El duelo menos conocido de Maradona ante Fillol y en España lo esperan a patadas
El recuerdo de un partido "olvidado" entre Argentinos Juniors y River por el Metropolitano 1980, con fotos que atesora LA CAPITAL. El precontrato con Barcelona, dos golazos de Diego y el rechazo de sus futuros compañeros y rivales.
Gol de tiro libre de Maradona a Fillol, en el Argentinos (2) -River (0) del Metro 1980. Foto: archivo de LA CAPITAL.
Diego Maradona y Ubaldo Matildo Fillol escribieron las historias más hermosas del fútbol argentino. Compañeros en el seleccionado y rivales en sus clubes, protagonizaron varios capítulos dignos de recordar.
Uno de ellos fue el 4 de mayo de 1980, un año antes del mucho más evocado Boca 3 -River 0. “El Pato”, ya consagrado campeón del mundo, era el “1” del “millonario”. El “Pibe de Oro”, en tanto, causaba admiración del mundo entero por sus actuaciones en Argentinos Juniors. Tal es así que durante la semana previa a ese choque, había firmado un precontrato con Barcelona.
Cuatro días antes del River -Argentinos, Fillol y Maradona jugaron juntos en la Selección Argentina ante un combinado de Irlanda, también en el Monumental. Partido que fue el primero que se vio por TV a color en el país: lo transmitió ATC (Argentina Televisora Color), el 1 de mayo, en diferido.
Fillol y Maradona, antes del partido. Foto LA CAPITAL.
Pero volvamos al choque del Metropolitano. River llegaba con el ánimo bajo por la eliminación de la Copa Libertadores. Recientemente había igualado 1-1 con Vélez en un partido desempate por el primer puesto que se extendió por 120 minutos (tuvo tiempo suplementario). Así, la única plaza a la siguiente fase quedó en poder del equipo de Liniers, que había logrado una mejor diferencia de gol (+8 contra +7) en el Grupo 1 que también tuvo como protagonistas a dos clubes peruanos: Sporting Cristal y Atlético Chalaco.
La competencia continental todavía era esquiva para el conjunto de Núñez, que por esos años dominaba en los torneos domésticos: en ese Metro 1980 concretó su tricampeonato.
Argentinos, en tanto, había iniciado bien el torneo -que terminó como subcampeón-, al ritmo de Diego, figura y goleador. Pero por esos días todos hablaban del futuro del “10”. Porque, supuestamente, Barcelona había logrado conquistarlo.
El gran inconveniente era que AFA había impuesto una restricción que impedía la venta de futbolistas de la Selección al exterior. Así, el club de la Paternal le solicitó especialmente a la entidad reguladora del fútbol argentino que “El Pibe de Oro” sea excluido de la reglamentación.
Argentinos, con Diego, sale al Monumental. Foto LA CAPITAL.
Pero entonces tampoco se descartaban otras alternativas. De hecho, el propio domingo 4 de mayo, Rafael Aragón Cabrera se juntó en un restaurante cercano a la cancha con su par de Argentinos Juniors, Próspero Consoli, para hablar sobre un posible traspaso del “10”. Aunque el presidente riverplatense se fue de la reunión resignado tras escuchar el dinero que iba a pagar Barcelona: 8 millones de dólares.
En la cancha, Maradona demostraba que era un precio justo, incluso cuando la vara era muy alta. Esa tarde ante un River diezmado por las bajas de Passarella y Luque, debía enfrentar al mejor arquero del mundo: Ubaldo Matildo Fillol.
En los dos choques previos entre ellos, no le había podido convertir. Y a 18 minutos de ese partido tuvo una oportunidad inmejorable, tras fabricar un penal que le cometió Pavoni.
“Te lo voy a atajar”, le dijo “El Pato” antes de la ejecución. Y cumplió su promesa. El arquero voló hacia su derecha y sacó el remate de Maradona. “No hay caso, no estoy para los penales”, le comentó el “10” a El Gráfico después del encuentro. “Le había pedido a López no tirarlos para no perjudicar al equipo”, amplió el dueño de una de las zurdas más precisas de la historia del fútbol. Vaya paradoja.
Fillol le ataja el penal a Maradona. Foto LA CAPITAL.
Pero, más allá de esa declaración, Diego no era de achicarse. Por eso, siguió haciéndose cargo de las ejecuciones: marcó 33 penales de 42 que ejecutó en su carrera (bajó su efectividad en los últimos años cuando falló cinco consecutivos en Boca).
Ni siquiera lo intimidó la disputa, hasta ahí adversa, ante el mismísimo Fillol. “Te voy a hacer dos goles”, replicó Diego después que “el Pato” le contuvo la pena máxima.
A los 16 minutos del complemento, Diego recibió una falta de Héctor López al borde del área grande, apenas volcado sobre la izquierda. Tomó corta carrera y colocó la pelota, que pasó sobre la barrera, junto a un palo. Fillol sólo fue espectador de la hermosa definición. “No le pegó, la acarició”, describió el arquero después del partido. Fue el quinto gol de tiro libre de Diego en 17 partidos que había jugado en el Metropolitano.
El festejo del gol de Diego. Foto LA CAPITAL.
Nueve minutos más tarde, Diego corrió desde la mitad de cancha, por la izquierda, enfrentó a Fillol y -como un año después en el famoso superclásico-, lo eludió con un movimiento de cintura hacia su derecha y tocó de zurda entre el palo y Saporiti. Otro gol de antología, propio de semejante artista. “Me amagó y me hizo pasar de largo como un colectivo”, le admitió Fillol a Guillermo Blanco, periodista que realizó la cobertura para El Gráfico. Dos a cero y promesa cumplida.
¿Y quieren vender a este fenómeno?, fue el título del suplemento deportivo de LA CAPITAL, con las imágenes que ilustran esta nota, nunca más publicadas tras la edición del 5 de mayo de 1980. El diario encabezó la crónica del partido con otra frase genial: “Diego jugó a valor dólar”. Y describió su actuación así: “Fue el factor determinante. Argentinos, con la guía de todo el talento de Maradona, impuso un fútbol categórico, exquisito y excluyente“.
River se fue silbado por los hinchas, quienes no perdían la esperanza de ver al genio con la banda en el pecho. Mucho más después la tapa de la Revista El Gráfico, con la imagen de Diego y la camiseta de River tras el partido. Pero el “10” tenía otra idea para su futuro.
Patrimonio nacional
El martes posterior al partido, a las 20.30, el titular de prensa de AFA, Washington Rivera, dio a conocer el comunicado del Comité Ejecutivo, en la que se negó la autorización a Argentinos de negociar con Barcelona. Para Maradona seguía vigente la normativa dispuesta el 4 de diciembre del año anterior.
El miércoles, Diego partió con la delegación de la Selección Argentina que jugó tres partidos en Europa: ante Inglaterra en Wembley (1-3), Irlanda en Dublín (1-0) y Austria en Viena (5-1 con un triplete de Diego).
“Lo coserán a patadas”
Conocida la firma del precontrato, jugadores y periodistas españoles consideraron “una locura” que Barcelona invierta ocho millones de dólares para contratar a Maradona, lo que finalmente ocurrió dos años después.
La tapa de El Gráfico del 6 de mayo de 1980.
“Por esa cantidad se podrían haber conseguido otros jugadores, creo que los hay mejores”, consideró entonces el argentino Rafael “Torito” Zuviría, quien dejó su huella en el club catalán.
“No creo que se haya pagado la cantidad que dicen. Es un jugador listo, pero aquí lo coserán a patadas”, adelantó Canito, otro jugador que vestía de azulgrana en 1980.
En la misma línea declaró otro futbolista de su futuro equipo, Jesús Landáburu: “Aquí no dejan jugar como en Argentina, donde los rivales se quedan mirando; aquí dan leña“.
Por su parte, Juanito, emblema de Real Madrid -que falleció en un accidente automovilístico a los 37 años-, dijo entonces que “Maradona es un jugador excesivamente caro y no va a ser rentable, porque es individualista y no sabe jugar en conjunto“. Michel, otro representante de la Casa Blanca, afirmó que “no se debe pagar tanto dinero por un jugador de fútbol”.
Claro que el “Pibe de Oro”, ya reconocido a nivel internacional, también tenía sus admiradores. “Puede triunfar en cualquier parte del mundo”, aseguró el danés Allan Simonsen, Balón de Oro en 1977 que entonces jugaba en Barcelona.
Finalmente Diego pasó a Boca en 1981 y jugó en Barcelona recién después del Mundial de España 1982. Como predijo Simonsen, podía consagrarse en cualquier lugar: lo logró en un sitio poco imaginado, Nápoles, ciudad que lo acobijó. Y en 1986 llevó la bandera argentina a lo más alto, como lo había hecho Fillol ocho años antes. Con más épica, claro.
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