La ultraderecha francesa cambia de nombre y renuncia a su patriarca para crecer
Se agrupará bajo la denominación de Agrupación Nacional. Marine Le Pen volvió a defender una civilización amenazada por las olas migratorias y por el avance del islamismo.
Marine Le Pen durante el congreso de la ultraderecha. Foto: EFE.
por Enrique Rubio
LILLE, Francia.- Consciente de haber topado con su techo electoral, la ultraderecha francesa lanzó hoy una publicitada operación de cambio de nombre y de renuncia a su patriarca, Jean-Marie Le Pen, para tratar de llegar al gran número de ciudadanos que nunca la votó.
Adiós al Frente, término considerado demasiado belicoso, y bienvenida a la Agrupación, nueva denominación del partido que dirige Marine Le Pen y que conserva el adjetivo Nacional como seña de identidad irrenunciable.
Los afiliados refrendarán ahora -lo contrario sería difícil de imaginar- en una consulta interna el nuevo nombre de Agrupación Nacional propuesto por Le Pen en el XVI Congreso de su partido, que giró en torno a la redenominación de una formación que, sin embargo, ideológicamente no se ha movido un ápice.
La mejor prueba de que las constantes de la fuerza política permanecen inalteradas la dio el discurso de clausura de Le Pen, en el que recurrió a sus argumentos habituales: inmigración, islam, seguridad y proteccionismo.
Durante hora y media, Le Pen incidió en el nuevo eje que, a su juicio, vertebra hoy la política.
Por un lado, los “globalizadores”, encarnados por el presidente francés, Emmanuel Macron, y caracterizados por el “nomadismo” y el desapego que sienten hacia su nación y hacia las cosas duraderas.
Por el otro, los “nacionales”, como ella, que defienden una civilización amenazada por las olas migratorias y por el avance del islamismo.
Guardó para el final el secreto mejor guardado, la nueva denominación del partido, que fue recibida con cierta frialdad por una audiencia poco convencida.
En un partido como el Frente Nacional, los cambios no se reciben con los brazos abiertos.
Y si éstos se perciben como una forma de negación de su propio pasado, el proceso puede ser doloroso, aunque muchos lo vean necesario y reconozcan que el antiguo Frente Nacional ya había chocado contra su techo de cristal.
“Desde el punto de vista electoral, si queremos unir, era conveniente (el cambio). Pero personalmente, por lealtad, yo voté en contra”, señaló a EFE el antiguo militar Thierry Llouberes, dirigente regional del partido en el departamento de Puy de Dôme.
El miembro de la Ejecutiva del partido y representante del ala tradicionalista Nicolas Bay argumentó a EFE que “se puede tener mucho apego a la historia del Frente Nacional y al mismo tiempo querer llevarlo a una nueva dimensión”, que, según él, se abre con las nuevas siglas.
Sin embargo, por si quedaban dudas, aclaró que la “refundación” proclamada por Le Pen sólo significará “afinar algo la línea política, para evitar que nos caricaturicen”.
Al cambio de nombre se le unió la ruptura definitiva con el patriarca de los Le Pen, Jean-Marie, privado de su cargo como presidente de honor del partido después de que ya hubiese sido excluido como militante.
La guerra abierta que mantienen desde hace años el cofundador del partido y su hija Marine Le Pen se zanjó con la eliminación de la figura de presidente de honor en los nuevos estatutos de la formación.
Hasta ahora, los tribunales habían impedido que el Frente Nacional despojase al patriarca de su estatus honorífico.
El ambiente en el Palacio de Congresos de Lille, la ciudad obrera que acogió la cita y bastión socialista, distaba mucho del anterior Congreso de la ultraderecha, celebrado en 2014 en Lyon bajo una euforia poco contenida.
Los malos resultados de Le Pen en la segunda vuelta de las presidenciales frente a Emmanuel Macron, donde sólo obtuvo un tercio de los votos, marcó el espíritu de un partido que se pregunta si alguna vez tendrá la posibilidad de alcanzar el poder.
Su mala prestación en el debate preelectoral frente al ahora presidente suscitó las dudas sobre la capacidad de Le Pen de ganar en unos comicios.
“Ella fracasó en el debate, al menos según la prensa. Pero Cristiano Ronaldo a veces falla un penal y no por eso es peor jugador”, comparó para EFE la jubilada Jocelyne Lhost, militante de base.
El éxito electoral de la Liga en Italia -cuyo líder, Matteo Salvini, dirigió un mensaje en video a los asistentes antes del discurso de Le Pen- es uno de los argumentos a los que se aferran los seguidores de la renombrada Agrupación Nacional.
Y para demostrar la vigencia del populismo de derecha, uno de sus mascarones de proa, el exasesor del presidente estadounidense, Donald Trump, Steve Bannon, fue el encargado de abrir un congreso de ambiente sombrío y pesimista.
EFE.
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