“La línea del Ecuador”, charla íntima y viaje hacia parejas sin pasión
Por Gabriela Exilart
“La línea del Ecuador”, de Eduardo Balestena, es un encuentro, una cena, una charla íntima que se transforma en un viaje, un viaje hacia el pasado que nos conduce a un presente de obligaciones y agobios.
Novela intimista y profunda, con una dura mirada hacia los matrimonios infelices a los que la rutina y la certeza les robó la pasión borrando las individualidades. Ingresa al detalle en cuestiones domésticas que pueden parecer banales pero que a veces nos enrostran una relación que no funciona.
El protagonista es uno y somos todos. Sus preguntas y cuestionamientos nos llevan a reflexiones que nos sitúan en un lugar incómodo, porque las respuestas nos disgustan.
El narrador nos pone frente a frente a lo que es, a lo que debería ser y a lo que no fue. Nos incita a mirar hacia dentro de nuestras propias vidas e intenta movernos de ese sitio de confort en que muchos viven. Se mete de lleno en la insatisfacción, en la vida íntima de los personajes abordando la pérdida del deseo, el sexo y la libertad.
La vida desfila desnuda antes los ojos de los personajes sin perder registro en ningún momento de la cena que están disfrutando.
Asimismo, el autor nos pasea por Mar del Plata, citando calles y lugares emblemáticos como el Golf, La casa del puente, confiterías y barrios. La novela tiene música propia, tiene cine y frases de películas entrañables como Los puentes de Madison.
Una obra maestra de Eduardo Balestena que conviene tener en la mesa de luz.