La historia de Solana Sierra: la niña que llevaba su muñeca a los partidos, el auto de los 350 mil kilómetros y una final en París
Agarró su primera raqueta cuando no superaba la altura de la red. Enseguida mostró condiciones y se cansó de conseguir triunfos ante tenistas más grandes. El recorrido de la marplatense de 17 años que jugó la final del Roland Garros Junior.
Por Juan Miguel Alvarez
@jmalvarezmdq
Solana Sierra tuvo una semana inolvidable en París, donde llegó hasta la final del Roland Garros Junior. La marplatense que empezó a jugar al tenis cuando era más pequeña que la altura de la red y que llevaba a sus partidos una muñeca en la mochila, recoge actualmente el fruto de muchos años de esfuerzo y sacrificio, personal y familiar.
Solana, hija única de Omar Sierra y Marta Canevello, nació el 17 de junio de 2004 en Mar del Plata. Es una jugadora de talento natural, súper profesional, competitiva y con una fuerza extraordinaria en su brazo derecho.
Fanática de River y muy admiradora de Marcelo Gallardo, a veces se pone la “9” para jugar en “picados” en familia. Hizo la primaria en el colegio Santa María del Buen Ayre, que cerró meses atrás, y terminó la secundaria el año pasado mediante el SEADEA (sistema de educación a distancia). Además de tenis, practicó natación y danza.
Si bien no tiene hermanos, comparte mucho tiempo en familia con sus doce primos.
Es amante de los animales y, desde que vive en el exterior, extraña mucho a “Tino”, el caniche que la acompañaba incluso a los entrenamientos cuando estaba en esta ciudad. “Si algún día puedo ganar dinero con el tenis, me gustaría invertir en una fundación para perros”, suele decirle a los suyos.
Solana nació para ser deportista. “Con 1 o 2 años, ya mostraba una capacidad motriz y coordinación atípica para la edad“, contó su padre Omar Sierra. “Apenas podía caminar y agarraba una paleta de ping-pong y esperaba el pique para pegarle. Después, cuando ella tenía 3 años, yo alquilaba una cancha de pádel, unos 20 minutos, y jugábamos a pasar una pelota de baja presión. Pero lo hacíamos de forma lúdica, porque le gustaba. Por ahí yo dibujaba caras en una pelota, ella le pegaba y tenía que ir a buscar las que coincidían”, agregó el orgulloso padre sobre aquellos primeros golpes de su hija.
Cuando Solana tenía 4 años, Omar decidió encomendarle la formación tenística de su hija a Bettina Fulco, quien no aceptó brindarle una enseñanza presencial. “Le dije al padre que si le daba clases sentía que le estaba robando el dinero, porque a esa edad no tienen la capacidad de coordinar y seguir la pelota”, explicó la exjugadora que llegó a ser número 23 del mundo en el ránking WTA.
Sin embargo, Fulco, quien por entonces iniciaba una escuela de tenis en el Club Teléfonos, empezó a apuntalarla: “Le indiqué al padre varios ejercicios para hacer, le expliqué que había pelotas más blandas que picaban un 75 por ciento menos, que se estaban usando en el mundo, pero en Argentina no. Entonces lo mandé a comprar alguna o se la regalé, no recuerdo bien, pero la cuestión es que empezó a hacer los ejercicios con ella”.
Omar iba cada tres meses a Teléfonos a recibir nuevas instrucciones. Además, le enviaba a la profesora videos con los movimientos de su hija. Hasta que poco después, con casi 5 años, la niña ya pasaba la pelota por encima de la red y estaba preparada para dar el siguiente paso, con Fulco y su equipo de profesores a su lado.
Solana aprendió con llamativa velocidad y pronto empezó a competir. A veces, como no había torneos femeninos para niñas de 6 o 7 años, jugaba contra chicas más grandes o incluso contra chicos.
“Muchas personas, cuando me ven, recuerdan a Solana porque llevaba una muñeca en su mochila a los partidos. Iba, por ahí les ganaba porque tenía mucha facilidad, y después la sacaba para jugar”, contó Omar Sierra. “No dejaba de ser una niña. Nosotros, como padres, siempre intentamos que pudiera disfrutar su infancia, en la medida de lo posible. Después fue creciendo y asumiendo otras responsabilidades. Si viajábamos para acompañarla, buscábamos hacer otras cosas más allá de la competencia en los torneos”, agregó el padre de la finalista del Roland Garros Junior.
Solana Sierra pasó, de los 9 a los 14 años, a manos de Hernán Cortez, su otro profesor en Mar del Plata, en este caso en el club Once Unidos. Y la marcha no se detuvo. “Tengo un Peugeot 307 con 420 mil kilómetros, de los cuales 350 mil los hicimos para ir con Solana a los campeonatos. Fuimos en auto a todos lados. Recuerdo particularmente un viaje hasta Porto Alegre, Brasil. Ahora no lo quiero vender“, deslizó Omar, en una clara muestra del sacrificio realizado para acompañar a la tenista en su etapa infanto-juvenil.
La pequeña promesa se lució en la cancha. Llegó a ser número uno del país en las categorías Sub 12 y Sub 14, y fue campeona por equipos en el Sudamericano Sub 14 de Guayaquil, Ecuador.
A los 14 años, volvió a ser orientada Bettina Fulco. Más allá del cambio en la conducción, siempre entrenó en la parte física con Claudia Castillo, licenciada en Educación Física que formó en los últimos 15 años a los mejores jugadores de esta ciudad. El kinesiólogo Damián Jaime también la acompañó durante la etapa formativa.
“En todo momento me di cuenta que podía llegar. Era muy fría en la competencia; no se enojaba, no tiraba los partidos, ni demostraba si estaba nerviosa”, comentó Fulco sobre la parte mental de la tenista. “Y técnicamente la fui llevando lo mejor que pude. Cuando volvió al club tratamos de darle mayor preponderancia a su saque. Sabía que iba a crecer, a ser grande y fuerte. También hicimos foco en mejorar mucho el drive“, agregó.
La ex capitana de la Fed Cup “moldeó” el estilo de Solana y potenció sus grandes virtudes. “Intentamos siempre que sea una tenista agresiva, que saliera del molde argentino. El patrón de juego de los varones, a nivel mundial, es muy parecido al que se enseña acá desde chiquitos. Hoy un Alcaraz tiene las características de juego de los buenos chicos que salen de nuestro país: moviéndose mucho, rotando la pelota, abriendo la cancha y demás. En cambio, las chicas, a nivel mundial juegan de otra manera: arriba de la línea, mucho más agresivas, le pegan más plano a la pelota y es más importante el saque y la devolución. Solana naturalmente tiene mucha fuerza y con ese talento intenté desarrollar un juego potente. Y la verdad es que ella, en Argentina, les ganaba fácilmente a todas”, agregó la extenista profesional.
Con apenas 14 años y cuatro meses, ya consiguió su primer punto WTA en Villa del Dique, Córdoba. En 2019 empezó a sumar con continuidad y llegó a semifinales en “El Abierto”, en Buenos Aires. Además, repitió el título sudamericano por equipos, ahora en la categoría Sub 16, en Santiago de Chile.
Mientras que en 2020, antes de la pandemia, se coronó campeona a nivel individual en el Sudamericano Sub 18 de Brasilia.
El Covid-19 frenó su andar, pero no su perfeccionamiento. Se entrenó en su domicilio y en la casa de su profesora, donde impactaba la pelota una y otra vez contra la pared de la cochera. Hasta que volvió al ruedo con novedades importantes: firmó contrato con la empresa de representación Tennnium, respetada en el tenis internacional como organizadora de torneos y agente de jugadores.
Y viajó a una gira por Egipto junto a Fulco. “Me quedó un lindo recuerdo de esa experiencia, más allá de sus resultados deportivos. Porque compartimos muchas cosas. Anduvimos a camello, conocimos las pirámides, fuimos al Museo Nacional de El Cairo”, describió la entrenadora que acompañó a Sierra hasta principios de 2021.
Después, Solana decidió instalarse en Canning, cerca de Buenos Aires. Continuó sumando experiencia en los torneos ITF y en septiembre fue noticia su gran presentación en el US Open Junior, en el que llegó hasta semifinales.
Recibió una invitación para el Argentina Open de noviembre y allí logró su primera victoria en un torneo principal WTA, frente a Sol Faga, en el Buenos Lawn Tennis.
En el 2022 fue un poco más allá. Su actual entrenador, Carlos Rampello (rosarino formador de Nadia Podoroska) armó un centro de entrenamiento en Barcelona, hacia donde partió la marplatense. Allí logró tener más y mejor competencia.
Sin Nadia Podoroska y Paula Ormaechea, la capitana argentina, Mercedez Paz, la convocó para la Billie Jean King Cup. Y la joven de 17 años sorprendió a todos: ganó sus cuatro partidos, a jugadoras mejor rankeadas, para colaborar para la clasificación a los playoffs por un ascenso al Grupo Mundial.
También subió en el ránking por sus buenos resultados en los torneos ITF: hizo final en Palmanova y le ganó a una ex número 5 del mundo, Sara Errani, en La Bisval D’Emporda.
Esta semana fue inolvidable en otro Grand Slam de la categoría Junior: jugó la final de Roland Garros, instancia en la que perdió ante la checa Havlickova.
Más allá que se quedó con las ganas de coronarse, la marplatense seguirá mirando hacia adelante, ya que tiene un horizonte prometedor. Se preparará para el Wimbledon de la categoría y luego seguramente intentará levantar el trofeo en el Us Open, su campeonato predilecto. Además, buscará sumar puntos y mejorar en el ránking WTA.
La carrera profesional de Solana Sierra recién comienza. Pero, como desde niña, avanza a pasos agigantados.
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