La crisis de liderazgo que derivó en la nueva estrategia oficialista
Por Ramiro Melucci
Un intendente es el líder natural de su fuerza política. En Mar del Plata, desde que Carlos Arroyo asumió en diciembre de 2015, esa naturalidad nunca se produjo. La gobernadora María Eugenia Vidal se dio cuenta enseguida de que el jefe comunal no era lo que parecía y nunca le dio espacio para que ejerciera el liderazgo de Cambiemos en el distrito.
Quedó bien claro en las legislativas de 2017, cuando al intendente ni siquiera le otorgaron un lugar en las fotos de Vilma Baragiola, la candidata del gobierno provincial en Mar del Plata. La radical obtuvo el 48% de los votos y se impuso con claridad en un marco en el que la Provincia se volvió a pintar de amarillo.
Ese triunfo contundente (el candidato de Cristina Kirchner, Marcos Gutiérrez, sacó 20 puntos menos) presuponía que Baragiola se encaminaba a ser la candidata a intendente de Cambiemos en 2019. Que iba a ejercer el liderazgo que Arroyo no había sabido ejercer.
Pero la concejal radical tampoco colmó las expectativas de la gobernadora. Tres meses después de su triunfo, el diputado nacional Guillermo Montenegro, del PRO, buscaba casa para alquilar en Mar del Plata, donde nació y fue a la escuela. Era la señal más clara de que Vidal buscaba un candidato propio para Mar del Plata.
No fue lo único. A principios de año, la Provincia habilitó al jefe del bloque de Diputados bonaerenses de Cambiemos, Maximiliano Abad, a caminar como candidato a intendente. Fue otra prueba más de la crisis de liderazgo del frente oficialista en el plano local.
En tiempos de bonanza, Vidal probablemente hubiera elegido a Montenegro como candidato único en Mar del Plata. Sin necesidad de dirimir esa decisión en internas. Pero no son tiempos de bonanza: el Gobierno no supo domar la economía y ahora está en riesgo su continuidad.
Ese riesgo le restó poder de imposición en el armado electoral. A pedido de la Convención Nacional de la UCR, amplió el frente oficialista. La designación del peronista Miguel Ángel Pichetto como candidato a vicepresidente fue el símbolo de la apertura.
Macri y Vidal comprendieron que no estaban en condiciones de hacer todo lo que hubieran deseado. Por eso Baragiola, en lugar de bajar su postulación y aceptar un lugar desde donde acompañar a Montenegro, será candidata a intendente. Eso sí: la gobernadora se aseguró en el cierre de alianzas que Arroyo no tuviera la chance de ser otro de los contendientes de la interna.
No hay dudas de que, en la carrera que comienza, Montenegro es el favorito de la gobernadora. Baragiola ni siquiera tiene todavía una foto actualizada con Vidal. Pero tampoco hay dudas de que la concejal parte con ventaja en las encuestas. El duelo está planteado: la autodenominada “candidata de la gente” contra el elegido por la Casa Rosada.