La historieta argentina llegó a Roma con una muestra que une los ciclos de la revista Fierro
En un recorrido que se propone como un diálogo permanente entre los años 80 y la actualidad, la muestra recibe a los visitantes con tres originales firmados por Enrique Breccia (Buenos Aires, 1945), el historietista miembro del equipo que en 1984 le dio vida a la primera época de Fierro y residente en Italia desde 2013. Uno de los expositores es el marplatense Juan Carlos Quattordio.
Por Hernán Reyes Alcaide
“Fierro”, la mítica revista cultural de mediados de los años 80 que desde setiembre del año pasado transita por una nueva etapa en formato virtual, llegó a Roma con una muestra en la que conviven 14 artistas que le dan vida a la era actual con originales y tapas de la época impresa que cambiaron el panorama argentino de la historieta.
En un recorrido que se propone como un diálogo permanente entre los años 80 y la actualidad, la muestra recibió a los visitantes con tres originales firmados por Enrique Breccia (Buenos Aires, 1945), el historietista miembro del equipo que en 1984 le dio vida a la primera época de Fierro y residente en Italia desde 2013.
Breccia, que llegó a colaborar con los emporios del rubro Marvel y DC en Estados Unidos, también es el protagonista exclusivo de una de las primeras salas de la Casa Argentina de Roma, en la que se exponen 12 de sus piezas de la primera época de Fierro, entre tapas y viñetas.
En la muestra no falta la histórica tapa del número 23, con Diego Armando Maradona en tapa, convertido en una especie de robot que mostraba el dominio absoluto que por entonces tenía “El Diez” en el mundo del fútbol.
“Desde su nacimiento en 1984 Fierro se propuso ser un espacio de desafío: mostrar que la historieta es un arte donde poder contar, imaginar y testimoniar la vida de los argentinos, tal como enseñó Héctor Germán Oesterheld antes y después de El Eternauta. En esa primera etapa, editada por el sello La Urraca y dirigida por Juan Sasturain, se editaron 100 números mensuales. Aquel primer sueño terminó en 1992″, recuerda una de las placas que explica el recorrido de la revista.
El embajador argentino en Italia, Roberto Carlés, fue el encargado de inaugurar la muestra, que hasta el 21 de septiembre se emplaza en la Casa Argentina de Roma, el espacio cultural en medio de la “ciudad eterna” que la sede diplomática utiliza para dar a conocer las distintas expresiones artísticas nacionales.
Junto a los dibujos de Breccia, dialogan en forma permanente con el visitante las obras de 14 de los artistas que dan vida a la nueva etapa de la revista, la cuarta, iniciada hace un año de forma totalmente digital.
“Nuestra aparición en la web era un paso lógico que teníamos que dar, el caminar a través del mundo de Internet y abrirnos”, apunta en diálogo con Télam el director de la revista, Lautaro Ortiz.
Es así que en el salón central de la Casa Argentina, que se abre a la histórica Via Veneto romana, se emplazan las obras de los artistas que son parte de la Fierro de la “aventura de la web”, como la definió Ortiz: Ignacio Rodríguez Monaverry, Lautaro Fitszman, Delius, Lucas Varela y Jorge Quién.
También invitan a los visitantes a asomarse a los nuevos contenidos que aparecen en esta etapa de la revista las obras expuestas de Matías San Juan, Martín Tunica, Ian Debiase, Gustavo Hernán Sala y Fer Calvi.
Los 14 artistas de la nueva época de Fierro se completan con Carla Ochoa, Cristina Breccia, Juan Carlos Quattordio y Majox, seudónimo de María José González.
“Ya llevamos un año y los desafíos son muchísimos. No solo tiene que ver con un cambio de formato, sino que tiene que ver con un cambio de lectura y adaptación tanto de los lectores como de los creadores a los nuevos instrumentos que nos da Internet”, analiza Ortiz sobre este punto.
Los dibujos en color y los hechos en blanco y negro se alternan durante el recorrido para evidenciar la variedad de técnicas y estilos que, desde el primer número de septiembre de 1984, llenó de contenido uno de los grandes hitos culturales de la Argentina de la recuperación democrática.
Ese diálogo también se percibe entre las obras expuestas de la era digital con las tapas y viñetas, a escasos metros, de las tres primeras etapas de la revista en papel.
La muestra de Fierro, con sus cuatro etapas bien explicadas, ofrece también un panorama de las consecuencias de los ciclos liberales del país sobre la producción cultural, que siempre influyeron sobre los fines de las primeras tres etapas (1992, 2017 y 2019).
En especial, el fin del primer ciclo de la revista, en 1992, marcó un punto de inflexión para el mundo del dibujo y la historieta en general. “A partir de ese año, muchos de los dibujantes y guionistas ya reconocidos en el mundo, comenzaron a trabajar para editoriales del exterior mientras que en Argentina el neoliberalismo destruía la industria local”; evoca uno de los textos que acompaña las obras.
Muchos de los artistas actuales de la etapa actual de la publicación debieron entonces buscar refugio en el circuito “no tradicional” hasta que a partir de 2006 la reinversión en las industrias culturales permitió el regreso de “La Fierro”, como se la conocía, a los kioscos de todo el país.
“En esos años aciagos muchos jóvenes dibujantes, lectores de la primera Fierro, siguieron trabajando en soledad y a través de fanzines, donde la nueva historieta encontró refugio”, agregan los textos que acompañan las obras y que, en otro de los diálogos planteados en la muestra evidencia el paralelismo del andar económico argentino y el cultural.
La muestra marca en definitiva el renacer de una revista que mostró una época y que hoy es la única de historietas de Latinoamérica, “lo que no es poco”, como se plantea durante la exposición.
Otro diálogo presente en la muestra es el que da entre los dos lados del Océano, evidenciado en la llegada de la revista argentina a Roma, pero continuador en algún punto de un intercambio cultural de vieja data entre los dos países.
“La Argentina siempre ha tenido una relación especial con Italia en lo que hace a la historieta. Ya en los años 40 llegan a la Argentina el famoso grupo de Venecia con Hugo Prat y compañía e inician el ciclo más exitoso de la historieta en el país”, recuerda Ortiz.
Un primer viaje, “de ida”, que tuvo años más tarde un viaje de regreso, “cuando Argentina devolvió ese favor con grandes dibujantes que han trabajado en Italia”, como plantea el director, en referencia a que el mercado italiano del fumetto, como se denomina allí a la historieta, durante décadas devoró material argentino, de la mano de maestros como Solano López, Alberto Breccia e hijos y Héctor G. Oesterheld, ente otros.
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