Leandro Gil, el escritor sin brazos que inspira con su libro e historia de vida
El joven periodista que brinda charlas motivacionales presentó el fin de semana "Las vías de la herida" en Mar del Plata. “Logré la forma de hacer la vida que me imaginaba antes del accidente”, aseguró al compartir su historia de superación con LA CAPITAL.
Leandro Gil, periodista, conductor radial y autor de "Las vías de la herida".
Por Gonzalo Gobbi
Un accidente de subte le amputó los dos brazos hace 11 años. “No, no me dejes así”, gritaba una y otra vez una voz somnolienta en la cabeza del joven periodista de 22 años, atrapado todavía debajo de una formación de la línea E en la estación Jujuy. Hubo algo adentro de él que lo hizo resistir y pelear contra una sed sofocante sin percibir que estaba desangrándose, sin tomar conciencia aún de que su vida estaba por cambiar inciertamente para siempre. Leandro Gil aprendió de su diversidad funcional para “volver a nacer” y siguió adelante. Usó la boca y un palo de batería para volcar su historia en un libro (“Las vías de la herida”) para contársela a su hija, su motor, su impulso para vivir la vida que imaginaba antes del accidente.
Aquel episodio bisagra lo inundó de una profunda crisis difícil de procesar. Volvió a luchar contra el “no puedo” y el “¿Y ahora qué?”. El duelo fue largo y complejo, pero Leandro tuvo en claro que su vida no terminaría allí. Y la radio, el periodismo, la educación, las palabras, la música y su hija serían puntapiés para transformar el dolor en acción: el fin de semana viajó a Mar del Plata y presentó su primer libro en el Teatro Auditorium, en la presentación más grande de las que hasta ahora realizó y en la que combinó su historia personal con las charlas motivacionales que hace tiempo viene dando.
Invitado por el Rotary Club, el autor de “Las vías de la herida” reconoció que la visita a Mar del Plata cobra esta vez un carácter especial. Como muchos, el disfrute de la ciudad y la vida personal lo trajo varias veces a la costa. “Esta vez fue diferente, jugaron fuerte las emociones porque es la presentación más importante que hice hasta el momento”, le confesó a LA CAPITAL.
La lucha después del accidente del 2008 comenzó realmente después de su recuperación física. “La educación fue mi resguardo para poder llevar mi vida adelante”, dijo al recordar las “miradas sensibles” de aquellos que lo descubren. Lidia hace años con esa mirada cargada de prejuicios a cada lugar al que va.
“Yo llevo 11 años con esta discapacidad pero las miradas y actitudes en lo social son las mismas de aquel momento. Quizás haya más conciencia a la hora de expresarlo, pero en realidad sigue estando el mismo prejuicio y las mismas discriminaciones”, contó Leandro, quien admite haberse descubierto en “un mundo ajeno”.
“Hasta entonces (el accidente) yo era una persona convencional. Pero de pronto las miradas eran otras y las respuestas a mi currículum a la hora de buscar trabajo también. Me miraban las cicatrices en lugar de la información del CV. Y eso sigue pasando. Si bien en los últimos años conseguí trabajo, los primeros años no y fue muy difícil”, recordó.
Logró, siempre luchando contra la adversidad, volver a ser independiente sin impedimentos para realizar ninguna actividad que realicen las personas “convencionales”, como las define. Pero esa independencia, atravesada tanto por lo personal como por lo profesional, surgió de su necesidad imperiosa de “buscar la forma para hacer la vida que me imaginaba antes del accidente”.
“Siempre quise ser periodista, conductor de radio y escribir. Cuando perdí los brazos, después de un largo proceso de duelo, puede ser posible en lo laboral y lo cotidiano llevar la vida y los sueños adelante”, dijo.
“Las vías de la herida”
El libro, publicado en diciembre de 2017, fue una respuesta a la pregunta de su hija al indagar sobre su condición física. Escrita como una novela y no como una autobiografía, Leandro Gil aprovechó sus herramientas como periodista y su pasión por la radio para contar no sólo el accidente, sino también para hablar de cómo cambió su vida cotidiana, su alimentación, su higiene, su mundo.
“Todos nos vamos a morir; todos tenemos una fecha de vencimiento aunque no la conozcamos, pero cuando estás tan cerca te hace frenar la pelota y mirar la cancha desde otro lado”, explicó el autor que vino el sábado a presentar su libro en el marco de la actividad organizada por el Rotary Club.
El libro, también disponible en formato audiolibro y con traducción a la lengua de señas, lo escribió utilizando un palo de batería para tipear en la computadora. También usó su nariz para escribir en el celular, mismo método que utiliza para realizar cualquier función disponible en el teléfono.
“Quería escribir el libro pero no sabía bien cómo o desde dónde. Conduciendo en la radio me sentía bárbaro y entonces llevé el libro a un formato radial, con mucho código radial”, dijo. El proceso fue largo pero “muy satisfactorio”. Ahora ya trabaja en su segundo libro, que se llamará “El pacto de las hormigas”, en el que repetirá ese mismo formato radial, con un texto escrito en bloques y no en capítulos, para ahondar en la importancia de los vínculos.
Publicar el libro tampoco fue fácil. Así como al buscar trabajo las miradas apuntaban a sus brazos, en algunas editoriales la propuesta cayó en la indiferencia. Una vez más, Leandro no se rindió y optó por publicarlo en forma autogestiva.
“Haciendo la publicación por mi cuenta, apelando a Ideame que es una plataforma de financiamiento colectivo donde lectores podían acceder a una preventa, comprando por adelantado cada ejemplar a mitad de precio. Vendimos 200 ejemplares y agotamos una primera tirada, después se hizo una segunda y así hasta el día de hoy. Después ganamos un reconocimiento del Gobierno de CABA que nos permitió hacer una tirada más. Y con cada venta hacemos un libro más. Así se va retroalimentando”, explicó.
La educación
“No me imagino de otra forma”. “No me imagino trabajando de otra cosa”. Leandro Gil se reconoce tal cual es y asegura y remarca que ni siquiera el brutal accidente modificó sus sueños. Seguir adelante, sostiene, fue posible gracias a la educación.
“La educación es fundamental, es el primer paso de la educación. Fue fundamental para que yo pueda escribir un libro, tomarme un colectivo e ir a presentarlo ahora en Mar del Plata. Fue y es mi resguardo”, contó.
En su momento, Leandro fue despedido de su trabajo: el Ministerio de Educación. El golpe y la espalda que le dio el sistema fue doble en esa oportunidad. Su caso giró por los medios de comunicación como un acto de discriminación. Con el tiempo recuperó su trabajo y siguió adelante.
“Le pongo mucha pasión a lo que hago. Cuando me dicen ‘Mirá que bien’ un poco me molesta. Es mi vida. No me imagino quedándome en la cama llorando. Es lo que quiero, es mi vida. Y la educación, como mi hija, han sido y son mi motor para superarme y mirar siempre adelante”, completó.