La Patrulla Municipal montenegrina y la controversia por sus acciones
El cuerpo que responde a la Secretaría de Seguridad aparece en el centro de la polémica. Sus agentes son elogiados por el intendente Guillermo Montenegro y una parte de la sociedad, mientras que las críticas y calificación de "violentos e insensibles" llega desde la otra vereda.

Por Fernando del Rio
Un empleado municipal, ataviado con un uniforme pseudopolicial, devuelve golpes a un hombre en la calle. Otro, con notoria afición a agrandar músculos en un gimnasio, se para en pose de patovica y sirve de imagen para estimular el interés de más marplatenses que quieran ser como él. Y otro, acaso el más metido en su propia película, sostiene un arma larga de polímero y cubre su cara, en pleno verano, con una suerte de cuello polar para ocultar su identidad ante un “cuidacoches” retenido.
Todos ellos son empleados municipales y todos son parte del Cuerpo de Patrulla Municipal (CPM) de General Pueyrredon, este grupo que cobró trascendencia en los últimos tiempos a partir de las publicaciones del intendente Guillermo Montenegro en redes sociales por sus acciones contra cuidacoches, lavavidrios, “ocupas” y merodeadores o “fisuras”, como gusta llamar el lord.
Por estos días se planteó la discusión en distintos ámbitos (políticos, sociales y judiciales) sobre el sentido de tener una Patrulla Urbana como la marplatense, su rol, sus facultades de intervención, su eficacia y preparación al servicio de una mejor calidad en seguridad y convivencia de la ciudadanía.
La controversia no es menor porque hay un relato de mano dura o, en una versión más cuidada, de tolerancia cero que debe ser ejecutado por los integrantes de la Patrulla Municipal, en el entendimiento que de esa manera se empezará con un orden callejero que redundará en la baja del delito. Entonces, el oficialismo de la ciudad está enfocado en resaltar las bondades del CPM, mientras que los opositores (incluidos algunos referentes nacionales) lo desechan por “sobreactuado e insensible”.

Un empleado municipal tapando su cara en un operativo.
Está claro que la gente, en su gran mayoría, adhiere a cualquier instrumento que permita desactivar las conductas violentas o, al menos, molestas. De hecho, como dijo una fuente consultada -y entendida- “una Policía Municipal no sería una mala respuesta, aunque lejos está de ser eso la Patrulla actual, porque no son sus integrantes personas preparadas en un nivel, protocolo y rigor policial, ni mucho menos cuentan con sus facultades de acción. Quienes sí tenían esas condiciones eran los maltratados “pitufos”, los miembros de la Policía Local de 2015″.
Lo que ocurre aquí es que la demanda en cuestiones de seguridad de Mar del Plata excede lo que pueda hacer una Patrulla Municipal, cuyos miembros solo están autorizados para prevenir contravenciones, no delitos.
Autoridad… ¿autoridad?
Da la impresión que el de la Patrulla Municipal es un problema de autopercepción. La línea que se baja a los miembros de este ambiguo cuerpo de seguridad urbana es que son como policías, por eso se los uniforma, por eso se les da un arma Byrna, aunque sea no letal, por eso se difunde un discurso con ese tono, y por eso se les pide que tengan preparación en la “lucha cuerpo a cuerpo”. Se autoperciben policías.
En un tuit del 1 de marzo, el intendente Guillermo Montenegro escribió: “Agentes de la Patrulla Municipal vigilaban…” Evidentemente o hay una imprecisión semántica o un error conceptual, porque un empleado municipal no puede vigilar. Tampoco puede efectuar aprehensiones sistemáticamente, porque si bien el Código Procesal Penal contempla la posibilidad de que un ciudadano particular realice una aprehensión en caso de flagrancia, siempre debe tratarse de un delito de acción pública, no de una contravención. Es cierto que si un agente de la Patrulla Municipal interviene por la presencia de un “trapito” y éste se torna hostil, la contravención puede convertirse en el delito de lesiones. Pero no se puede actuar en respuesta a una “resistencia a la autoridad” porque, que quede claro, la Patrulla Municipal no lo es. Apenas si tiene un estatus jurídico similar al de un inspector municipal o un inspector de tránsito: debe convocar a la policía como cualquier ciudadano.
Uno de los grandes triunfos de las políticas criminales se produjo entre mediados de la década del ’90 y el 2001 en la ciudad de Nueva York. Allí, el alcalde Rudolph Giuliani -que había sido fiscal, al igual que Montenegro-, desplegó una estrategia basada en la teoría de las “ventanas rotas”, un planteo que sostenía que debían atenderse las cuestiones menores (contravenciones, desorden, suciedad urbana) para evitar que esas conductas, si no eran reprimidas, escalaran hacia delitos. Por eso se ejemplificaba con una ventana rota: si se la deja y nadie la arregla, alguien romperá otra y así en cadena.
Los números del delito en Nueva York bajaron drásticamente, con lo cual, bien podría implementarse algo así, encarnado esto en una Patrulla Municipal que se ocupe de pequeñeces. Es verdad que en la ciudad “que nunca duerme” acompañaron otros factores, como el desarrollo económico y el alza en el empleo, pero no está mal el criterio de “ordenar” la calle que pretende desarrollar el intendente Montenegro. Y para eso requiere de una patrulla, guardia, cuerpo, o como se le quiera decir, propio, que le responda. De hecho en la actualidad hay una tendencia hacia la creación y aprovechamiento de este tipo de cuerpos de seguridad, y ya existen experiencias en algunos municipios como Esteban Echeverría, Tres de Febrero o en la provincia de Córdoba, aunque en este último caso sus miembros deben obtener la Diplomatura en Seguridad y Convivencia que otorga, por ejemplo, la Universidad de Villa María. Y fundamental: no tienen que saber artes marciales, defensa personal o técnicas de lucha cuerpo a cuerpo.
Los trapitos
Los cuidacoches o trapitos han sido el blanco elegido, mayormente, para la difusión, para comunicar la idea de que la Patrulla Municipal es efectiva. Vale aclarar algo previo a todo análisis y viene en forma de preguntas: ¿es necesaria la actividad de cuidacoches? ¿qué ausencia del Estado viene a cubrir? ¿qué servicio garantiza un cuidacoches? ¿evita un delito? Todas las respuestas son negativas, por lo tanto, algo hay que resolver en torno a esa problemática. No caben dudas porque, sin desconocer que habrá “trapitos” honestos y queridos por comerciantes o vecinos, hay muchos otros que no.
Incluso, está tan extendida la conflictividad de los cuidacoches que desde varios partidos bonaerenses hubo interés por saber la estrategia de General Pueyrredon. Eso, por ahora, habla más del marketing que de la eficacia real de la Patrulla y lo que deberían evaluar otros municipios es si el método de solución pasa por la imposición o por la fuerza que intenta imponer la CPM. Y asesorarse bien porque, una mirada muy distinta tiene la otra CPM, la Comisión Provincial de la Memoria, que interpuso la denuncia inicial para la actuación judicial 891/25. Esa causa terminó archivada, pero sirvió como punto de partida para que se investigue a la Patrulla Municipal y sus facultades. Para saber si un agente municipal puede utilizar la fuerza contra un ciudadano, porque por más que se trate de un arma de defensa tanto el bastón plegable de distancia como las armas no letales, son a la vez un despliegue de fuerza. De violencia. En eso está por estos días el fiscal Luis Ferreira, estudiando la situación, jurisprudencia, alcance de la Patrulla Municipal, su estatus y derechos que los denunciantes aseguran vulnerarse.
FORMÁ PARTE DEL CUERPO DE PATRULLA MUNICIPAL
Quiero invitarte a que te sumes a la patrulla que defiende a los vecinos y al orden del espacio público de nuestra ciudad.
Necesitás:
• Ser oriundo de General Pueyrredon
• Tener entre 18 y 40 años
• Medir más de… pic.twitter.com/0C6MtW2dur— Guillermo Montenegro (@gmontenegro_ok) March 8, 2025
Y en esa línea están “los fisuras”. Primero es bueno detenerse en el término y entender su simbolismo, porque hay mucha gente que no lo entiende. En el mundo urbano y marginal, el “fisura” era aquel derrotado por la droga que deambulaba cual zombie por las calles. Reducir a esa definición a quien pernocta en la calle es balancearse sobre una soga muy fina, entre acertar y generalizar. Y eso le da lugar a quienes luego le encuentran -y denuncian- un sesgo de insensibilidad, autoritarismo y violencia a la Patrulla Municipal.
Lo más llamativo de la Patrulla Municipal es que fue creada para contribuir al control ciudadano durante la pandemia de Covid 19. De hecho, el decreto de Montenegro tiene fecha del 18 de junio de 2020 y dice textualmente: “La creación del Departamento Cuerpo de Patrulla Municipal de Seguridad, en el marco de la emergencia Sanitaria Covid 19, permitirá: brindar respuesta a los diferentes problemas que afectan al vecino, prestar servicios en los retenes de las rutas de ingresos al municipio, y colaborar con la prevención y morigeración de ilícitos y faltas municipales, articulando con otras áreas de Gobierno”.
Pero además, en la primera característica o descripción de sus funciones indica: “Realizar desplazamientos y recorridos de vigilancia en una constante postura proactiva, disuasiva y/o preventiva, en apoyo a la tarea policial, tendientes a prevenir el accionar delictivo en la zona que se le encomiende”. Vigilancia en apoyo policial y prevención del accionar delictivo. Vale recordar que la CPM no puede actuar ante un delito, sino que debe convocar a la policía. Hay un ejemplo más extremo de los grises que se distinguen entre lo que tiene permitido hacer y no la Patrulla: una casa usurpada debe “lanzarse” por orden de un juez, tras un pedido de un fiscal, por lo cual no puede ir la Patrulla Municipal por su cuenta y sacar a los “ocupas”.
Se insiste en el punto de la necesidad de una Policía Municipal, cuyos miembros sean egresados de una escuela policial, que tengan poder de prevenir y reprimir un delito, que puedan detener y a la vez infraccionar. Que puedan ayudar a personas perdidas, colaborar con turistas, articular con los vecinos. Todo eso era la Policía Local, a la cual se la devoró la política y sus conveniencias.
En los días recientes se confirmó que el interés por ser parte de la Patrulla Municipal fue altísimo en forma de centenares de mails con postulantes deseosos de pasar a integrar ese cuerpo, dato muy positivo para el Ejecutivo local. La idea es engrosar la Patrulla que hoy tiene 70 agentes, de los cuales solo 12 pueden usar sus armas, con la ilusión de que sean muchos más. Algunos que disparen postas de gas pimienta cuando lo crean necesario, otros que puedan entrar en una lucha cuerpo a cuerpo con alguien y todos imponiendo un respeto que para ganárselo debe tener el respaldo de la ley.

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