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Cultura 5 de abril de 2016

Las 8 preguntas para Olivia Diab

1) ¿Qué error le molesta más advertir en un texto literario? ¿cuál es el último que halló en el libro que está leyendo o que acaba de leer?
– Ultimamente me molestan los libros con letra muy pequeña y con espacio simple entre los renglones. Debe ser la edad… En general leo en soporte de papel. Libros que compro, que me regalan o que me llevo “prestados” de la casa de mi tía Chichi. Muchos de ellos tienen errores de tipeo, pero no me molestan demasiado. Es más, me gusta advertirlos y pensar “¡Qué atenta que estoy!”. En algunos textos dramáticos, suele pasar que le adjudican a un personaje lo que en realidad contestó otro. Esto dificulta la comprensión de la escena y provoca discusiones innecesarias entre los actores -¡eso sí que es tedioso! En mi libro ¨Los Feítos¨ hay muchos errores de tipeo, pero el error que más me molestó ver fue que el texto ¨Me seguís amando¨ que escribí para Sara, se lo adjudicaron a Román, cambiando así, completamente, el sentido de uno de los cuentos. Hace poco escribí un relato breve, ¨Más¨, contando lo que me sucedió con Sunset Park de Paul Auster. “…la historia me estaba conmoviendo hasta los huesos cuando noté que la página siguiente a la 192, era la página 256 y que luego del capítulo que contiene esas hojas, aparecía nuevamente el mismo capítulo conteniendo las mismas hojas…”, dice. Me quedé con las ganas de saber cómo terminaba esa novela pero fue ese error de impresión el que me llevó hasta otro libro igualmente disfrutable: Kafka en la orilla, de Haruki Murakami. A esos autores no se les encuentra error aunque sus editores se empeñen en tenerlos y el acto de leer, con o sin errores, es siempre gratificante y proveedor de experiencias maravillosas.

2) ¿Qué situación de su vida cotidiana encontró reflejada con sorpresiva exactitud en un libro, una película, una canción o cualquier otra obra de arte?
– Bueno, creo que Siri Hustvedt en su libro El verano sin hombres, ¡resume mi vida entera! Por otro lado es un hermoso libro con identidad muy femenina. Lo recomiendo.

2) ¿De qué lugar, personaje común o circunstancia en general que ofrece Mar del Plata se apropiaría para incorporarlo como pasaje central de alguna de sus obras?
– El café Orión durante algún Festival de Jazz me parece un escenario ideal para mi próxima obra. Un grupo de músicos tocando, no ensayando, tocando durante horas, improvisando, sin tiempo, perdidos en sus instrumentos y en comunión con el sonido y el vaso de vino. Para fumar tendrían que salir a esa esquina que aunque ventosa -y en verano muy ruidosa- es la que les permite ver el mar mientras siguen escuchando al grupo de jazz, a sus amigos, tocando. Estos fumadores, en la soledad de la esquina se sumergirían en reflexiones y recuerdos de su propia vida. Bueno, esa esquina y ese café, pueden contar toda la historia de Mar del Plata, su intimidad.

3) ¿Cuál es el mejor diálogo que recuerda entre dos personajes de ficción?
– En la novela El último encuentro, de Sándor Márai, dos hombres mayores que de jóvenes habían sido muy amigos, se reencuentran después de cuarenta años, para decirse ese secreto que guardaron por tantos años. El libro entero -si bien tiene un narrador omnisciente- es el diálogo entre estos dos personajes que sentados, frente a frente, libran una guerra sin armas, sumergidos en una lamentación nostálgica, resignada, con cuentas pendientes, viejos rencores y equivocaciones. El enfrentamiento entre amistad y pasión, razón y sinrazón, honor y rebeldía. Y por supuesto todo se debe a una mujer, la tercera en discordia. La novela es magistral.

5) Si le permitieran ingresar en una ficción y ayudar a un personaje, ¿cuál sería y qué haría?
– Cada vez que leo o veo en el teatro alguna versión de Otelo, me sublevo. Entraría en el segundo acto, levantaría del suelo el pañuelo de Desdémona recién caído y le diría: “¡Qué descuidada! ¿No ves que por perder este pañuelo de morondanga vas a terminar muerta?¨ La obra sigue y yo no le grité a Desdémona, así que hacia el quinto acto entraría a la habitación del mismísimo Otelo que se pasea en camiseta alabando a Yago y le diría: “¡Sos un tarado! Yago te está mintiendo, es un traidor! (cachetazo!). Por ser tan machote y escuchar al malvado éste vas a terminar mal! Desdémona te ama y es un pan de Dios. El pañuelo se le cayó en la escena dos y fue Yago el que armó todo este quilombo”. La obra es una genialidad sin mis intervenciones, claro, así que al finalizar pienso que lo triste es que toda esa trama de celos, competencia, machismo y violencia que data del año 1600 sigue estando a la orden del día en nuestra vida real. Eso cambiaría, sí, me gustaría que cambiase.

6) ¿Recuerda haber robado un libro alguna vez? ¿Cuál o cuáles?
– Si pido prestado un libro, lo leo. Si me gusta, ya no lo devuelvo a no ser que me lo reclamen expresamente. Al mismo tiempo, cuando presto un libro, lo considero perdido pero me alegro de que alguien más lo disfrute. Hace tiempo le presté Mr Vértigo, de Paul Auster, a una persona que quiero mucho pero que ya no veo, un hombre del que estuve enamorada. Me alegra que guarde en su biblioteca ese magnífico libro. Espero que lo haya leído. Que lo tenga en sus manos, que pase las hojas delicadamente con sus dedos mientras recorre con sus ojos cada detalle, lo comprenda completamente… me produce satisfacción. Es casi erótico. En este momento estoy leyendo La leona blanca, de Henning Mankell, un policial exquisito. Lo tomé prestado de la biblioteca de mi tía Chichi, ella es mi proveedora y una gran lectora, además tiene plata y si bien tener una buena biblioteca no depende exclusivamente de esto, la cantidad de libros nuevos que un lector acumula en sus estantes es bastante proporcional a la medida de sus ingresos monetarios. O toma prestados muchos libros.

7) Un extraño hongo se esparce por su biblioteca y consume de manera irrefrenable los libros. Solo dispone de unos segundos para actuar y salvar a tres de ellos. Lo que usted hace para ganar tiempo es arrojar a la voracidad del hongo a otros tres libros. ¿Cuáles serían los sacrificados y cuáles los salvados?
– Si ese hongo viniera, que se olvide de todos mis libros de Haruki Murakami pero sobre todo que no ose acercarse a Tokio Blues, ni a Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, mucho menos a Relatos reunidos de Hebe Uhart, Principiantes de Raymond Carver o cualquiera de los dos tomos de Obras Escogidas de Héctor Tizón. A Ella imagina de Juan José Millás no lo tengo en la biblioteca así que está salvado de antemano. Uh! Me pasé, ¿no? “Bueno hongo malvado, te puedo convidar un par de libros de Marcos Aguinis, creo que no me da ni para regalarlos, y la Enciclopedia Jakson completa, que data del siglo pasado y ocupa mucho lugar en los estantes. Provecho!”

8) Se le concede la extraordinaria excepción de hacerle una única pregunta a uno de sus tantos escritores predilectos. ¿Qué le preguntaría?
– ¿A Haruki Murakami?: ¨¿Te querés casar conmigo?¨ Si aceptara, ya estaría en condiciones de hacerle más preguntas, en la intimidad: querría saber si la tristeza de todos sus personajes es su tristeza. Creo que su respuesta daría origen a otro libro.

(*): Actriz, dramaturga y docente. Conductora y jurado inapelable de los Premios Concha Off. Sus textos y relatos los encontrás en www.notasdeolivia.blogspot.com



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