“Asesino”, lo injuriaban sus compañeros. “Si no venís más a la escuela, mejor”, le espetó una maestra. Los insultos contra el chico de 13 años se hicieron insoportables luego de que, jugando, se colgara del mástil de la escuela 51 del barrio Belgrano con la mala fortuna de que el palo se viniera abajo y lastimara a una compañera.

La nena sufrió un corte en la cabeza, fue internada y dada de alta el lunes. Pero al adolescente las palabras de sus compañeros y de la maestra le retumbaron tanto en los oídos que se quiso cortar las venas con una gilete. Por suerte, se desmayó antes de que lograra suicidarse, y su hermano lo encontró en medio de un charco de sangre.

Según contó en declaraciones a LU6 su madre, Zulma, el mástil se cayó como consecuencia de un mal mantenimiento, no porque su hijo hiciera nada distinto a otros alumnos. “No fue el único chico que se subió al mástil. Lo hicieron otros y pasó (el accidente) cuando él se subió”, comentó.

“A partir de este hecho comenzaron a molestarlo demasiado, y él es un chico especial que está saliendo de una epilepsia. Estuvo muchos años en tratamiento y está tratando de hacer una vida más o menos normal”, explicó.

Sobre el intento de suicidio, apuntó: “Fui al colegio a hablar con los profesores, con la directora, llegué a mi casa y le dije a él que tenía que hablar con esa nena, por lo menos para pedirle disculpas. El se encerró en su habitación y en un momento su hermano lo encontró desmayado, se había cortado la muñeca, la parte de arriba, con una gilete. Por suerte al ver tanta sangre de desmayó, no pudo seguir haciéndose daño”.

La madre se sorprendió con muchas de las cosas que su hijo le contó a los psicólogos que lo atienden en el hospital Materno Infantil, donde fue internado luego de que intentara quitarse la vida: “Muchas cosas no sabía, me termino de enterar ahora, como que lo llaman ‘asesino’. Le dicen que él intentó matar a la nena”.

Zulma confirmó que una maestra le dijo al chico que si no fuera más a esa secundaria, donde cursa el segundo año, le haría un favor. “El no aguanta más la presión. Se queja de (lo que le dicen) los compañeros”, indicó.

“Hay otra forma, creo que podrían ser más solidarios entre compañeros o en la escuela misma. Tratarlo de otra manera. No todos los chicos tienen la misma cabeza. Le ha dolido mucho lo que le están diciendo. Las palabras traen consecuencia también”, agregó.