La historia de superación de Joel Sclavi, el marplatense que conquistó Europa y llegó a Los Pumas
Hasta los 15 años nunca había visto un partido de rugby. El profesor de matemática lo llevó a Pueyrredon y, desde entonces, le cambió la vida. Hace unos días ganó la Champions Cup con Stades Rochelais de Francia, fue aclamado por más de 40 mil personas y recibió la convocatoria del seleccionado argentino. "Fue una semana increíble", le dijo a LA CAPITAL.
Sclavi fue recibido como un héroe en La Rochelle tras ganar la Champions Cup. Fotomontaje: Diego Berrutti.
Por Juan Miguel Alvarez
@jmalvarezmdq
Joel Sclavi llegó con 15 años a Pueyrredon Rugby Club. Tenía una contextura física enorme, pero nunca había practicado un deporte. Por eso corrió 100 metros y quedó exhausto. Terminó el entrenamiento, que ese día fue particularmente exigente, y dijo “no vuelvo más”.
Pero regresó y modificó su futuro. Hoy, a los 27 años, tocó el cielo con las manos con Stades Rochelais, club del Top 14 que por primera vez en su historia conquistó la Champions Cup.
El jugador marplatense fue aclamado por más de 40 mil personas en el puerto de La Rochelle, ciudad ubicada al oeste de Francia, en una posición intermedia entre Bretaña y el País Vasco. Y, como si fuera poco, a los tres días recibió un mensaje impactante: “Joel Sclavi, convocado al seleccionado argentino para los tests matches frente a Escocia”.
“Fue tremendo, una semana increíble. Acá la gente está loca por lo que conseguimos, así que ahora lo estoy disfrutando. El llamado de Los Pumas fue la frutilla del postre“, expresó el pilar derecho en una entrevista con LA CAPITAL en la que habló de su trayectoria y su destacada actualidad.
#ChampionsCup #MondayMotivation
Le Port de La Rochelle en fusion après le retour des Héros ! 😍😱💛🖤 @staderochelais pic.twitter.com/S2j3dCGDBv
— TOP 14 Rugby (@top14rugby) May 30, 2022
“El Toro” que se llevó puesto a los fornidos pilares irlandeses para empujar a su equipo al campeonato en la principal competencia europea de clubes, tiene detrás una historia de sacrificio y superación, muy ligada a Pueyrredon, club que le cambió la vida.
Segundos después del agónico triunfo en la final sobre el poderoso Leinster (24-21), se puso sobre los hombros una bandera de ‘Puey’ firmada por sus ex compañeros de la clase 1994. La que siempre tuvo como estandarte y flameó más que nunca en el majestuoso Stade Vélodrome.
Sclavi, de origen humilde, pasó su infancia en el barrio Libertad, Cerrito Sur y Parque Camet. Un primo estuvo a punto de llevarlo a Biguá. Pero el destino lo ubicó en la vereda de enfrente y hoy está agradecido.
A los 15 años, Roberto Mesquida, su profesor de matemática de la Escuela N° 61, lo convenció para ir a Pueyrredon. Su enorme físico llamaba mucho la atención. Pero, tras los primeros movimientos, nadie supuso estar en presencia de un futuro deportista profesional. Esa primera práctica fue muy dura, ya que la categoría ’94 estaba “castigada” por una pelea con los chicos de Sporting. Por eso, el joven, agotado, pensó en no regresar.
Pero, por el contrario, las relaciones humanas lo acercaron cada vez más al club de Parque Camet. “Me gustó porque la pasaba bien, más que por el juego. Me sirvió para desconectarme de otras cosas. Si empezábamos a entrenar a las 12, a las 9 ya estábamos ahí. Me atrapó esa vida, los amigos y las enseñanzas que te dejan los más grandes”, explicó.
Claro que Sclavi, entonces, no entendía absolutamente nada de rugby. “Entrené un par de semanas y arranqué a jugar. En mi primer partido, contra ‘Uni’, cobraron un penal en contra, veo que el “9” de ellos abre la pelota y le pongo un tackle. Ahí ya me comí la primera amarilla”, contó el primera línea.
“El Toro” generó un vínculo afectivo muy profundo en “Puey”. De hecho, a los pocos meses de su llegada se fue a vivir a la casa de su compañero, Nicolás Bianco, junto al padre y entrenador Juan Bianco, Karina Caputo y el otro hijo de la familia, Tomás.
“Soy testigo de su constancia y su espíritu para ir hacia adelante siempre. Lo adoptamos como un hijo propio. Es una gran persona, fue siempre muy educado y humilde. Se merece lo que le está pasando”, confió Karina, quien se define como una “madre del corazón”.
“Ellos son como una segunda familia para mí. Nos tenemos mucho aprecio. Me recibieron desde que llegué al club. Me hice muy amigo de Nicolás, con el que somos como hermanos“, resumió Joel esa unión.
En poco tiempo entendió las reglas de juego, ganó resistencia y se destacó mucho en la categoría.
Así, llegó el inolvidable título en M-17, con dos tries del pilar en el partido decisivo ante Mar del Plata Club. “Lo tengo siempre en la memoria. Salimos campeones y todos los integrantes de la ’94 firmamos una bandera. Cuando me voy a Francia, uno de los chicos, ‘el Tiki’ (Dalmiro Alfonso), me la regaló. Desde entonces la llevo a todos los partidos, en la mochila o colgada”, dijo Sclavi.
Desde los 18 a 20 años, jugó en la división superior de Pueyrredon. Pero tampoco tenía en su cabeza ser un rugbier profesional. A la par trabajó en una empresa de colocación de cámaras de seguridad y, por entonces, se fue a vivir solo a la zona de Punta Mogotes.
En 2015 le llegó la primera oportunidad en el exterior y, con el empleo garantizado para su regreso, partió a jugar a Gernika de España, un rugby semi-profesional. “Llegué y el entrenador Bruno Mercanti, de Bahía Blanca, me puso dos meses arriba de la bicicleta. Me mataba para ir mejorando físicamente. Fue un cambio muy grande”, dijo sobre el salto a Europa desde la Unión de Rugby de Mar del Plata.
En la División de Honor jugó en gran nivel. Cuando ya pensaba en volver a la ciudad para trabajar y se hacía la idea de dejar el rugby, le salió una propuesta superadora en el PAU del Top 14 de Francia. “Fui en 2016 con la ida de entrenar con los menores de 23 años, pero llegué y al otro día practiqué con el plantel superior, con ‘Santi’ Fernández o Conrad Smith. ¡Estaba en Disney! Igual recién me di cuenta al final de la temporada, porque fue como una película todo eso”.
Luego dio un paso atrás que significó un nuevo impulso para su juego y formación: disputó dos temporadas la PRO D2 (segunda división del rugby francés) en Soaux-Angouleme, donde volvió a tener muy buenos rendimientos.
Su crecimiento no se detuvo más. Se sumó al Agen del Top 14 y, en 2020, firmó contrato con Jaguares, para el que jugó seis partidos en el Súper Rugby hasta la cancelación por el Covid. “Me acuerdo que cuando llegué los chicos se conocían todos y yo me tenía que presentar porque nadie sabía quién era”, contó entre risas.
En 2021 fue adquirido por Stades Rochelais, donde escribió la página más gloriosa del club. Pero esa historia no comenzó bien. Porque, a su llegada, le apareció un problema en la cervical -que jamás había percibido- en la revisión médica. Según el primer diagnóstico, no iba a poder jugar más al rugby. Pero después el médico del club le explicó que se podía operar para -en caso de salir todo bien- continuar su carrera.
La intervención le demandó varios meses de recuperación. Pero se preparó para volver más fuerte que nunca. Y hoy disfruta un momento de gloria que cuenta con detalle en la entrevista con LA CAPITAL.
– ¿Ya caíste después de la consagración, la recepción multitudinaria y la convocatoria a Los Pumas?
– No. Fue increíble, una semana de locos. Hace seis meses, cuando me operé de las cervicales, era impensado. Así que ahora lo estoy disfrutando. Cuando salimos campeones hubo gente que esperó desde las diez de la noche del sábado y nosotros recién llegamos a las cinco de la mañana. El aeropuerto estaba explotado. Y después, el miércoles, se confirmó lo de Los Pumas, así que fue una felicidad completa.
– Entraste los últimos 18 minutos de la final y enseguida quedaron 4 puntos abajo y en inferioridad por una amarilla. Pero empujaron, fuiste protagonista y con la superioridad en las formaciones fijas alcanzaron el try que les dio el título.
– Yo sabía que tenía que estar metido en el partido. Todos los suplentes lo estábamos porque el campeonato se iba a resolver en los últimos 5 minutos. Había mucha confianza. Entré y nos fue bien en el scrum. Tuvimos una carga de energía extra que nos permitió ganar.
– ¿Cómo viviste esos minutos, en el Stade Velodrome, en una final de Champions?
– Fue una locura. Me di cuenta recién cuando terminó todo. Porque soy de concentrarme mucho en el partido y en ese momento estoy como en un mundo aparte. Cuando ganamos, subimos a un quinto piso, donde estaban las familias, mi novia. Ahí miré el estadio y dije ‘mirá dónde jugamos’. Tardé en caer.
– Viviste otro momento único con la celebración en La Rochelle, arriba de un colectivo acompañado por una marea humana…
– Sí. Uno de mis compañeros que está en el club hace doce años me había mostrado imágenes del ascenso en la PRO D2 con una cantidad impresionante de gente. Imaginaba algo similar. ¡Pero esto realmente lo superó! En la ciudad hay 75 mil personas y fueron a festejar al puerto con nosotros unas 40, 42 mil. El micro no podía avanzar.
– ¿Allá se vive de otra manera el rugby?
– En Francia hay mucha gente que está a full con este deporte, más en La Rochelle. Hay ciudades chicas que tienen buenos clubes de rugby, con gente que se desvive y forma una gran familia. Nuestro estadio está siempre lleno. La verdad, es una experiencia increíble.
– ¿Cómo es tu rutina diaria para competir en un torneo como el Top 14?
– Entrenamos lunes, martes, jueves y viernes. Algunos días arrancamos a las 7.45, otros a las 8.30. En general hacemos gimnasio temprano, después almorzamos todos juntos y más tarde tenemos el entrenamiento. Pero a las 16 generalmente ya estoy en casa y puedo hacer mis cosas.
– ¿Estás aprovechando para recorrer algunas ciudades de Europa?
– Lo bueno es que cada cuatro o cinco partidos hay una semana libre. Ahora, cuando vino mi novia, fuimos a visitar a ‘Nachito’ Calles, que está en Pau. En general vamos a conocer lugares cercanos a La Rochelle.
– ¿Cómo fueron los primeros meses en el club sin jugar?
– Difíciles. Llegué y me dijeron que tenía que operarme. En el momento la situación me “bajoneó” un poco porque ya venía de dos intervenciones. Antes de Jaguares me operaron mal el hombro. Me molestaba y me tuvieron que volver a operar. Llegué acá, estaba por ir a Los Pumas y pasó lo de las cervicales.
– ¿Sos muy fuerte mentalmente? Ante las situaciones difíciles, parece que siempre vas para adelante, como en la cancha.
– No es sólo mi cabeza, es también por la gente que me rodea. Cuando pasó eso, enseguida me puse como objetivo volver a jugar. Lo pude hacer y después llegó todo esto.
– Ronan O’Gara, leyenda irlandesa y técnico en Stades Rochelais, dijo que ibas a ser un gran jugador para Argentina. ¿Qué te genera esa opinión de alguien reconocido a nivel mundial?
– Es un halago. Pero queda en mí trabajar. Primero quiero debutar y después se verá cómo sigue la historia. Pero no tengo que volverme loco. Yo quiero disfrutar el día a día, progresar y desarrollarme.
– ¿Es un sueño pendiente ponerte la camiseta de Los Pumas?
– Sí, en las dos convocatorias anteriores, por una cosa u otra, no pude debutar. Vamos a ver si la tercera es la vencida. Es algo que uno desea desde que empieza a jugar.
– ¿Tuviste alguna conversación con Michael Cheika, el nuevo entrenador?
– No, por ahora no. Sólo recibí el mensaje de la convocatoria. Ya charlaremos cuando viaje para allá.
– No está muy lejos el Mundial 2023, en Francia. ¿Te propusiste estar ahí?
– Sí, pero eso es a largo plazo. Sería una locura, pero como decía antes, quiero debutar e ir paso a paso.
– ¿Imaginaste alguna vez todo lo que te está pasando?
– Por ahí era algo impensado. Muchos de mis amigos me decían, “vos vas a llegar”, pero al estar tan lejos, entonces por ahí no lo veía, salvo por el deseo que tenían ellos.
“Verlo en la cancha, en una final de Champions, nos generó una alegría inmensa. El nunca se olvidó de sus raíces”, dijo Luca Gravelloni, compañero de la ’94 de Pueyrredon.
– ¿Mirás hacia atrás para valorar más lo que conseguiste?
– Sí. Ahora, con el diario del lunes, por ahí cambiaría algunas cosas, porque veo que podría haber llegado mucho mejor. Pero estoy en este lugar y tengo que meterle para adelante. Yo considero que lo primordial es disfrutar y hacer lo que me gusta.
La ’94 de Pueyrredon, con Sclavi arriba a la izquierda. Fue el origen de todo. Integraron el plantel campeón M-17: Dalmiro Alfonso, Matías Amarilla, Nehuen Bertero, Nicolás Bianco, Lucas Binelli, Guido Cecchetto, Juan Cruz López Cerdan, Iván Corvalan, Lautaro Disiervo, Kevin Esmoris, Juan Faraone, Lucas Ferrante, Luca Gravelloni, Braian Iurato, Yannick Jaureguiberry, Nicolas Maldonado, Brian Michienzi Franco Pepi, Nicolás Poveda, Franco Quintana, Daniel Rodríguez, Franco Soprano y Ezequiel Zamudio.
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