, de esa pureza y esa conexión, es maravilloso. Eso es real.
La charla hace una pausa extensa que marca el momento de volver a hablar de música. Chary dice que en el ep que están preparando para sacar antes de fin de año habrá material inédito, porque todavía tienen más de cincuenta canciones en carpeta. Pero también van a incluir versiones de temas clásicos que grabaron hace años con músicos invitados. Amigos, gente del palo. Por ejemplo los 2 Minutos. Todavía no hay fecha confirmada, pero ya tienen el okey de la discográfica.
Alguna vez Chary me contó que su madre le aconsejó escribir con letra imprenta Hizo lo que quiso, en su lápida. No es un comentario suelto. Loquero tiene veinticinco años de carrera, con éxitos y momentos desgarradores. Hubo renuncias, sueños pulverizados, emociones lastimadas. En Fabulosos creadores de paranoia todos esos golpes de realidad se escuchan. Anteojo, Aku y Horacio saben lo que representan. Loquero supo construir su propio imperio. Los cambios de forma son provocaciones inteligentes. La batalla esencial estaba ganada de antemano.
Fotos: Archivo, Gux Ramone y Fernando Stefanelli
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