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Deportes 5 de diciembre de 2022

La inspiradora victoria de Thomas Galíndez

Ganó por segunda vez el IronMan Argentina en Mar del Plata.

La familia Galíndez, el gran sostén de Thomas, a pleno en la entrega de premios desarrollada en el NH Gran Hotel Provincial.

Se perfilaba como una gran promesa de este deporte cuando a los 23 años, Thomas Galíndez dio el gran golpe al ganar el IronMan en Mar del Plata, en 2019. Después vino la pandemia y, para peor, cuando se iba liberando un mundo que volvía a una nueva normalidad, un feo accidente mientras entrenaba en Colombia, lo alejó un año del triatlón. Cirugía, recuperación, sufrimiento. Pero el hijo de la leyenda Oscar Galíndez, el mejor triatleta argentino de la historia, no se iba a rendir así nomás. Su genética de campeón lo impulsó. Y el apoyo de la familia resultó fundamental para concretar este regreso triunfal.

-¿Tenías en los planes ganar dos veces seguidas en Mar del Plata?
-Sinceramente, no (risar). Venía de una cirugía a raíz de un accidente. Me atropelló un camión en Colombia, mientras entrenaba. Me pusieron tres clavos. Eso me dejó afuera del triatlón porque no podía correr. También tuve un año muy complicado en lo personal, pero de a poco se fueron acomodando las cosas, y aquí estoy. ¡Campeón de nuevo! Para terminar el año es algo increíble. Estoy muy contento. Fue una de las carreras que más sufrí desde que me dedico a esto. Puse todo de mí. Lo que no tenía, lo puse también. Es una emoción muy, muy grande.

-¿Cuánto tiempo estuviste inactivo a raíz de la lesión y la operación?
-Estuve un año sin poder correr ni hacer muchas cosas. Recién a los seis meses pude subirme a la bicicleta. Hace dos meses fui al Mundial de IronMan en Kona, en Hawaii. Por momentos tuve que caminar porque no soportaba el dolor en el tobillo, así que lo único que hice fue completar el recorrido. Pero me mentalicé para entregar todo en Mar del Plata. Me recuperé, hice fortalecimiento, todo lo que tenía que hacer, y por suerte se dio todo perfecto.

 

IRON PRIMERO 02

-Además ganaste de principio a fin. Estabas realmente enfocado…
-(Sonríe) Sí, sí, como en 2019. De nuevo de punta a punta.

-¿La parte más difícil fue la corrida?
-Para mí siempre lo más difícil es el trote. Tengo un gran déficit ahí. Lo vengo entrenando pero tengo que mejorar. Pasé del infierno al cielo en segundos, durante toda la parte a pie. Pensé en parar, en caminar.

-¿Te dolía el tobillo?
-No realmente. Me dolía todo el cuerpo, no me sentía bien. Pero dije “¡No puede ser!” Había liderado durante ocho horas y de pronto empezó a caer mi ritmo. Era un choque permanente. ¡”No quiero más!” y enseguida “¡Dale, vamos de nuevo!” Un tira y afloja durante los 42 kilómetros. Por suerte logré llegar adelante y con una buena ventaja de 6 minutos.

-¿Qué es más importante para correr un IronMan? ¿El físico o la mente?
-Siempre entra a jugar primero la parte mental. Si la mente no está para entregar lo que se necesita, el cuerpo no responde. Entonces, en una carrera muy dura como ésta, la mente siempre viene primero.

-¿Ya te planteaste objetivos para el año que viene?
-Todavía no lo hemos pensado en detalle. Vamos a seguir entrenando con mi papá para poder seguir creciendo como persona y como triatleta.

-Te padre estará orgullosísimo…
-Sí, sí. Está muy contento. Por todo lo que hizo y por cómo estoy yo. Tengo que agradecerle todo. No es solo mi padre, sino un coach excelente, que siempre me hace mejorar en cada entrenamiento, me da un montón de tips. Estoy con el mejor de los mejores (se emociona y se le quiebra la voz). Soy un privilegiado.