“La democracia tiene que buscar al invisibilizado de su tiempo”
En una charla con LA CAPITAL el filósofo aseguró que "la pregunta democrática fundamental es quiénes son hoy los excluidos invisibles". La grieta, el después de la monogamia, la virtualidad como realidad y su último libro "Filosofía a Martillazos".
Dario Sztajnszrajber.
Por Julia Van Gool
Previo a su paso por ReCreo, la iniciativa provincial para este verano en la ciudad, el filósofo, docente y escritor, Darío Sztajnszrajber, brindó otra charla gratuita en el marco del ciclo de escritores de la Editorial Planeta en Mar del Plata y presentó su último libro “Filosofía a Martillazos”.
A sala llena, la charla fue transmitida de manera inédita por streaming, y atravesó los múltiples temas que aborda el libro, que van desde los eternos, como el amor y la democracia, o contemporáneos, como la posverdad, el posamor, la posmonogamia, desde una perspectiva filosófica.
“El libro surge de clases que yo di y que fueron desgrabadas, editadas, pulidas, aumentadas, expandidas, pero sin perder el formato clase. Vos leés una clase sobre el amor y sentís que estás en el medio de una situación que no solo estás leyendo cosas que leyeron otros, sino que eso que estás leyendo te inspira a la producción de tu propio pensamiento”, señaló, en una entrevista con LA CAPITAL.
Con el tomo II en proceso de elaboración, Filosofía a Martillazos busca “actualizar” aquellos esquemas arraigados que hoy pasan por un nuevo matiz, que son cuestionados o pensados a la luz de nuevos movimientos, como el feminismo y la “deconstrucción” de lo impuesto y lo institucionalizado. Sztajnszrajber reflexiona, desarrolla, analiza, desarma y vuelve a armar. Y no lo hace solo. Lo hace en conjunto, en una plaza, en una charla, en una clase. Lo hace (como lo hizo en la ciudad) tanto en una playa, una tarde fresca de febrero, como en un salón repleto de un lujoso hotel de la ciudad. “Cuando se lee solo y reflexiona para uno es probable que cueste mucho salir de los propios marcos normativos”, aseguró.
– ¿Por qué ‘a martillazos’?
– La palabra estudiar se asocia etimológicamente con estupefacto y estúpido. Cuando uno estudia mucho queda medio estúpido, entendiendo siempre que esa estupidización es una forma de correrse de lo que el sentido común y las instituciones educativas exigen de uno. El deseo por saber siempre es revolucionario porque te mueve de los lugares fijos y tranquilos en los que uno está. Por eso Nietzsche dice en uno de sus libros que solo se puede hacer filosofía a martillazos. Entonces, mi título es, básicamente, un robo de una cita de Nietzsche, que es una precursora de lo que hoy nosotros llamamos ‘deconstrucción’. Filosofar a martillazos vendría a ser la forma en la que Nietzsche piensa el pensamiento de la deconstrucción. ¿Por qué? Porque el sentido común se nos presenta tan sólido, macizo y fijo como verdades y certezas absolutas que necesitás una especie de brusquedad frente a las ideas que uno piensa de sí mismo.
– También puede ser ese sonido constante, molesto, como cuando el vecino se pone a martillar y no podés pensar en otra cosa…
– Sí… me encanta. Esa sensación que uno no puede andar tranquilo, sino que está siempre con una molestia encima. ¿Cómo no vamos a estar con una molestia encima si nacemos para morir? El tema es que te pasás toda la existencia tratando de amilanar esa sensación de angustia que te provoca esa conciencia. Pero la filosofía lo que hace es devolverte esa conciencia originaria de que en el fondo nada tiene sentido. Lo que pasa es que, en la vida cotidiana, eso uno lo adormece. La cotidianeidad es farmacológica y (tiene) un efecto adormecedor.
– ¿Cuáles son las ventajas de filosofar de manera colectiva?
– Porque hay un otro que te saca de tus lugares fijos y no hay mayor dogmatismo que el que uno genera con uno mismo. Cuando se lee solo y reflexiona para uno es probable que cueste mucho salir de los propios marcos normativos, regulatorios, dogmáticos. El gran valor del otro es que irrumpe y te saca de vos mismo. Por eso en general la reacción que uno tiene frente a otro es intentar domesticarlo, de amainarlo, de colonizarlo. Pero si el otro es otro, te pega un cachetazo. El gran martillazo que provoca el otro. (Es) la figura de la otredad entendida en su totalidad, como la figura de aquello que nunca te va a cerrar y que lo que no te va a cerrar es la voluntad con la que uno se dirige a otro para desotrarlo y hacerlo parte de tu proyecto. En el hecho social de la clase pública lo inesperado, lo imprevisible es esa llegada del otro que permite ese movimiento.
– Cuando hablás de esa necesidad de domesticar al otro me recuerda al famoso objetivo que muchos destacan actualmente acerca de ‘cerrar la grieta’. ¿Nos conviene cerrar la grieta? ¿Es algo malo en sí?
– Todo depende cómo definas la grieta. Yo creo que cuando se cierra la grieta una de las partes cierra a la otra. En nombre del cierre de la grieta una de las dos partes en conflicto termina hegemonizando la verdad y no es que se provoca una situación de diferencias en juego, sino que lo que hay una disolución del otro. Le temo a todos los discursos que proponen suturar la grieta porque hay un suturador, que es quien decide qué queda adentro y qué queda afuera. Creo en el conflicto como algo valioso, como algo donde se potencian las diferencias y creo que la democracia es el ejercicio de ese conflicto. Trato de correrme de esos discursos, sin dejar de entender cómo la grieta puede generar una violencia desmedida que no suma. La clave de la democracia es aprender a convivir con la diferencia del otro. Por eso un lugar donde mejor se ve la cuestión de la democracia es en el amor porque en la pareja sucede que hay una vocación común de querer construir con esos otros un proyecto político, comunitario.
“Le temo a todos los discursos que proponen suturar la grieta porque hay un suturador, que es quien decide”
– En el libro tratás esto en uno de los capítulos, el de la democracia.
– El capítulo de la democracia es uno de los que más me erotizó. El poder hablar de la democracia desde un lugar distinto. Sigo a un pensador que se llama Jacques Derrida, que hace toda una lectura de la democracia como algo inacabable. La democracia tiene que estar siempre buscando el otro invisibilizado de su tiempo. La democracia no es algo cerrado. La pregunta democrática fundamental es quiénes son hoy los excluidos invisibles que no estamos viendo, porque si no creemos que se llega a un estadío final donde todo el mundo está integrado e incluido. Y la inclusión también supone una paradoja porque hay alguien que incluye y que pone los límites. Y si hay inclusión es porque todavía hay alguien afuera. Derrida, en un giro que da en la última etapa de su vida muy polémico dice que son los animales los excluidos que no estamos viendo. Algo que hoy si lo planteas desde una perspectiva política puede sonar hasta anómalo, raro, pero el otro siempre se te presenta anómalo. No es casual que aparezcan nuevas figuras de la otredad que todavía hoy, hasta el progresismo democrático no puede ni siquiera entrever como sujeto de derecho.
-Bueno, el veganismo es un estilo de vida que cada vez tienen más adeptos…
-Claro. Pasa ahora, y es algo muy parecido a lo que pasó, siglos antes, con el lugar de la mujer. Cuando emergen los primeros feminismos suscitaban un rechazo por parte del sentido común y mi pregunta: ¿quiénes hoy suscitan ese mismo rechazo? Yo creo que hay algo de la cuestión animal que ahí hay que ver, más allá que hoy el ambientalismo se volvió agenda.
Sus presentaciones en la ciudad siempre reúnen multitudes. Su charla por el Ciclo Planeta debió ser transmitida por streaming.
– ¿Cómo fue el proceso de selección de temas?
– El libro serán dos tomos. Ahora estamos en la plena escritura del segundo. De todas las clases que hay dando vuelta, elegimos 12 que nos parecieron las más emblemáticas y con temas diversos. Pero siguiendo con el esquema que tanto en el amor como en la verdad lo que vimos es que hay, por un lado, una cuestión histórica de cómo el amor y la verdad son temas típicos de la filosofía pero cómo tiene una actualización o una bajada muy contemporánea.
– Verdad, posverdad, amor, posamor… son temas actuales pero que, de todas maneras, se trataron siempre.
– Claro, pero sí hay un acaecimiento de lo amoroso en nuestro tiempo, por ejemplo. Obvio que la monogamia es algo que se discutía históricamente y que, además, en la antigüedad no existía. Después se terminó plasmando institucionalmente con el cristianismo en nuestro tiempo. Lo que sí me parece es que hay una facticidad propia de nuestro de tiempo que hace que la relación amorosa tenga otro color. ¿Cómo pensar la monogamia en tiempos de feminismo? ¿Cómo pensar la monogamia en tiempos de redes sociales? Las redes generan un impacto fuerte en el modo de vincularnos. Hoy ya no son formas accesorias de conectarte con el otro: se pueden armar vínculos virtuales, relaciones virtuales, placeres virtuales, orgasmos virtuales. Ahora esa virtualidad no es una forma secundaria, falsa, de representación de los vínculos reales, eso también es real. Eso cambia el esquema.
“Las redes generan un impacto fuerte en el modo de vincularnos. Hoy ya no son formas accesorias de conectarte con el otro”
“Fui producto de un proyecto político”
Darío Sztajnszrajber participó del programa provincial en las playas del norte de la ciudad, ReCreo, donde brindó una charla gratuita y llegó acompañado del gobernador Axel Kicillof y la ministra de Desarrollo Social, Fernanda Raverta.
Días atrás, en la entrevista con LA CAPITAL, Sztajnszrajber había manifestado sus expectativas frente al nuevo gobierno de Alberto Fernández, al tiempo que aseguró que la instalación de la filosofía y de su figura en el conocimiento público fue producto de un “proyecto político”.
– Donde vas, llenás las salas. Tus libros son de los más vendidos en el país. ¿Deberíamos dejar de sorprendernos y decir que la filosofía genera interés?
– Más o menos. No sé. Sigue siendo algo reactivo. Venimos de un gobierno donde uno de sus pilares en término de educación, y que fue algo enunciado por uno de los asesores del ex presidente, es que en la escuela se trabaja demasiado el pensamiento crítico y por eso proponían una escuela más atravesada por la lógica de la productividad. Esto pasó hace muy poco como para pensar que eso pasó.
– ¿Qué expectativas te genera el nuevo gobierno?
– Tengo una expectativa importante para el nuevo proceso que se abre con el nuevo gobierno y sobre todo en los lugares que a mí me tocan. Percibo una vocación de retomar líneas que tienen más que ver con pensar al conocimiento desde un lugar más popular, emancipatorio, más socializado. De hecho, el auge de la filosofía que vos introducís en la pregunta tuvo que ver, en mi caso particular, con que yo hice un programa en Canal Encuentro y la gente me empezó a conocer por eso. Tampoco fui producto de una gesta individual, sino de un proyecto político. Un proyecto de política pública, que es lo que en este país nos han querido hacer creer que no tiene sentido.
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