Leopoldo Gaillour: “Sin perder el respeto, hay que sacarle el smoking de carton a la música académica”
El músico y cantante se preguntó cómo sonaría Johann Sebastian Bach, con herramientas del siglo XXI. Tomó seis de sus obras más importantes y tradujo, con sonidos de hoy, lo que está escrito en las partituras.
“Es un compositor que admiro” definió Leopoldo Gaillour sobre Johann Sebastian Bach, referente alemán que ha sido considerado el padre de la música. El músico y cantante marplatense lo eligió para su proyecto Neo Bach, un disco de seis temas en los que se propuso investigar cómo sonarían las composiciones de este icónico referente del barroco, con herramientas tecnológicas del siglo XXI.
“Sin perder el respeto, hay que sacarle el smoking de carton a la música académica” sostuvo el artista quién además ha realizado trabajos compositivos sobre frecuencias y dos discos con arpa celta y ha participado en proyectos de ópera gestados en la ciudad.
“Creo que todos los músicos de alguna manera siempre le rendimos homenaje a Bach porque es como una bisagra en la historia de la música occidental” contó Gaillour a LA CAPITAL.
Pero su tributo es diferente. “Siempre tenemos una mirada al pasado, cuando tocamos la música de Bach siempre pensamos como sonaría en el siglo XVIII, cómo sería la forma de interpretarlo, pero pocas veces nos ponemos a pensar qué es lo que pasaría si Bach, con su cabeza de otro planeta, se trasladara a este siglo y compusiera su música con las herramientas sonoras que tenemos hoy, con todos los medios electroacústicos que hay desde lo digital” señaló.
Para el joven músico “no podemos dejar de lado los elementos y herramientas que existen y que nos dan la posibilidad de crear música muy bella e interesante”.
“Intenté hacerlo con el mayor respeto posible, obviamente quitando la solemnidad que muchas veces encontramos en la música académica y que creo que hace bien” sostuvo.
Y reconoció que “fue un trabajo de muchísimas horas, de muchos días, para poder encontrar ese equilibrio entre que se escuche la obra con el mejor buen gusto que pudiera llegar a darle, pero adaptándola a estos tiempos”.
En suma, “traer el barroco al siglo XXI en lugar de ir hacia el barroco, como una manera de deconstruirse a uno mismo, porque cuando nos dedicamos o tomamos una obra académica, solemos llenarnos de estructuras, quizás de pre-conceptos que hemos ido formando con el tiempo que también hay que liberarse. Hace bien ablandarse, animarse a hacer la misma música pero con otra mirada”.
Gaillour tomó seis obras “que me parecieron representativas de toda su producción, que es enorme”.
Ellas son el Preludio N°1 en Do mayor, los corales La pasión según San Mateo y La Pasión según San Mateo, un aire conocido como “adagio” o aire de cuerdas, para orquesta, una suite para cello y La siciliana -que tiene adaptaciones para concierto y para sonata de piano y flauta-.
Para La Siciliana “le pedí colaboración a una muy querida amiga, Claudia Uriburu, quién toca flauta traversa e hicimos una mixtura entre la melodía principal, que está compuesta para flauta traversa y la parte de piano u orquesta la realizamos en formato digital, pero no queriendo reproducir el mismo sonido que tendría que tener de forma original, sino reconstruyendo de alguna manera lo que está escrito. Interpretar lo que está en la partitura y representarlo con otros tipos de sonidos”.
Arpa y terapia sonora
Tanto Neo Bach, como Frecuencias Cristalinas, Aqua y Celtic Songs, son producciones de Leopoldo Gaillour en cuarentena y se desprenden del trabajo que viene realizando hace algunos años como “terapista sonoro”, actividad que lo llevó a encontrar en el arpa celta, no un instrumento que ama, sino una extensión de su propio cuerpo. Los trabajos discográficos “nacieron de la necesidad de estar en contacto con la creatividad” definió el artista en la charla.
“En estos tiempos en los que las actividades diarias, rutinas y obligaciones se vieron modificadas y estamos confinados en el hogar, me encontré con más tiempo libre y en cierta forma a pesar de que parezca extraño, tengo una razón para aradecer a esta situación porque me ha dado una posibilidad enorme que antes no encontraba de trabajar de manera mucho más activa en mi quehacer como músico” apuntó.
En esos primeros días de aislamiento comenzó grabando producciones que tienen que ver con “el enfoque terapéutico del sonido y la vibración”. “Sentí la necesidad de difundir esta herramienta de forma masiva” reconoció.
Gaillour estudia piano desde los 5 años y toca en público desde los 15. El arpa llegó mucho después, casi por casualidad a su vida y fue “una epifanía” definió. Según aseguró, se sintió conectado al instrumento como si lo tocara de toda la vida, algo que con el piano y el canto nunca le había ocurrido.
Sin conocerlo, le encargó a un luthier de Córdoba este arpa celta, diatónica. “No sabía cómo iba a ser, más allá de que como músico podía realizar un paralelismo con el piano y, cuando lo tomé, fue un momento muy increíble. Desde entonces es parte de mi esencia. Afinarla fue como afinarme a mi mismo” reflexionó.
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