DOLORES (Corresponsal).- Pavón es una localidad de mil habitantes ubicada en el partido de General Lavalle, frente a Mar de Ajó. Tiene una escuela secundaria que, a partir de la última semana lleva el nombre de Léonie Duquet, una de las monjas francesas asesinadas por la última dictadura militar.

El cuerpo de la religiosa fue enterrado como NN en el cementerio de Lavalle, junto con otros que aparecieron en la costa atlántica: había sido una víctima más de los terribles “vuelos de la muerte”, operativos en los que se arrojaban vivas al mar personas que habían estado detenidas en centros clandestinos.

Del acto de imposición del nombre al establecimiento educativo, que se llevó a cabo el miércoles, participaron estudiantes, docentes, autoridades educativas, el intendente José Rodríguez Ponte, representantes de la Iglesia de la Santa Cruz -donde descansan los restos de Léonie- y el embajador de Francia en Argentina, Pierre Henri Guignard.

En su discurso, Guignard sostuvo que Duquet “ha hecho el sacrificio de su vida en Argentina, país que ella amaba tanto como su tierra natal”.

La placa que se descubrió para testimoniar el hecho reza “nuestra identidad condensa energías colectivas, sintetiza ideas, inspira futuro de inclusión y de vida en democracia”. Alumnos del establecimiento pintaron en las paredes de la escuela un mural en homenaje a las Madres de Plaza de Mayo.

El nombre fue elegido como “reconocimiento a Léonie” y por “la historia que nos vincula con las playas y con el distrito de General Lavalle”, dijo al canal local la docente Fernanda Buccheri.

Sor Léonie Henriette Duquet nació en Francia en 1916 y llegó a la Argentina en 1949 como integrante de la Congregación de las Misiones Extranjeras de París. Al producirse el golpe militar del 24 de marzo de 1976 e instalarse un régimen fundado en el terrorismo de estado, Léonie tomó la decisión de actuar en defensa de los derechos humanos.

En diciembre de 1977 fue secuestrada, junto a un grupo de personas vinculadas a las Madres de Plaza de Mayo, por agentes militares bajo el mando de Alfredo Astiz. Torturada en la ESMA y luego arrojada viva al mar por los vuelos de la muerte, fue hallada días después en las playas de la Costa Atlántica y enterrada como NN durante 28 años en el cementerio de General Lavalle.

En el 2005, a partir de una investigación de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó sus restos, junto a los de Ángela Aguad, Azucena Villaflor de De Vicenti, Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco.