La tragedia en un edificio de Miami y la necesidad de controlar en Mar del Plata
La tragedia que ocurrió en Miami con el derrumbe del edificio encendió todas las alarmas sobre el cuidado y el estado actual de los edificios. Advertencia de profesionales de la ciudad.
El derrumbe de varios pisos del edificio residencial Champlain Towers en Miami, y el luctuoso saldo de más de un centenar de personas desaparecidas se convirtió en una noticia que recorrió el mundo entero, y que sin dudas, generó un llamado de atención entre quienes tienen la responsabilidad de autorizar y revisar obras.
Y el hecho de haberse registrado esa tragedia en una ciudad marítima, también enciende las luces de alerta en distritos con similares características, como Mar del Plata.
Lo cierto es que los edificios situados frente o cerca al mar, representan un riesgo para la seguridad pública si no se cumple con los controles necesarios por parte de los municipios, que muchas veces carecen de personal con la formación necesaria para realizar esta tarea, advirtieron desde el Colegio de Ingenieros de la provincia de Buenos Aires.
En Mar del Plata, las caídas de voladizos y mampostería se reiteran año tras año. En febrero, marzo y mayo de este año hubo tres siniestros de estas características -al menos tres alcanzaron repercusión periodística- sin registrarse heridos. Sin embargo el 31 de julio de 2020, falleció una mujer como consecuencia del desprendimiento de mampostería en un edificio ubicado en la zona de Colón y Arenales. Una mujer de 48 años transitaba con sus dos hijos pequeños por la vereda y falleció como consecuencia del desprendimiento en el quinto piso de ese edificio.
El 29 de diciembre de 2018, en tanto, una mujer de 35 años y su hija de 3 perdieron la vida en Punta Mogotes, cuando se desplomaron tres balcones sobre ellas en la esquina de Puán y Acevedo.
En estas horas, pudo saberse que hubo nuevamente preocupación en el Club de Pesca -Luro y la costa- tras la caída de importante mampostería durante el último temporal. En ese lugar “exclusivo” de la ciudad -un club para unos pocos socios con entrada restringida previo pago para el resto de los pescadores y a zonas diferentes a las de los asociados- ya hubo serios inconvenientes en materia de infraestructura, por lo que debieron realizarse distintas obras.
En Mar del Plata se multiplican los casos de edificaciones en precarias condiciones. La foto más emblemática sin dudas la constituye el edificio Bristol Center, la mole abandonada a pasos del Casino Central, en la manzana comprendida entre la peatonal San Martín y las calles Buenos Aires, Rivadavia y Entre Ríos. La estructura, con enormes falencias edilicias y una finalización de obra inconclusa -se construyeron solo dos torres y otras quedaron sin terminar- genera además la peor imagen posible para una zona de alto impacto social, económico y cultural. Una edificación que, para muchos, constituye “una bomba que puede detonar”.
Algo similar ocurría con un complejo ubicado a pocas cuadras de allí, en la zona de la diagonal Alberdi. Luego de décadas de abandono, finalmente se procedió a completar la construcción en base a las históricas estructuras.
Una dura advertencia
El colapso de Miami se puede repetir en Mar del Plata, advierten desde el Colegio de Ingenieros de la Provincia, y aducen sus responsables que no hay profesionales debidamente formados para realizar los cálculos estructurales adecuados.
Las construcciones, afirmaron, requieren de la aprobación de los cálculos estructurales por parte de los municipios, que son los que tienen el poder de policía, aunque, en muchos casos, “carecen de profesionales debidamente formados para realizar esta tarea, son los los ingenieros civiles en construcciones”.
En el mismo sentido, indicaron que existen profesionales de otras ramas, legalmente habilitados, pero que carecen de la formación necesaria en ingeniería estructural para realizar el control de las tareas de mantenimiento, por lo que se trata de un área que debería reservarse exclusivamente a los ingenieros expertos en la materia”.
“Lo de Miami -señala en off the record un reconocido constructor de la ciudad- significa un llamado de atención para todos. Es hora de prevenir estos desastres, en situaciones en las cuales los honorarios, las comisiones o ganancias desmedidas de los empresarios se acercan demasiado al filo de la inseguridad en materia edilicia”.
Por la cercanía con el mar, la principal precaución a considerar en el sudeste bonaerense está relacionada con la cantidad de salitre que circula en el aire y el impacto en la corrosión de diversos materiales. El nivel de salinidad que presenta Mar del Plata -se consignaba días atrás en un completo informe publicado por Página 12- se ve reflejado en el desgaste que sufren las estructuras metálicas del sector costero. A pesar de emplearse hierro galvanizado y otros procesos que buscan prolongar la vida útil de esos materiales, los semáforos, las columnas de alumbrado, y especialmente los soportes de cartelería suelen durar la mitad del tiempo que en otras ciudades del país. Así, cuando se registran jornadas con fuertes vientos, como sucedió la semana pasada, ya pasa a ser una noticia reiterada la caída de cables, carteles y, especialmente en la costa, la destrucción de los soportes de las banderolas publicitarias.
Según Eduardo Agüero, presidente del Colegio de Arquitectos distrito IX, el aire salino que genera la proximidad con el mar es lo más grave porque produce corrosión en el acero. Este aumenta su volumen y eso rompe todo lo que está alrededor. “Así -graficó- puede estallar el hormigón o puede haber desprendimientos de revoques, que es lo que se ve normalmente”.
Para el profesional, “no hace falta un gran derrumbe para tener que lamentar una vida humana”, al tiempo que subrayó que en los últimos años se percibe una falta de control del municipio puesto que el área encargada se fue quedando sin personal ni tecnología. “A veces -sentenció- si no se hacen las intimaciones, el sistema lamentablemente no funciona”.
Ampliar las normativas vigentes para que haya un mantenimiento más estricto y se prevengan las tragedias constituye una necesidad. Y más aún, hacer cumplir tales normativas. Nada más ni nada menos.