Por Fernando del Rio

El 11 de febrero de 2021 recién comenzaba y en un point de drogas del barrio Cerrito Sur había actividad. Varias personas, entre ellas Ricardo Chazarreta (51), estaban dentro de la casa cuando empezaron los tiros. Chazarreta no tuvo peor idea que dirigirse hacia la puerta y apenas al abrirla y asomarse, un proyectil le impactó en su cabeza. Otra de las balas entró al domicilio para terminar incrustada en el brazo de Noelia Gorosito, la responsable del lugar. El ataque lo habían cometido tres hombres y el viernes último uno de ellos, Cristian Michel Cardozo (25), fue condenado a prisión perpetua por un Tribunal local.

La historia que rodea al asesinato de Chazarreta consolida la idea de que uno de los males mayores que tiene Mar del Plata es el narcomenudeo, ya no solo por los conocidos y nocivos efectos del consumo de drogas sino principalmente por los actos violentos que son su consecuencia. De hecho, esa violencia pudo verse reflejada también en el transcurso de un juicio en donde, por ejemplo, para leerse la sentencia debió despejarse la sala o algunos testigos claves fueron amenazados y hasta debieron cambiar sus declaraciones por temor a que le sucediera algo malo a sus familias.

Para los jueces Gustavo Fissore, Roberto Falcone (h) y Alfredo De Leonardis a Cardozo le correspondió la condena a perpetuidad porque el crimen que cometió fue premeditado y por actuar junto a otros dos hombres, los cuales por el momento no han sido identificados.

Un caso demencial

A pesar de que el defensor Pedro Casas lo negó durante todo el debate al confrontar posiciones con el fiscal Juan Pablo Lódola, Cardozo participó de manera directa del asesinato de Chazarreta, un hombre absorbido por el consumo de la droga.

Todo comenzó a las 19.30 del 10 de febrero de 2021 cuando Cardozo y Chazarreta discutieron frente a la casa de Gianelli 2446. En ese domicilio funcionaba un point, cuya principal responsable resultó ser Noelia Gorosito, pareja de Chazarreta. Tan cierto es que allí se vendía drogas que el 8 de abril, apenas un par de meses después del asesinato, la policía allanó el lugar y se secuestró una importante cantidad de cocaína que los “punteros” no pudieron hacer desaparecer por el inodoro.

La discusión entre Cardozo y Chazarreta se agotó en medio de amenazas y maldiciones, y pudo creerse que todo terminaba allí. Sin embargo, pasada la medianoche, se precipitó el demencial ataque. Dentro del domicilio de calle Gianelli estaban Chazarreta, Gorosito y dos jóvenes, mientras que en otro sector de la casa se hallaban dos hijos de la mujer.

Tres hombres, aparentemente en una motocicleta y un auto, empezaron a disparar contra el frente de la vivienda y los peritos habrían de confirmar más tarde cerca de 20 accidentes balísticos de calibre 9 milímetro, 38 y 22 largo.

Una de las balas atravesó la cabeza de Chazarreta y otro dio en el brazo izquierdo de Gorosito. En la huida, uno de los atacantes gritó en tono de celebración “lo maté, lo maté”: ese hombre fue reconocido por una testigo como Cardozo.

A Chazarreta intentaron asistirlo. De hecho, lo subieron a un automóvil para llevarlo al HIGA, pero la llave se quebró dentro del tambor de ignición. De todos modos, el conductor constató de inmediato que ya no había nada que hacer.

Apremios y amenazas

La investigación la llevó a cabo la comisaría quinta y el fiscal Lódola, y desde un principio se señaló a “Michel” como uno de los que había disparado. Las dos jóvenes que estaban dentro de la casa aportaron sus datos, también una vecina, aunque sus declaraciones con el correr del proceso se vieron alteradas por miedo.

Es que quedó comprobado en el juicio, porque se exhibieron capturas de pantalla de mensajes, que dos de las mujeres fueron amenazadas para que no incriminaran a Cardozo. “No declares si querés a tus chicos bien”, decía uno de los textos enviados. Pese a esto, las testigos mostraron gran valentía, incluso aquella que se presentó a mediados del proceso para decir que en realidad estaba muy drogada la vez que había declarado identificando a Cardozo. Finalmente, en el juicio confesó que lo había hecho amenazada, algo que los jueces admitieron como válido.

Cardozo defendió siempre su posición al decir que no había matado a Chazarreta y que esa tarde y esa noche había estado trabajando para un reparto en una rotisería del sur de la ciudad. Que era cierto que había ido a la casa de la calle Gianelli más temprano, pero para llevar a un familiar a comprar cocaína. Además, agregó un dato revelador: a Noelia Gorosito la conocía porque cuando él salía a robar -dijo- ella se dedicaba a escuchar la frecuencia policial como apoyo.

Los jueces no creyeron la versión del imputado porque determinaron que, aunque parte de lo que aseguró haber hecho esa noche pudo haber sido cierto, no impedía su participación en el asesinato. Además, los relatos de los testigos directos identificándolo fueron contundentes.

Gorosito, la mujer que resultó herida en el tiroteo, murió tiempo después. Uno de sus hijos, que también estaba dentro de la casa esa noche, también.

Los jueces en la sentencia ordenaron no cerrar la investigación, no decomisar la evidencia y continuar con el propósito de identificar a los otros dos hombres que atacaron a tiros la casa. Lo que nunca se pudo confirmar fue el móvil de la balacera, pero la sospecha más obvia es la de una disputa por el posicionamiento en la venta de drogas.