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Opinión 22 de mayo de 2022

La Iglesia Católica durante la dictadura militar

En los años 70 todas las instituciones sufrieron algún tipo de crisis y confrontación interna. Una de las instituciones más afectadas, fue la Iglesia Católica.

Enrique Angelelli.

Por Aldo Duzdevich

En mi nota anterior me referí a la actitud de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas DAIA durante la dictadura militar. Actitud que estuvo bien lejos de ser condenatoria, sino justamente lo contrario. Ahora bien, es lícito preguntarse, ¿la posición publica de sus dirigentes expresaba el sentir de todos sus adherentes? . Seguramente que no. Como tampoco puede incluirse a toda la colectividad de religión judía en ese posición. Hice mención a Herman Schiller y su periódico Nueva Presencia, y los rabinos Meyer y Roberto Graetz, quienes formaron parte de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).

En esta y la próxima nota voy a referirme al papel de Iglesia Católica, la cual ha subido al podio de socia de la dictadura, al ser caracterizada como “militar-eclesial” , denominación que incluso comparten algunos sacerdotes. Y si es por buscarle “socios” a los militares, la lista podría ser mucho mas larga, pero, los argentinos practicamos el deporte de “la culpa es del otro”, “yo no fui”, “yo ya me había ido”.

 

Los años setenta han sido atravesados por convulsiones muy violentas en el mundo y en América Latina. En nuestro país todas las instituciones sufrieron algún tipo de crisis y confrontación interna. Una de las instituciones mas afectadas, fue la Iglesia Católica. No lo voy a desarrollar en esta nota. Pero pienso, que en algún punto, la Iglesia estuvo atravesada por una cruel guerra interna, donde los soldaditos, fueron jóvenes que participaron como juramentados de la fe, de un lado y de otro.

Sin embargo, los coroneles y generales (sacerdotes y obispos), en su enorme mayoría siguieron dentro de la institución. Siempre pienso qué cara pondrían monseñor De Nevares, Angelleli ó Hesayne, al tener que rezar misa junto a, por ejemplo, monseñor Tortolo y monseñor Plaza.

Es necesario explicar que la autoridad de la Iglesia Católica es colegiada. Son los obispos que se nuclean en la Asamblea Episcopal compuesta de 109 miembros; que a su vez tiene una Comisión Ejecutiva, una Comisión Permanente y un Secretariado General. La componen solamente los obispos diocesanos. Las Ordenes Religiosas como Jesuitas, Dominicos, Franciscanos, etc.. no tienen representación formal en la Asamblea Episcopal y por ende ni voz ni voto.
Tres líneas internas: Tradicionalistas, Conservadores y Renovadores

Voy a reproducir conceptos del trabajo de investigación La Iglesia argentina durante la última dictadura militar del profesor Martin Obregon ( FaHCE-UNLP) : “La Iglesia católica bajo el Proceso, lejos de constituir un bloque homogéneo y monolítico, estuvo atravesada por fuertes debates internos vinculados a diferentes concepciones teológicas y pastorales, como así también a diversos posicionamientos frente al gobierno militar.

Es posible distinguir tres líneas dentro del episcopado católico que se fueron perfilando a lo largo de los años que separan el Concilio Vaticano II del golpe de estado de 1976: tradicionalistas, conservadores y renovadores (y entre estos últimos –los matices de posiciones– entre renovadores moderados y progresistas).

Los tradicionalistas

“El sector estaba compuesto por un conjunto de obispos anclados en las coordenadas ideológicas del tomismo, que concebían a la Iglesia como una “sociedad perfecta”. La pérdida de posiciones dentro de la Iglesia, así como el aislamiento con respecto a la sociedad moderna, llevó a los católicos tradicionalistas a reforzar sus vínculos con las Fuerzas Armadas, consideradas custodios naturales de los “valores inmutables” de la catolicidad.”

“En vísperas del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, el sector más tradicionalista de la cúpula eclesiástica contaba con un pequeño pero compacto grupo de obispos que habrían de manifestar públicamente su adhesión al gobierno militar.”

Sus principales voceros eran los obispos: Tortolo, Bonamín, Derisi, Plaza y Bolatti.

Los conservadores

“A diferencia de lo que ocurría con los tradicionalistas, para los sectores conservadores no se trataba ya de impedir que entrara en la Iglesia el “espíritu conciliar”, sino de manejar los tiempos y los alcances de las reformas con el objeto de amortiguar el impacto de las mismas sobre la Iglesia.”

“Los conservadores fueron la corriente mayoritaria de la jerarquía eclesiástica a lo largo de todos estos años. Su preocupación central consistió en garantizar la cohesión de la Iglesia y la del propio cuerpo episcopal a partir, fundamentalmente, de un férreo disciplinamiento de las corrientes –tanto clericales como laicales–, más radicalizadas del campo católico.”

Los exponentes mas notables fueron: Caggiano, Aramburu y Primatesta.

Los renovadores, moderados y progresistas

“El tercer sector dentro del cuerpo episcopal estaba compuesto por aquellos obispos que habían adherido claramente al proceso de renovación promovido por el Concilio Vaticano II.”

“Hacia mediados de la década de 1970, al pequeño núcleo episcopal que integraban desde los tiempos del Concilio los obispos Zazpe, Devoto, y Angelelli, se habían sumado algunos obispos como Laguna, Hesayne, Bianchi di Cárcano, Espósito, Novak y Casaretto, que formaban parte de la política, que la Santa Sede se había dado con respecto a la Iglesia argentina, cuya crisis interna seguía con preocupación.”

“Las divisiones que suscita dentro del episcopado el espinoso tema de los derechos humanos tendían agravar la crisis interna de la Iglesia. Tal vez esto explique la estrategia ambigua que la cúpula eclesiástica adoptó finalmente: para preservar la unidad institucional, hizo públicas sus críticas al régimen únicamente cuando no ponían en peligro su relación con aquél. Tan sólo un puñado de obispos y sacerdotes hicieron suya la causa de los derechos humanos a través de su denuncia constante y de su militancia.”

Las voces de algunos obispos de la Iglesia Católica

Comenzaré por las declaraciones individuales de algunos obispos, que si bien no eran la voz del conjunto por su presencia mediática fueron muy visibles y son sus voces las que justifican justamente esta caracterización de dictadura “militar-eclesial”.

El 23 de septiembre de 1975, monseñor Victorio Bonamín en una homilía ante el Ejército expresó: “¿No querrá Cristo que algún día las FF.AA. estén más allá de su función? El Ejército está expiando la impureza de nuestro país… los militares han sido purificados en el Jordán de la sangre para ponerse al frente de todo el país…”

Dos días después del golpe, el diario La Opinión recogió las palabras de Monseñor Tortolo obispo de Paraná y vicario castrense al retirarse de una reunión con la Junta Militar: “el obispo instó a cooperar positivamente con el nuevo gobierno, a fin de restaurar definitivamente el autentico espíritu nacional y una convivencia franca y leal entre los argentinos.”

En mayo de 1977 Monseñor Antonio Plaza dijo: “Los malos argentinos que salen del país se organizan desde el exterior contra la patria, apoyados por fuerzas oscuras difunden noticias y realizan desde afuera campañas en combinación con quienes trabajan en la sombra dentro de nuestro territorio. Roguemos por el feliz resultado de la ardua tarea de quienes espiritualmente y temporalmente nos gobiernan. Seamos hijos de una Nación en la cual, la Iglesia, goza de un respeto, desconocido en todos los países condenadamente marxistas…”

En septiembre de 1979 con motivo de la visita de la CIDH Monseñor Octavio Derisi (Obispo auxiliar La Plata. Rector Universidad Católica Argentina) expresó:”… la CIDH no debería haber venido, el gobierno con gran generosidad la ha aceptado… una comisión extranjera no debería venir a tomarnos examen… pero, en fin, ya que han venido pido a Dios que sean objetivos y no se dejen influenciar por aquella gente que ha creado este problema en la Argentina: las familias de aquellos guerrilleros que mataron, secuestraron y robaron…”

Bueno, podría llenar varias paginas con los dichos (bastante divulgados ya) de media docena de obispos muy reaccionarios. Sin olvidarme claro, de esos engendros del diablo que fueron Monseñor Graselli el capellán de Massera que atendía a las madres de botas militares y se mofaba de ellas diciendo que sus hijos “se habían fugado con una amante o daban vueltas en un falcon delatando a sus compañeros.” O del capellán Christian Von Wernich, condenado por crímenes de lesa humanidad. Y otros sacerdotes procesados por delitos de lesa humanidad.

Pero, convengamos que también podría llenar varias paginas con los dichos y acciones de monseñor De Nevares, monseñor Angelleli, monseñor Hesayne, monseñor Devoto, monseñor Ponce de Leon, monseñor Eduardo Pironio; que también fueron parte de las autoridades de la Iglesia Católica e hicieron sentir su voz y su solidaridad. Sin embargo producto de la autocensura ejercida por los diarios de la época, sus voces nunca eran reproducidas, y si, las de los obispos que apoyaban al gobierno militar.

En mi próxima nota voy a reproducir algunos documentos oficiales de la Asamblea Episcopal, donde esta la posición oficial de la Iglesia Católica, que dista bastante de las declaraciones de sus voceros defensores del gobierno militar.

(*) El columnista es autor de Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón