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Opinión 22 de octubre de 2016

La sombra del Papa sobrevuela la política argentina

por Guillermo Villarreal

El papa Francisco preside la audiencia general de los miércoles en el Vaticano. Foto: EFE/Angelo Carconi

El papa Francisco juega un papel cada vez más determinante en la política argentina, impone la agenda, marca el pulso tanto del oficialismo como de la oposición, y hasta algunos de sus interlocutores informales aseguran que es quien puede evitar un “estallido social” y “blindar” el mandato constitucional de Mauricio Macri.

En ambientes políticos todos hablan de él. Los pro Papa y los contra. Muchos cuestionan su injerencia en la política doméstica del país, otros muchos destacan su contribución para afrontar los temas más complejos de la coyuntura nacional. Algunos lo encasillan con la calificación de “Papa peronista”, los más lo consideran un “líder moral”.

A Francisco le atribuyen el poder sutil de “influenciar” y de hacerlo mediante la palabra, los gestos y, en particular, el auspicio de instancias de diálogo, al que el pontífice considera la herramienta más eficaz para resolver conflictos.

En la trastienda política, hay quienes afirman que Jorge Bergoglio ha dejado de ser el líder de la oposición al kirchnerismo de la “década ganada”, para convertirse en el referente del “nuevo” Peronismo que en un año intentará cerrar filas para darle batalla electoral al frente Cambiemos.

En lo coyuntural, al Papa le atribuyen haber influenciado para diluir la advertencia de la CGT de un paro general, hasta tanto se agoten todas las instancias de negociación. También haber evitado que las protestas de los movimientos populares que reclaman aumentos en los planes y empleo digno terminaran en represión, por la aplicación del protocolo antipiquete diseñado por el macrismo.

El Papa maneja los tiempos políticos. Distendió su relación con Macri en una audiencia privada en el Vaticano, en la que se conversó de los temas que le preocupan: pobreza, narcotráfico, inclusión social y generación de empleo.

No habían pasado 24 horas de ese segundo encuentro con el primer mandatario y, en la Plaza San Pedro repleta de argentinos -entre ellos Macri- para la canonización del Cura Brochero, el Papa volvió a llamar a sus compatriotas a trabajar “juntos” e instrumentar “políticas serias” para luchar contra la pobreza que “degrada, ofende y mata”.

El pontífice llama a la unidad e influye para propiciar el diálogo social para buscar consensos. Esa misma mesa de concertación que Macri demoró en convocar por considerar que era un signo de debilidad en la gobernabilidad, y que en su primera reunión del miércoles se limitó a acordar con sindicalistas y empresarios un bono de fin de año de 2.000 pesos para el sector privado, y no avanzó sobre temas urgentes como pobreza y desempleo.

En tanto, el Papa recibe en el Vaticano a dirigentes de la oposición, como lo hizo el lunes con el senador Fernando “Pino” Solanas, quien le entregó el documento del grupo antimacrista “Los Laudatos” y habló con Francisco “del momento ingrato que vive el país”.

Los interlocutores informales del Papa en Buenos Aires intentan sacarle el mote de “peronista” que muchos le atribuyen a Bergoglio por su militancia juvenil en la agrupación Guardia de Hierro, al afirmar que es ante todo un “líder espiritual” mundial.

Aunque el Papa suele abonar dudas con alguno de sus gestos, como lo hizo esta semana al enviar un videomensaje a los “amigos” del partido bonaerense de La Matanza, justo el 17 de octubre, Día de la Lealtad Peronista.

El mensaje de cercanía del Papa con los vecinos de uno de los pocos bastiones del conurbano que conservó el Frente para la Victoria tras la derrota electoral contundente que le infringió María Eugenia Vidal, fue visto durante una cena en un restaurante tradicional de San Justo por la intendenta Verónica Magario, su antecesor y actual asesor municipal Fernando Espinoza, y un reducido grupo de dirigentes y empresarios del distrito.

El saludo y bendición del pontífice a los matanceros es claro, casi un programa de gobierno: unidad, amistad social y políticas públicas para que a nadie en ese distrito “le falte lo necesario para vivir, comer y vestirse”.

Hechos y no palabras que permiten confirmar que la sombra del Papa sobrevuela la política argentina.

DyN.