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Cultura 3 de marzo de 2018

La “hermandad” del hierro comparte sus “secretos” en Buenos Aires

Un dragón de hierro. Foto: EFE.

por Natalia Kidd

Como todo arte antiguo, la herrería no está exenta de secretos guardados celosamente y que los maestros del oficio a regañadientes revelan, pero un grupo de apasionados por la forja se propuso romper con esa costumbre y demostrar que su “hermandad” puede cruzar fronteras y revitalizar la actividad.

Buenos Aires es por estos días sede del Segundo Encuentro Internacional de Herreros, una iniciativa que nació de los intercambios entre herreros estadounidenses y argentinos y que ahora se transformó en el mayor evento en su tipo de Latinoamérica.

“Somos hermanos, somos como una familia”, cuenta a EFE José Miguel Flores, una de las figuras del evento y que diseñó un banco mecedora que, como obra colectiva, quedará como legado para los jardines del museo capitalino que acoge el encuentro.

Con sus manos tiznadas y en un claro acento de su Chile natal, este maestro en herrería, que desde hace años vive en España, se abrió camino en la vida para aprender una profesión en la que no es usual compartir los secretos, pero él tuvo la suerte de encontrar maestros generosos y ahora quiere compartir también lo que sabe.

“Es una profesión y, más que eso, es una filosofía de vida. Hemos dejado nuestros talleres parados y nos pagamos el pasaje para venir aquí a enseñar. Es amor y pasión por la forja y lo más interesante es el poder compartir. Cuando estás en este mundo, te das cuenta de que es una familia”, afirma con orgullo.

El mentor de estos intercambios es Jerry Coe, que en 2014 se ganó una beca de la Asociación de Herreros de California que destinó a viajar a Buenos Aires para estudiar la herrería aplicada al patrimonio arquitectónico local, que vivió su apogeo en el siglo XIX y principios del XX.

En la capital argentina, Coe conoció al herrero artístico Fabián Rossi, quien en 2015 viajó para un intercambio con maestros californianos en este oficio. De allí nació la idea de celebrar un primer encuentro internacional, que se concretó en 2016 en Buenos Aires.

Aquel primer evento demostró que la confraternidad era posible en esta actividad y llevó a los herreros locales, que hasta entonces estaban totalmente desconectados, a formar el grupo Forjadores Argentinos, integrado por unas 2.000 personas.

“Nuestra idea es modificar el pensamiento que había de que los maestros guardaban los secretos, no los compartían. Tenían sus aprendices, pero no les enseñaban los secretos, sino lo básico, y la idea nuestra es revertir eso”, cuanta Rossi a EFE.

A pocos metros, un experto californiano enseña a forjar a un joven argentino sin experiencia. La barrera idiomática no es impedimento: con señas, gestos y el ejemplo se pasa el conocimiento.

Rossi, herrero desde hace 30 años, destaca la importancia de interesar a los jóvenes en un oficio que, asegura, está resurgiendo de la mano de iniciativas públicas de restauración del patrimonio local que demandan profesionales de esta disciplina.

Impulsor de Forjadores Argentinos, Rossi también destaca la afluencia al evento de herreros de otros países de Sudamérica, también ávidos de aprender de los grandes exponentes internacionales que, sin cobrar y por pura “solidaridad”, enseñan su arte.

Entre los grandes maestros está Mark Aspery, uno de las mayores figuras de la herrería artística en los Estados Unidos, donde la actividad tiene gran visibilidad.

“Enseñar es la forma de aprender. Y mi mayor placer es ver que la herrería no tiene fronteras”, comenta a EFE Aspery, quien viajó a Buenos Aires con un grupo de sus alumnos, quienes, a su vez, enseñan a los locales.

Aspery destaca que en su país hay un “gran boom”: programas de televisión sobre herrería tienen buena audiencia, un fenómeno que impulsó la venta de libros sobre este oficio e incrementó el trabajo de los propios herreros estadounidenses porque el público empieza a apreciar mejor su trabajo.

Un círculo virtuoso que los herreros argentinos anhelan comenzar a trazar para revitalizar una profesión que por décadas había caído en el olvido.

EFE.