Las notas no lo son todo, jugar ayuda al conocimiento: claves del libro ‘Era de idiotas’
David Pastor Vico vuelve, con más fuerza que nunca, a hablar de cosas incómodas y necesarias: la desconfianza hacia los otros, el individualismo, la soledad o la precaria educación de las nuevas generaciones.
“La educación es más que un boletín de calificaciones” y “si no se juega con otros” o “no se relaciona, no se aprende”; esta es la idea principal que el filósofo y divulgador David Pastor Vico traslada en el libro ‘Era de idiotas‘ (Ariel 2024), en el que avisa de que los niños llegan a la escuela con sus habilidades sociales cercenadas.
En una entrevista con EFE Pastor resalta la importancia de educar en la confianza tanto desde el centro escolar como desde el entorno familiar y advierte de que el “individualismo” que provocan las redes sociales y las pantallas está mermando el juego en la calle.
“Los niños ya no juegan…y no conocen a sus vecinos”, señala en su libro, que en forma de ensayo rememora a los filósofos griegos, Platón, Socrátes o Aristóteles, que participaban en los asuntos públicos de la antigua Grecia y donde los “idiotas” eran los que no se preocupaban por lo que afectaba a la sociedad.
Siglos después, Pastor advierte de que los “nuevos idiotas” serán las generaciones de escolares de Educación Primaria, que están “perdiendo sus habilidades sociales” si “parece que nos da miedo la calle” y “nosotros mismos no confiamos ni en nuestros vecinos”.
“Los alumnos no llegan al colegio en óptimas condiciones, llegan mutilados porque no han desarrollados las habilidades que da el juego con los amigos, como llegar a acuerdos, ser respetuosos”, incide al tiempo que recuerda que esto es también dar “conocimiento” y “desarrollar pensamiento crítico”.
“Desarrollar el pensamiento crítico gracias al pensamiento del otro”, puntualiza.
En este sentido, cree que el sistema educativo juega un papel importante y debe tomar iniciativas, como hacer que los centros escolares sean “espacios de socialización” que ayuden al trabajo en equipo, como ocurre en países como Finlandia, donde se da clase cuarenta minutos y otros veinte son de trabajo o tutorías, y donde se fortalecen los vínculos de amistad.
‘Era de idiotas’, es una reflexión que busca “educar en la confianza para crecer en sana convivencia” y arremete contra la sobrecarga de las actividades extraescolares que no son la solución para socializar más: “Nuestros hijos ven a unos niños 2 o 3 horas una vez a la semana y luego se van a sus casas y no les vuelven a ver”.
En este sentido reivindica el contacto con el entorno más cercano y lamenta el excesivo uso que se hace de las pantallas y de las redes sociales, que al irrumpir en los colegios “legitima a los padres a usarlas”.
“Si el niño va al colegio y le ponen una tablet, el efecto legitimador a los padres de mantener la misma pantalla en casa está hecho”, recalca tras considerar que el uso de las tecnologías hace perder “cálculo mental o capacidad de lectura y de comprensión”.
“Virtual significa aquello que parece lo que no es”, recalca mientras señala que la “alfabetización digital no nos hace más inteligentes” sino “más manipulables” ya que “al menos un amigo pesado puede ser empático pero la red social utiliza el lenguaje de la amistad falsa”.
Además de que crean problemas de salud mental, resalta tras señalar estudios que revelan un incremento de los problemas de ansiedad y de depresión en los jóvenes y una elevada tasa de suicidios en adolescentes.
Por eso, Pastor apoya empezar a trabajar en las emociones desde la escuela porque los chicos llegan al colegio “sin la capacidad de comunicarse”.
“No te miran a los ojos cuando les hablas, porque copian el modelo del padre, que les habla sin mirarles porque están con la pantalla en la mano”, señala recordando a los clásicos como Socrátes que recomendaban “conocerse a uno mismo” para conducirse bien en la vida y “dárselo a los demás”.
Admite que ha escrito el libro tras ser padre de dos mellizas y querer dejar una herramienta para “hacer un mundo mejor”. Para “remover” conciencias, aunque es consciente de que hay mucho fatalismo en sus páginas. Pero…la “filosofía se hace a martillazos como decía Nietzsche”, recalca.
EFE.