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Interés general 28 de febrero de 2016

La muchadada, otra vez a bordo

por Luis Tarullo

Caló, Moyano y Barrionuevo, juntos en la reunión de la CGT. Foto: Télam.

¿Llegará más temprano que tarde la nueva unificación sindical? A juzgar por los gestos y hechos públicos de los últimos días, es posible que ello suceda.
Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Antonio Caló dieron, con su cumbre, señales de que como en muchas otras oportunidades, rencores y diferencias políticas fueron solo supuestos, y que la división estuvo motivada también por transitorios intereses.
Baste recordar que Moyano estuvo alguna vez del lado de Néstor Kirchner y luego, cuando Cristina Fernández ignoró su fulgor, su lugar fue ocupado por Caló.
Un Caló que tuvo menos -mucho menos- tacto que Moyano y que aún no puede siquiera disolver un poco su rol de aplaudidor en la Casa Rosada.
Pero ahora, como se ha visto, es funcional a la unidad y a los reclamos, ya que la llegada de Mauricio Macri al poder lo ha convertido automáticamente en opositor y en reivindicador de las demandas que sus colegas vienen vociferando desde hace largo rato.
El reciente almuerzo en la CGT con varios diputados de extracción sindical y otros que traccionan junto con ese bloque parlamentario tuvo los condimentos necesarios como para encender luces verdes hacia adentro y amarillas hacia afuera (el afuera es el Gobierno, claro).
Allí, básicamente, los comensales acordaron presionar para que la modificación a las escalas para el cálculo del Impuesto a las Ganancias se trate este año en el Congreso y no en 2017, como pretende Macri.
Sin embargo, la agenda es más amplia: Ganancias es la estrella del momento, pero el trípode fundamental lo completan paritarias y obras sociales.
Visto y considerando como vienen operando la inflación, el propio Ganancias (que seguirá agobiando a centenares de miles de salarios) y los inminentes aumentos de tarifas, cada día se diluye la intención del Gobierno de poner tope a las negociaciones por aumentos en los ingresos.
La propia administración Macri acaba de destruir ese objetivo al firmar con los docentes un acuerdo que contiene el número pretendido como base por el resto del sindicalismo argentino.
De una manera u otra, con “dibujo” o sin él, los incrementos van a superar las pretensiones y las presiones oficiales. Especialmente en el caso de los sindicatos con verdadero poder de fuego.
Y los fondos de las obras sociales que debe devolver el Gobierno a los gremios ya se están desplazando de una caja a la otra. No es un caudal torrentoso, pero al menos el río de dinero se desplaza.
Por ahora esa operatoria amortigua los malos humores de la grey sindical peronista, pero sabido es que cuando los duchos dirigentes oyen el ruido de las aguas, van por más peces. Y con un mediomundo, nada de anzuelos sardineros.
Quizás las palabras del novel ministro de Trabajo, Jorge Triaca, hayan intentado acercar un virtual ruego de calma cuando admitió que no hay conformidad con el humilde e incompleto anuncio sobre Ganancias.
Lo que habrá que sopesar es si las palabras del hijo del histórico sindicalista del gremio Plástico generaron algún malestar dentro de su propio Gobierno. Así como hay peronistas y filo peronistas en Cambiemos, también hay importantes brigadas de antiperonistas en el poder, que no quieren soltarle la rienda a los gremios, y sobre todo a los que recitan el catecismo del PJ.
Y hablando de PJ, también los gremialistas buscan transformarse en necesarios para un eventual peronismo renovado. Las caras en el congreso partidario de días atrás fueron las mismas de siempre y los discursos estuvieron mayoritariamente destinados a despegarse del Gobierno de Cristina.
La orfandad de contenido y de argumentos que hoy muestra el partido fundado por Juan Perón le da por ahora la razón a Moyano, cuando se fue de las estructuras con un portazo al grito de “cáscara vacía”.
Quizás esté llegando el turno de la revancha para el camionero y sus compañeros de ruta a la hora de poner en marcha nuevamente al Justicialismo, con proa al poder.
Por eso, si bien lo prioritario para el sindicalismo peronista ahora es resolver sus demandas más urgentes, no descuida otras cuestiones relacionadas con el poder. Y lo hace en paralelo, como tantas otras veces. Para ello están construyendo una nueva arca en la que en cualquier momento estará otra vez a bordo toda la muchachada.

DyN.