por Melanie Lamazón

El silencio reinó en la casa cuando Lautaro Rech y Laura Rigueiro dieron la noticia de su inminente partida. Ya todos sabían que algún día este momento iba a llegar. Era sólo cuestión de tiempo que aquello que la pareja anhelaba desde el momento en que se conocieron, ocho años antes, se hiciera realidad. La llegada de Manuel, de un año y dos meses, les había brindado tranquilidad y demorado el plan. Es que, ¿Cómo iban a irse con un bebé tan pequeño? Y esa duda fue la que rompió el silencio:

– ¿Y Manuel?

– Viene con nosotros, obvio.

– ¿Y si extraña?

– Vamos a estar nosotros ahí para ayudarlo.

– ¿Y si se rompe el auto? ¿Quién se queda y quién va a buscar ayuda?

– ¿Dónde van a dormir?

– ¿Y sus trabajos?

Mientras abuelos y padres buscaban anteponerse a las más dramáticas situaciones, los más jóvenes de la familia estaban fascinados. Ellos querían sumarse a la de aventura recorrer Sudamérica en el Volkswagen Gol y parar en jardines de infantes, en zonas de bajos recursos económicos, para leer historias de autores de diferentes países a niños.

Ante el entusiasmo de los jóvenes, los que acumulaban más años recuperaron el habla para algo más que enumerar los posibles peligros a los que se podrían enfrentar. “Es que en verdad es lo que siempre quisieron”, reconocieron. Y, enseguida, comenzaron a recordar, como en una película, la historia de los novios.

En el verano del 2011, Lautaro y Laura se vieron por primera vez. El, coleccionista de monedas y amante de la pizza, y ella una animalista; con sólo intercambiar unas pocas palabras descubrieron que tenían en común el amor por los viajes, por conocer, por lo desafiante, por dejar aquello que genera comodidad.

Al poco tiempo de comenzar a salir, tuvieron la idea de hacer las valijas e irse sin fecha de regreso. Pero deseos y aspiraciones postergaron su viaje. Pasaron los años, Lautaro se recibió de licenciado en Economía y comenzó a dar clases en las universidades de Económicas y Derecho. Laura se convirtió en profesora de Educación Inicial, estudió cuatro años de Profesorado en Letras, dio talleres en la Feria del Libro de Mar del Plata y hasta publicó un libro infantil. Trabajos soñados, estabilidad económica, futuros profesionales en alza. El deseo de recorrer Sudamérica quedó relegado.

El 6 de noviembre de 2017 nació Manuel e implícitamente ambos coincidieron en que “jamás iban a hacerlo”.

Un domingo nublado de octubre del año pasado el tema reapareció. Casi como una bomba que está allí a punto de estallar, latente, esperando el momento oportuno. Todo surgió “un día antes de tener que ir a trabajar cuando no había ganas”.

“Arranquemos y vemos que pasa”, dijo Lautaro. Y así con Manuel como protagonista, aquel domingo comenzaron a planear “Sudamérica en pañales”.

El 20 de febrero tomarán ruta rumbo a Ushuaia. “El capitán del viaje será Manuel. Todo se acomodará a su gusto, se irá a su tiempo. Queremos que él lo disfrute. A ritmo Manuel, decimos”, comenta Laura mientras mira al pequeño de un año y tres meses que tiene un carisma con el que le roba una sonrisa a quien lo mire.

Tienen pensado dormir en hostels o campamentos. Saben que quieren visitar Argentina, Chile, Perú y Bolivia. Tal vez seguir subiendo, tal vez no. “Si nos enamoramos de una ciudad, nos quedaremos más tiempo”, aseguran.
Sin itinerario “armaron los bolsos, porque el tiempo vuela”.

Ambos coinciden en que fue Manuel y el interés porque el pequeño crezca conociendo diferentes culturas lo que los motivó a “poner primera y decidirse”.

Sin dudas tuvieron momentos de dudas pero, tras hablar con otras familias que viajan con niños, se despejaron. “En un momento pensamos en no hacerlo y ellos nos dieron consejos como: va a estar las 24 horas del día con ustedes y eso es todo lo que necesita o lo que van a mostrarle es maravilloso o le va a pasar lo mismo si te quedás en tu casa, si se tiene que golpear se va a golpear donde sea”.

Su sueño tiene el plus de la integración del proyecto literario. Laura quiere llevar libros infantiles de escritores argentinos para que sean conocidos en otros países y a la vez ir sumando nuevos autores de los lugares que vayan conociendo. “La idea es ir a instituciones educativas en zonas de bajos recursos, dar una oferta distinta a la que pueden acceder, es ahí donde más impacto podemos tener”, aseguran.

De sólo imaginar a Manuel mientras juega con los otros niños de los jardines de infantes que visitarán, Lautaro y Laura sonríen y no pueden creer que estén a sólo un par de semanas de que aquel deseo que manifestaron al tan sólo conocerse, finalmente se haga realidad. Aunque ahora con un acompañante de lujo.