Bad Moon Rising es el tema de la famosa banda estadounidense Creedence Clearwater Revival que habla de una “mala luna”, de un huracán, de los relámpagos y los terremotos. Y es la canción que le puso melodía al himno de los hinchas argentinos en Brasil y que se transformó en el verdadero hit del Mundial de Fútbol 2014, aquel Brasil decime qué se siente.
Con “mala luna” arrancó la Selección en esta Copa América. Y lejos, mucho más que cinco años, estamos de aquella algarabía de miles de argentinos en la calles de Copacabana. La alegría es solo brasileña, se decía. Aquel Mundial lo desmitificó. De hecho tanto los mundiales de Alemania y Sudáfrica como el de Rusia tuvieron más efervescencia masiva en las calles. Pero en Brasil casi los únicos que le pusieron clima fueron los argentinos.
Ya nada es igual. Viajan muchos menos, paradójicamente cuando ya no hay “cepo” pero el dólar se transforma en inalcanzable para tantos. Es que el “cepo” ahora, cinco años después, lo tenemos cotidianamente en el bolsillo para comprar la leche, el pan o pagar las tarifas. Pasaron cosas.
Igual, al momento, esta Selección no está para llamar a la algarabía ni mucho menos. Aunque sean pocos por ahora los argentinos en Brasil.
Aquel equipo no arrancó con tantas certezas, de hecho el propio Messi lo hizo cambiar sobre la marcha desde aquel raro esquema ante Bosnia. Pero hoy la situación es infinitamente peor. Porque se empezó con una derrota categórica y no se apreciaron respuestas anímicas ni futbolísticas.
Nada puede descartar que haya otra final. Aunque hoy por hoy , por lo visto, por las velocidades y el juego de, al menos, Brasil y Uruguay, esa posibilidad parece muy lejana. La Copa América permite clasificar hasta a los dos mejores terceros de tres grupos. Sin embargo, si no se gana ante Paraguay el miércoles se encenderán todas las alarmas. Un triunfo, en cambio, puede enderezar todo el camino y otro sería el cantar. Porque Messi sigue siendo de Argentina, y tiene que aparecer, y porque se debe creer en que jugadores como Paredes, Lo Celso y Agûero lo deben acompañar mejor.
Un técnico inexperto como Scaloni paró el equipo muy para el contraataque que nunca llegó y después hizo cambios impensados. Ya no queda margen para los errores no forzados. Se debe terminar la mala luna en Belo Horizonte, dónde casualmente también Argentina jugó el segundo partido de aquel Mundial, que ganó agónicamente ante Irán con tanto de tiro libre de Messi.
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