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La Ciudad 11 de junio de 2018

“Llevar salud a lugares donde no tienen acceso nos llena el corazón”

El grupo Amigos Solidarios por la Salud volvió de otra misión en el Impenetrable chaqueño donde atendieron gratuitamente en comunidades aisladas. "Volvemos con el corazón lleno", coincidieron.

El proyecto está formado por un grupo de profesionales. La mayoría son médicos pero también hay un arquitecto y otros voluntarios.

La señora no llega a los 70 años y hace décadas que perdió sus dientes. Volvió a tenerlos luego de que los profesionales marplatenses le colocaran una prótesis. Al otro día de ser atendida, volvió al lugar y cuando los médicos sospechaban que podía tener alguna molestia, los abrazó y les dijo: “Yo no tengo nada, con mis lágrimas les estoy pagando”, les dijo. Y todos rompieron en llanto.

Otro de los habitantes del lugar no podía ver por no tener un par de anteojos. El oftalmólogo le colocó uno de los pares que habían llevado: de la emoción, se los dejó puestos hasta para dormir.

En el Impenetrable chaqueño, casi todas las historias son tristes. Y los Amigos Solidarios por la Salud llevan todos los años su ayuda para dar una mano en un lugar inhóspito.

“Lograr llevar salud a lugares donde no tienen acceso es lo más lindo que nos puede suceder”, cuenta con una sonrisa Eduardo Gáspari, el oftalmólogo que lanzó la iniciativa hace más de una década.

El proyecto está formado por un grupo de profesionales que tienen un objetivo común: dar una mano. La mayoría son médicos pero también hay un arquitecto y otros voluntarios. Dos veces al año, viajan hasta el Impenetrable chaqueño y montan un consultorio donde atienden a toda la gente del lugar. Son cuatro días en los que casi no hay descanso.

“En el lugar al que vamos no hay farmacias, ópticas, negocios, polirrubros, ni nada donde la gente pueda solucionar lo más básico de la atención médica. Esa idea fue creciendo y gracias a Dios hoy formamos Amigos Solidarios por la Salud, que es un grupo de amigos con la misma tónica: tratar de dar una mano”, explica Eduardo a pocos de llegar a la ciudad luego de una nueva misión. “Te puedo garantizar que cuando vamos, volvemos con el corazón lleno porque es lo que vos soñaste. Ayudar a alguien, darle un par de anteojos, curar un diente, sacar una placa, dar una mano Y realmente ir a lugares donde no hay acceso a una salud digna”, agregó.

En el último viaje, los profesionales marplatenses atendieron alrededor de 2 mil consultas en cuatro días. Hicieron 350 extracciones de sangre, colocaron 48 prótesis dentales, realizaron 200 ecografías, 60 papanicolao y atendieron 800 consultas oftalmológicas.

El acceso a la salud que llevan los profesionales marplatenses es prácticamente el único que tienen los habitantes del lugar.

“Es un lugar muy duro. No es fácil vivir ahí ni llevar atención médica. Hay que reconocer que las autoridades hacen lo posible pero no hay profesionales que puedan ir a atender porque las condiciones de vida son muy duras. Uno vive en Mar del Plata y tiene asfalto, o abre la canilla y sale agua, y hay calefacción. Allá el profesional no puede resistir trabajando en esas condiciones”, señaló el oftalmólogo.

“Hace diez años que vamos y nos damos cuenta que es muy difícil hasta para las autoridades. Se solucionaría con un camino asfaltado y un caño de agua, pero hay que reconocer que es un lugar extremadamente difícil”, añadió.
Eduardo recordó que un año se realizaron “32 operaciones de cataratas”. “No hay que hacer una medicina de gran complejidad para solucionar las necesidades básicas de una población que está aislada”, graficó.

Más historias

Fabio es uno de los odontólogos que forma parte del grupo y fue el protagonista de la historia con la señora desdentada. “Nos abrazó y dijo que como no tenía nada, nos pagaba con sus lágrimas. Eso para todos nosotros fue terrible. Ese hecho ya justifica el viaje de una manera impresionante”, recuerda y vuelve a emocionarse.

Para Carlos, el ginecólogo, cada viaje es “enriquecedor”.

“Es muy gratificante poder darle una mano a mucha gente olvidada. La intención es poder aportar algo a esta situación”, explica y resalta uno de los principios que motoriza el proyecto: “Es la manera de agradecer un poco lo que uno ha recibido al poder estudiar gratis en la Universidad”.

En el primer viaje, el ginecólogo trajo a Mar del Plata 40 papanicolaou. Tras procesarlos, se detectó un cáncer de útero y, al trabajar en conjunto con las autoridades del lugar, se pudo ubicar a la señora, operarla y salvar su vida.

“Hay que agradecer a la doctora Pomar que tras cada viaje, procesa en su laboratorio todas las muestras en forma gratuita”, destaca Carlos.

Mario es el cardiólogo del grupo y no deja de sorprenderse cada viaje que emprende. “Recibimos mucho de nuestros pacientes, es muy movilizador”, dice y resalta la “predisposición de la gente del lugar”.

“Los cardiólogos estamos acostumbrados a ver pacientes longevos y el promedio allí son 50 años. Hacemos dignósticos, les dejamos medicación e insistimos en que concurran a un centro asistencial”, cuenta.

José es arquitecto y es una pieza fundamental en el grupo. Su presencia es clave en el armado de lugar de trabajo.

“Mi tarea es hacer todo lo posible en la logística. En algunos lugares no hay energía, llevamos generadores, proveo el agua para poder bañarnos, y cuando ya está resuelto, trabajo con el resto en lo que pueda ayudar”, explica.

En los últimos viajes, se sumó un peluquero al grupo. “Fue la sensación. ¿Te imaginás un estilista allá? Es algo que no existe”, dice Eduardo con la satisfacción de sentir que lo que soñó hace 20 años hoy es una realidad. “Volvés con una energía que te renueva. En el primer viaje fuimos un pediatra y un oculista. En este último, fuimos 34 con toda la lista de profesionales y esperamos seguir creciendo”, finalizó.

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