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Deportes 26 de mayo de 2019

Lo tuvo casi todo en contra

por Sebastián Arana

Consumado el descenso, Quilmes tuvo una despedida variopinta de parte de sus hinchas. Hubo quienes eligieron premiar la entrega de los jugadores con aplausos; otros prefirieron los reproches hacia entrenador y dirigentes.

Unos y otros apuntaron a lo evidente, lo inmediato, lo palpable. Cualquier equipo triunfa, se salva o se condena dentro de la cancha, compitiendo en la medida de sus posibilidades. Es innegable.

Sin embargo, en el actual contexto de la Liga Nacional, la competencia dentro de la cancha es la última oportunidad de salvar las cada vez mayores asimetrías económicas del torneo.

La caída de Quilmes fue estructural. Descendió porque no tuvo billetera para reemplazar la calidad que perdió su plantel en el último mercado de pases. Vale el repaso: Eric Flor a Boca, Iván Basualdo a Olímpico, Enzo Ruiz a Brasil, Ricky Sánchez regresó a su país, hasta Bruno Sansimoni fue cedido a Boca para embolsar algo de dinero…

Nicolás Fereyra, Emiliano Basabe y Omar Cantón tenían contrato e iban a continuar. Ninguno de los tres se presentó al comienzo de la pretemporada por no solucionar las deudas de arrastre. Los dos primeros se alejaron del equipo, el pivote apenas jugó el Súper 20 y se fue envuelto en otro conflicto.

Sólo Maciel -que no iba a ser tenido en cuenta y se convirtió en el reemplazo de Basabe- y “Juane” De la Fuente continuaron del último plantel.

Fue una sangría demasiado grande para un equipo que en la temporada pasada lo había pasado mal, terminó decimoctavo y evitó el descenso en el último cuarto del último partido ante Salta Básket. Y así y todo la diferencia de calidad entre ese plantel y el actual era marcada.

Limitado económicamente, Quilmes se armó como pudo. Transcurrida la temporada, su poco margen de maniobra en ese apartado le impidió reforzarse como lo hicieron sus enemigos directos. En un momento dado, Peñarol lo trajo a Vaulet y cambió a sus extranjeros, Bahía Basket repescó a Anthony Johnson y Argentino de Junín hizo lo propio con Cangelosi y acertó un pleno con el cambio de entrenador (Matías Huarte por Daniel Maffei) y las contrataciones de Arkeem Joseph y Markeis Black.

En consecuencia, en el descenso tricolor pesó mucho lo que hizo y, sobre todo, lo que no pudo hacer afuera de la cancha.

Condicionado por todos estos factores, la cancha representó para Quilmes una oportunidad de remontar una cuesta demasiado empinada, no un escenario donde poder dirimir de igual a igual.

No pudo aprovechar esa chance por varios factores. Le costó defender todo el año, casi nunca fue fuerte cerca de su canasto, adoleció de una conducción confiable y terminó demasiado dependiente de lo que pudiera hacer Lucas Ortiz, su mejor jugador. Un combo que le hizo perder casi todos los varios finales cerrados que disputó.

Así y todo, sólo con un par de ellos, hubiera podido trepar la cuesta de todos modos. Pero la suma de los “hubiera”, como decía un amigo, siempre da cero. Lo tuvo casi todo en contra y no pudo superarlo.



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