La pesada herencia
por Vito Amalfitano
Desde Río de Janeiro, Brasil
“¿Cómo nos va a ir en Londres?” le preguntaba LA CAPITAL a Claudio Morresi, ex Secretario de Deportes la Nación, antes de los anteriores Juegos Olímpicos, en noviembre de 2011.
“Va a ser muy complejo el cuadro para la obtención de medallas. Nuestro trabajo apunta más, en la mayoría de las disciplinas, a 2016. No obstante, Argentina va a llegar de mejor manera que a los Juegos anteriores, con mejor preparación”, contestaba Morresi.
Después de Londrés 2012 nos volvimos a encontrar y Morresi hacía su balance: “Ningún deportista se quejó de su preparación, tuvieron todos los elementos, todas las becas y el equipamiento necesario. Y eso también tiene que ver con la igualdad de posibilidades para todos. Se consiguieron cuatro medallas, una de oro. Pero el otro día lo dijo muy bien la presidenta, del 56 al 2000, en 44 años, Argentina ganó 14 medallas, ninguna de oro. Y de 2004 al 2012 ganó 16 medallas, 5 de oro. Eso es contundente. Pero además hubo un crecimiento en diplomas y como te dije el año pasado se trabaja con políticas de Estado en la ampliación de la base de participación para Río 2016 y los Juegos de 2020”.
No fue futurología. Ni fue magia. Fue trabajo científico en la búsqueda de objetivos. Deporte social y de base, con los Juegos Evita,-y los Bonaerenses en la provincia-; y las becas y la creación del Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento), para la detección de talentos, la distribución de becas y apuntalamiento sistemático dividido en ciclos olímpicos.
Morresi y su gente lo tuvieron en la cabeza y el “modelo populista” lo ejecutó. La pesada herencia no son solo las tres medallas doradas, la medalla de plata, la mejor participación de Argentina en 68 años. También es pesada herencia la cantidad récord de deportistas que trajo el país a competir a Río 2016, también inédito desde Londres 1948.
Río 2016 ya supera a los demás Juegos posteriores al del 48 aún con solo las cuatro medallas, porque son tres de oro y una de plata. Y once diplomas: quinto lugar: Lucha (Patricia Bermudez), Boxeo (Yamil Peralta y Alberto Melian) y vóleibol; sexto lugar: rugby; séptimo lugar: Hockey femenino; octavo lugar: Equitación (Matías Albarracín), Tiro (Melisa Gil), Golf (Emiliano Grillo), básquetbol masculino y Vela (Lange-Lange).
Se podría decir que lo de Del Potro no es un producto de ese trabajo, aunque Juan Martín fue parte de un mismo equipo y compartió la misma Villa. Como también es verdad que el vóleibol, sí con un apoyo importante del Enard, tuvo una gran participación, o que Las Leonas pudieron haber llegado más lejos. El deporte súper profesional, como el tenis, engrosa en este caso el medallero, pero también podía haber ampliado la cuenta el fútbol y no pasó de primera ronda. Lo valioso es que de la cantidad también sale la calidad.
Justamente, en una de esas notas, Morresi me explicaba el porque de la ampliación de cantidad de deportes en los Juegos Evita, con sus finales en Mar del Plata: “Lo de sumar siete deportes más no tiene que ver con agrandar la cantidad y nada más, tiene una explicación por el lado de ampliar la base a futuro para esas disciplinas. Te doy un ejemplo simple: un Nacional de Judo puede contar con la participación de 90 o 100 jóvenes de todo el país. Acá, con los Evita, se termina haciendo otro virtual Nacional, pero con 240 participantes, de las 24 provincias argentinas”. Hoy el judo tiene una medalla de oro olímpica. Tampoco fue magia. Y muchos competidores en la base, que tienen a La Peque como espejo. Paula Pareto es un ejemplo de vida y obvio que esencial fue su propio esfuerzo,-se recibió de médica entre Londres 2012 y Río 2016-, pero tuvo un Estado detrás para que estudie y se prepare tranquila. “El Estado es el principal sponsor del deporte argentino”, decía también Morresi en esa misma entrevista.
“Se trabaja en políticas de Estado”, recordábamos de Morresi. Una política de Estado es el Enard, gracias a una Ley, no votada por todos en el Congreso, que puso un impuesto del 1% a la telefonía celular. Es política de Estado porque Gerardo Werthein, presidente del Comité Olímpico Argentino, trabajó como buen nexo para que el programa continuara con el cambio de gobierno. Aunque también es cierto, que bajo la responsabilidad de esta Secretaría de Deportes, al marplatense Brian Rosso le llegaron los botes de entrenamiento ocho días después de lo debido, por lo cuál perdió tiempo precioso en su preparación.
Sobre esa política de Estado que es el Enard pregunté en la conferencia previa en el Comité Olímpico Argentino. Werthein contestó afirmativamente. Carlos Mac Allister dijo que faltaba infraestructura. Siempre falta. Sin embargo, el jueves Carlos Retegui agradeció la posibilidad de contar con una nueva cancha en el Cenard. El mismo Retegui, entrenador de Los Leones, campeones olímpicos, a quien Jorge Lanata había calificado como “ñoqui de Anibal Fernández”. Un “ñoqui” que, por lo visto, hizo bastante bien tu trabajo y le respondió con un título a la confianza del ex jefe de gabinete. Otra pesada herencia.