Las actual playa Varese hace más de un siglo
Así era Mar del Plata, una de las postales de "Fotos de Familia".
En los albores de la Mar del Plata turística (fines del siglo XIX-principios del siglo XX) los aristocráticos visitantes gozaban de su microcosmos europeo en torno a playa Bristol. Pero otros dos polos veraniegos no tan “distinguidos” evolucionaban al norte (La Perla) y al sur (actual zona de Varese).
Este último comenzó a ser explotado de manera accidental por los hermanos Durrossier, que montaron un pequeño establecimiento en la playa para ofrecer comida a los obreros que desde la década del 80 construían en esa zona desierta el Hotel Saint James; un emprendimiento monumental que quedó abandonado en su etapa final y que fue demolido en 1923.
Lo cierto es que ese proyecto frustrado le puso nombre al sector. Tanto la playa como el hotel de madera que los hermanos Durrossier levantaron sobre la arena pasaron a llamarse Saint James y así quedó reflejado en postales y planos de la época.
Luego pasaría a llamarse “Playa de los Ingleses”, nombre que muchos marplatenses aún tienen presente. ¿Cómo y porqué se produjo el cambio?. Hay dos versiones y la primera sabe a leyenda. A mediados del siglo XVII habrían abandonado allí a un grupo de marineros británicos que viviría luego una tortuosa odisea. ¿Es posible que esta historia –en caso de ser cierta- haya resucitado repentinamente en la memoria colectiva para borrar de un plumazo el nombre que los usos y costumbres le habían impuesto a ese sector?.
Por eso creemos más en la segunda versión: esa fue la playa que adoptaron como propia los ingleses que trabajaban en el Ferrocarril del Sud. Y que pronto ganó las preferencias de muchos integrantes de la comunidad británica en Argentina.
Un valioso álbum que recibimos hace tiempo en el marco del proyecto Fotos de Familia nos permitió conocer imágenes y nombres de personas que frecuentaban ese balneario entre 1920 y 1930: Beryl, Donald y Malcom Mackintosh, Colin Dudley, M.N Taylor y Joyce Reed, entre otros. No debe extrañarnos entonces que para el común de la gente esa fuera “la playa de los ingleses”; del mismo modo que “La Popular” tuvo el ominoso nombre de “Playa de los Cirujas” por concentrar a los bañistas menos pudientes.
En el verano de 1908 el genovés Luis Varese levantó en la misma zona un restaurante y casa de té que se fue ampliando con habitaciones y terminó siendo el hotel Centenario. El camino costero apenas pasaba unos cientos de metros el Torreón del Monje y se interrumpía donde hoy está la disco Sethai. Allí se encontraba el “Centenario”, que llegó a tener 120 habitaciones y un muelle donde funcionaba su restaurante. Hacia el sur y a lo largo de la bahía proliferaron los hoteles de madera montados sobre la arena y la barranca.
La fisonomía cambió en 1924 cuando ampliaron el camino hasta Cabo Corrientes, devastando la barranca de piedra para dar origen a lo que conocemos como Paseo Jesús de Galíndez. Los hoteles tuvieron que dejar la playa para instalarse en la mano contraria, donde a lo largo de medio siglo ofrecieron una pintoresca postal mediterránea junto a algunas residencias.
Inicialmente las concesiones se tramitaban ante la Provincia y luego ante la Nación, que se apropió de los terrenos. Una sucesión de malas políticas oficiales marcó el declive de ese tradicional sector. En la década del 70 el gobernador Bidegain procedió a la expropiación de los edificios para dedicarlos a efímeros proyectos. El abandono se adueñó de aquella “postal mediterránea” que fue definitivamente arrasada por el gobierno de facto durante los preparativos del Mundial de 1978. En 1982, al desatarse la guerra por Malvinas, todo nombre, símbolo o invocación británica fue borrado de los espacios y edificios públicos e incluso privados.”Playa de los Ingleses” dejó de ser tal, para adoptar el apellido de aquel genovés que hace 108 años creyó en el potencial de aquel paraje inhóspito.
La fotografía que ilustra este artículo pertenece al Archivo General de la Nación y fue aportada por Ignacio Iriarte a nuestro proyecto Fotos de Familia.
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