Juan Bautista Alberdi.
En el inicio de Bases, Juan Bautista Alberdi indica que es una obra de acción, pensada con reposo, “Sembrad fuera de la estación oportuna: no veréis nacer el trigo”.
Fue la piedra angular de nuestra Constitución Nacional, un artefacto nacido al calor de 50 años de guerras intestinas, fue un punto de llegada, pero también de partida.
El segundo párrafo es más ilustrativo de lo porvenir, las palabras del Tucumano cargada de un gran consejo de coyuntura pero centenario a la vez, nos dice:
“Dejad que el metal ablandado por el fuego recupere, con la frialdad, su dureza ordinaria: el martillo dará golpes impotentes. Hay siempre una hora dada en que la palabra humana se hace carne. Cuando ha sonado esa hora, el que propone la palabra, orador o escritor, hace la ley. La ley no es suya en ese caso; es la obra de las cosas. Pero esa es la ley duradera, porque es la verdadera ley”. Desde 1853 hasta este castigado 2022 ha corrido mucha agua bajo el puente de los argentinos.
La Argentina marcha desde hace mucho tiempo en sentido contrario, nos hemos convertido en el paradigma negativo de la instantaneidad. Se navega en aguas que carecen de corto, mediano, y largo plazo. Esta visión simple y oportunista ha sido entre otras, gran fuente de nuestro preocupante estado de situación.
Las constituciones, como todo instrumento jurídico, son pensadas con una perspectiva de mayor durabilidad, no por ello pueden ser objeto de reformas. Este debate tan rico y necesario será, tal vez, motivo de otra columna, ahora nos interesa marcar algunos tópicos de actualidad para señalar también el camino de largo aliento.
Con sus más y sus menos, luego de varios procesos de reforma y de incorporación de institutos al calor de nuevas formas de mejorar el sistema democrático, siguen siendo piezas nodales de nuestra organización aquella que indica que el Poder Ejecutivo de la Nación será desempeñado por un ciudadano con el título de “Presidente de la Nación Argentina” marcando como la primera de sus atribuciones la de Jefe supremo de la Nación, jefe del gobierno y responsable político de la administración general del país. Ante tanta claridad todo lo demás abunda.
Sin embargo y casi sin querer se ha metido estos días un invento que fuera patentado en la Argentina. Uno de los tantos orgullos nacionales, se lo debemos al Húngaro nacionalizado argentino Ladislao Biró. ¿En que consiste ? En la mundialmente famosa Birome.
Cuando Ladislao tuvo la idea del bolígrafo, ya había inventado un modelo de pluma fuente, una máquina para lavar ropa, un sistema de cambios automático en los automóviles y un vehículo electromagnético. Su labor periodística se veía fastidiada por los trastornos que le ocasionaba su pluma fuente. La misma había sido concebida para diestros y él era zurdo. De manera recurrente se le atascaba en medio de un reportaje.
Hombre de gran inventiva, recurrió a su hermano químico y juntos lograron una tinta útil para la escritura a mano, pero seguía sin superar las frecuentes trabas. Fue entonces que apareció la idea de cómo resolver este inconveniente: observando a unos niños jugar en la calle con bolitas que al atravesar un charco salían trazando una línea de agua en el piso seco. Ahí se dio cuenta de que en vez de utilizar una pluma metálica en la punta, debía utilizar una bolita.
Nace la birome.
Una metáfora muy ilustrativa para los tiempos que corren. La misma nos sirve para ubicarla en clave de Alberdi y la Constitución.
En sentido contrario tomo como ejemplo otras prácticas, una muy ilustrativa es la que lleva adelante el Centro de Investigación y Acción Social – CIAS.
Nacida hace más de 60 años desde la orden de los jesuitas tiene como finalidad la investigación y formación de líderes jóvenes. Hace 7 años nació el Programa de Formación en Liderazgo y Análisis Político. Se trata de un espacio colectivo ideológicamente plural, donde se fomenta el debate genuino y la aceptación de la diversidad. Jóvenes de todos los credos, agnósticos, ateos, peronistas, liberales, radicales, socialistas, que militan en política partidaria, con o sin responsabilidades en el Estado, con participación en organizaciones de la sociedad civil, debaten, aprenden, proponen.
Un lugar de formación donde el debate como mecanismo de confrontación y resolución de contradicciones, puede desterrar el enfrentamiento turbado y ofuscado, ignorando y destratando al distinto se ha convertido en el denominador común de quienes tienen las máximas responsabilidades en el manejo de la cosa pública. Lamentablemente esas prácticas han permeado en muchos ámbitos de nuestra vida en sociedad.
La impronta generacional formada desde la divergencia y la coincidencia en clave plural sin dejar de lado las singularidades llevó a confeccionar una exquisita pieza editorial: Apuntes para la Argentina del Siglo XXI. Miradas de una nueva generación de dirigentes políticos.
Aires frescos para un futuro mejor.
En tiempos de digitalización e inteligencia artificial, la realidad demanda consensos, modelos colaborativos que superen lo decimonónica mirada individualista.
Ello nos debe ilusionar.
No podemos volver a la birome. Fue un novedoso invento en la primer mitad del siglo XX, hoy atrasa, nos vuelve hacia al pasado, nos aleja en tiempos de complejidad abordar soluciones que requieren de mayorías y minorías. De iguales y de diferente. De eso trata la democracia, el lugar que se construye de manera mancomunada con los distintos.
*Profesor Universitario. Especialista Universitario en Periodismo y Ciencias de la Información. Secretario de Comunicación de la UNMDP. Vicepresidente de la Asociación de Televisoras Educativas y Culturales de Iberoamérica. (ATEI)