La necesidad de certificar la calidad de nuestra agua
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por Maximiliano Abad
En el conocido relato de Eduardo Galeano el niño que va a conocer el mar, al verlo por primera vez, ante tanta belleza le pide a su padre: “Ayudame a mirar”. Eso es precisamente lo que hoy podemos hacer: ayudar a todo el mundo a mirar a Mar del Plata.
El agua del mar en nuestra ciudad es 500 veces más limpia que antes de la instalación del emisario submarino y de la Planta Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR), que trabajan en conjunto para la gestión de materiales sólidos, arenas, grasas y aceites procedentes de los conductos cloacales.
Este objetivo que alcanzamos los marplatenses, que protege el entorno en el cual vivimos, genera también un beneficio extraordinario para todos los que nos visitarán durante la temporada de verano y que eligen nuestro mar para pasar sus vacaciones: con la tecnología y la infraestructura que ya funciona en Mar del Plata el agua recreativa supera exigentes estándares de validación científica, y su calidad está garantizada por los próximos 70 años.
Este dato objetivo nos ubica en un grupo selecto de ciudades que pueden certificar internacionalmente la calidad de su agua y de todo el ecosistema que la rodea. Por eso, como en tantas otras circunstancias, tenemos que ser inteligentes y no desaprovechar, en beneficio del conjunto, la oportunidad que un hecho de esta magnitud nos permite en varios aspectos.
Una certificación internacional no sólo es un diploma para colgar en alguna pared del EMTUR, no es un acto de vanidad. En primer lugar, requiere un trabajo previo, que es recabar con rigurosidad datos concretos de calidad, y esa información es fundamental para tomar decisiones en materia de políticas públicas, porque alinea objetivos y estrategias detrás de un objetivo claro. Así, se genera nueva información y eso se convierte en un círculo virtuoso para quien gobierna.
En segundo lugar, la certificación permite generar valor en la oferta turística de la ciudad: la calidad de nuestra agua recreativa nos diferencia, nos distingue. Y ese valor es clave en la industria turística, que es muy competitiva y está siempre atenta a ofrecerle al turista experiencias que sean mucho más que un paisaje o un buen hotel. Hoy el turismo propone experiencias, que incluyen el descanso, pero también el cuidado de la salud, el disfrute del medio ambiente y del espacio público. Nosotros tenemos todo para lograr esa experiencia diferencial.
Por último, la certificación no es un punto de llegada. Es el comienzo de un camino de crecimiento: es instalar a la ciudad en el mundo, es ponerse metas claras en la protección del ecosistema marino, en mejorar la calidad de vida a todos los vecinos y de quienes nos visitas, es una ventana al desarrollo económico, porque mejora la ecuación entre oferta de prestaciones, calidad y precio de un destino turístico.
Hoy Mar del Plata está 500 veces mejor posicionada en materia de calidad de agua y muchos marplatenses no lo saben. Es urgente que juntemos a los actores involucrados para llevar ese mensaje a todos lados. Sólo comprometiéndonos todos juntos con el futuro de la ciudad la vamos a sacar adelante: el primer paso, que tenemos que dar hoy mismo, es que ayudemos a todos a mirar a Mar del Plata.
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