“Lo mejor que me pasó en este deporte”
La marplatense Debora Presa consiguió una medalla de bronce en el último Mundial de Maxi Básquet con Argentina +40. Formada en el más puro amateurismo, vivió días de profundas emociones. "Para mi fue ver que rindió frutos el esfuerzo de toda una vida", señaló.
La de Debora Presa (izquierda) es la cara de la felicidad. "Nada se compara con este Mundial", afirmó.
por Sebastián Arana
Los focos del último Mundial de Maxi Básquet, celebrado en esta misma ciudad, naturalmente se fueron con Walter Herrmann y la definición de la competencia de su categoría. Pero la gran cita de FIMBA fue mucho más grande y para buena parte de su enorme abanico de protagonistas fue una experiencia única.
Es el caso de la marplatense Debora Presa, quien dio sus primeros pasos en este deporte a los cinco años y el último fin de semana vivió el momento más significativo de su carrera al subir al podio con la Selección en la categoría +40 tras imponerse en la definición por el tercer lugar nada menos que a Brasil.
“Para mí fueron diez días de emociones. En realidad todavía estoy muy emocionada. Para mí fue ver que rindió frutos el esfuerzo de toda una vida. Fue muy fuerte jugar un Mundial en Mar del Plata con cincuenta o sesenta personas muy queridas apoyándome desde las tribunas”, cuenta Debora todavía con las sensaciones a flor de piel.
“Me pasaron cosas muy lindas durante todo el torneo. Yo empecé a jugar con cinco años en Peñarol, que fue mi club hasta los diecinueve. Laura Cors fue mi entrenadora en varios de esos años y, como vino a jugar en su categoría, pude reencontrarme con ella. Fue muy lindo volverla a ver y recordar un montón de cosas. La tuve en infantiles, cadetes y juveniles. Lo poco que sé de jugar fue gracias a ella. Me hizo ser la defensora que soy”, puntualiza.
“Lo mío es el esfuerzo, siempre me gané mis lugares defendiendo, también en este equipo que ganó la medalla de bronce”, se define.
Mamá de dos hijas, Camila (19) y Mora (10), sabe bien lo que dice. Ni la familia, ni el trabajo. Nada la apartó del básquet.
“Me gusta mucho el fútbol, soy hincha de River, pero el básquet para mí es otra cosa. Yo respiro básquet, para mi es un estilo de vida. Jugué hasta embarazada. Me acuerdo que, cuando estuve en Unión, me preparaban un lugar para poner a resguardo el ‘changuito’ en el que llevaba a mi hija más grande a los entrenamientos. Mora, por el colegio, apenas pude acompañarme un partido en este Mundial. Camila pudo ir a todos. Verlas llorar de felicidad fue impresionante. Ellas saben perfectamente lo que significa todo esto para mí. Siempre me vieron salir al gimnasio a las siete de la mañana y volver de entrenar a las once de la noche“, afirma convencida.
Peñarol, Unión, Teléfonos y Quilmes fueron los clubes por los que pasó Debora en el ámbito de la Asociación Marplatense. “Lo máximo que había jugado fueron dos Argentinos en Mendoza y Salta. A los 35 años llegué a pensar que el básquet ya estaba para mí. Pero el Maxi me abrió otra puerta que no pensaba que existía. Dios me dé rodillas para disfrutarlo”, se ilusiona con una pizca de humor.
Argentina +40 formada. Debora Presa (abajo, segunda desde la derecha) aportó su agresividad defensiva para llegar al podio en AGP.
El Maxi Básquet le permitió llegar a la Selección Nacional. “El año anterior jugué el Panamericano en Paraná en el equipo B de Argentina. Cuando me inscribí para este torneo, como ya me conocían, me recategorizaron y me sumaron al equipo A. Y tuve una buena cantidad de minutos, más allá de que la esencia del Maxi es que todos jueguen”, explica.
“Con algunas chicas había jugado, con otras no. Nos habíamos planteado clasificar y lo hicimos ganado los tres partidos de la fase de grupo ante Brasil, Panamá y Honduras. Superamos el cruce con Argentina C y nos tocó Chile en la semifinal. Hace quince años que juegan juntas, lo hacen bárbaro, nos pasaron por arriba en velocidad. Pero le volvimos a ganar, con más amplitud a Brasil para quedarnos con el tercer lugar. Nos encontramos muy bien en ese partido”, resume el derrotero de Argentina en el certamen.
Las buenas sensaciones se acumulan en el ánimo de esta luchadora. “Me había quejado en mi cuenta de Instagram de que no nos registraban a las marplatenses que íbamos a jugar y parece que alguien le comentó al intendente. Y Montenegro se acercó a conocernos antes del torneo. Nos pareció un buen gesto. Además me encantó que tanta gente se haya ido contentísima con Mar del Plata. No sólo con la ciudad, mucho más con la calidad humana de su gente. Lo único malo fue que por cuestiones políticas no hayan estado a disposición los mejores escenarios para jugar al básquet”, se explayó.
“Fue mi primer Mundial y será inolvidable. Pude disfrutar de la sensación de lo que pesa la camiseta de la Selección. Y me quedó algo que me dijo Walter Herrmann, con quien también pudimos compartir una charla: ‘Es muy lindo encontrar gente que está tan loca como yo por este deporte’. Tiene toda la razón del mundo”, finalizó.