CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Cultura 9 de enero de 2017

La antena

Por Mauro De Angelis

La noche más rara de mi vida fue hace poco cuando yo estaba jugando en mi pieza y entró mi tío Omar y me dijo vení, ayudame vamos afuera que se rompió la antena. Mi tía lo escuchó y dijo pero Omar hace mucho frío, está por nevar, ¿por qué no van mañana? Mi tío dijo ¿estás loca? ¿vamos a esperar al verano para ver algo?

Mi tía no dijo nada y se fue a cocinar. Mientras me cerraba la campera y me ponía la bufanda, mi tío dijo después te doy para figuritas. Yo me puse contento. Entonces salimos y afuera hacía mucho frío. El cielo estaba muy negro y no se veía nada. Mi tío trajo el cajón de herramientas y dos linternas y caminamos por el campo. Atrás de donde guardamos el camión, está la antena. Parece muy lejos pero se llega enseguida si uno camina rápido.

Íbamos callados pero como no vi ninguna de las ovejas dije tío no están las ovejas, ¿dónde se metieron? Él estuvo un rato sin hablar y después dijo están escondidas. Yo le pregunté de qué se escondían. Y mi tío no me contestó o capaz no escuché porque justo había mucho viento y se me fue la bufanda a la cara. También me di cuenta de que no andaban ni el Negro ni Mascarita. Era muy raro caminar y no sentir la trompa de los perros en la mano, más que nada del Negro que es más de jugar.

Pensé que estaban escondidos con las ovejas o que se habían peleado de nuevo y las estaban buscando para morderlas y por eso ellas tenían miedo y se escondían. Lo que pasó después es que llegamos a la antena y mi tío miró para arriba y me dijo voy a subir, vos iluminame con la linterna y si te pido me alcanzás una pinza o lo que me haga falta. Y ahí, cuando él se puso a trepar por los fierros de la antena, es que empezó la noche más rara de mi vida porque en ese momento aparecieron las luces misteriosas en la casa de los vecinos.

La casa de los vecinos está como a tres cuadras o más para el lado de las sierras. Antes no vivía nadie hasta que un día vino la chica rubia con el hombre de pelo largo. Eso es lo que me acuerdo de ellos, no los conozco bien porque mis tíos nunca me dejan acercarme a la casa. Lo que yo vi esa noche es que había unas luces que subían y bajaban por el cielo. Eran luces muy rápidas que iban de acá para allá, costaba un montón seguirlas con la vista. Y después o al mismo tiempo se escucharon varios ruidos muy extraños, unos ruidos que nunca había escuchado en mi vida.

Le estaba por decir a mi tío pero no hizo falta porque cuando miré para arriba de la antena, él estaba mirando la casa de los vecinos con cara de preocupado. Le pregunté si sabía qué eran esas luces y esos ruidos y mi tío me gritó que no eran nada y se le cayó la pinza. Dijo una mala palabra. Yo me reí pero mi tío se enojó y me gritó que me fuera urgente con mi tía. Yo le dije pero no terminamos de arreglar la antena, no se va a ver nada, ¿no querés que te alcance la pinza? Él gritó muy fuerte que no le alcanzara nada, que me fuera urgente a casa y que le diga a mi tía que cierre bien todo.

Le hice caso porque me di cuenta que algo misterioso estaba pasando y me puse a caminar lo más rápido que pude, caía una nieve finita, se me congelaban las manos pero igual pude escuchar que en la casa de los vecinos alguien gritaba, la chica rubia o el hombre de pelo largo, aunque no se entendía nada. Me dio miedo y corrí. Corrí y me caí. Las luces me pasaron cerca, como si volaran por arriba de mi cabeza. Después se apagó todo. De golpe. No hubo más luces ni gritos. Lo que sí sentí fue que algo iba por el camino, como si fueran autos, pero no los vi, eran como autos invisibles que andaban a toda velocidad por lo oscuro, sin chocarse con nada.

Pensé en las ovejas y en los perros, si se habrán asustado, si estarían metidos todos juntos en el escondite. Después no pensé más porque me levanté y corrí a casa. Mi tía estaba al lado de la puerta. Apenas entré cerró con llave. Me preguntó por mi tío. Está afuera dije, en la antena. Ella se puso las manos en la boca. Qué pasa, tía, le pregunté.

Nada dijo. Nada. Era en la casa de los vecinos dije. ¿Les habrá pasado algo? ¿Por qué gritaba la chica? Basta, dijo mi tía, terminala, querés, sacate la campera y ponete al lado del fuego, que sino te vas a enfermar. Yo le conté que el tío había dicho que cerremos todo. Sí, dijo ella. Ya cerré todo. Mi tía me ayudó a cambiarme. Al rato vino mi tío, todo mojado. Le sangraba una de las manos. Dijo me corté con la antena pero la pude arreglar.

Comimos sin hablar mucho y después mi tío se sentó en el sillón y puso un programa en el televisor. Me senté al lado. Mi tío prendió un cigarrillo. Le iba a preguntar algo sobre las luces que habíamos visto afuera pero al final solamente le pregunté si era verdad que había televisores a color. Él dijo que sí pero que por acá nadie tenía. Que seguro en la Capital. Mi tía estaba lavando los platos. Cuando terminó se sentó con nosotros. Esa mujer es Pinki dijo mi tía, qué linda es. Yo pensé de qué color sería el pelo de Pinki. Mi tío arregló bien la antena porque apenas se veían una o dos rayitas.