La adicción a la tecnología ya es un nuevo tipo de consumo peligroso
El analfabetismo relacional, el desprecio por mantener un diálogo off line y la necesidad de estar en una constante "transrealidad" fueron algunos de los puntos abordados en el XXXII Congreso Argentino de Psiquiatría. Los especialistas advirtieron sobre los riesgos que corren los más jóvenes.
En el marco de la segunda jornada del XXXII Congreso Argentino de Psiquiatría, diferentes profesionales abordaron una de las temáticas más vigentes en los tiempos que corren: la adicción a la tecnología.
Según detallaron en el curso “La clínica actual de la adolescencia: problemáticas de abordaje complejo”, los jóvenes son los más proclives a caer en este tipo de consumos peligrosos, llevados, entre otras cosas, por el aislamiento típico de la edad y la disfunción de los sistemas educativos y familiares.
Sin dejar de lado las adicciones a sustancias que aún persisten y, según numerosos informes, siguen arrojando preocupantes índices en los adolescentes, el desembarco y desarrollo de la tecnología en casi todos los aspectos del día a día ha llevado a los profesionales a abocarse de manera particular a la temática.
Adolescentes y la “transrealidad”
La especialista en psiquiatría infantil, Paula Amenós, señaló a LA CAPITAL las razones que hacen del adolescente un paciente vulnerable y tendiente a aislarse de la realidad.
Entre las características del grupo etario en cuestión está “el deseo de experimentar nuevas sensaciones; la mayor accesibilidad a internet; un mejor manejo de la tecnología y su adaptación a cambios; la presión de grupos de pares y el vacío existencial”, entre otros.
Amenós también hizo hincapié en el “momento evolutivo” y la “propia crisis” que atraviesan los jóvenes a lo largo de la adolescencia.
“El adolescente tiene mucha angustia por duelos: el duelo de su infancia y de sus padres ideales, sumando a los temores y la incertidumbre del futuro”, señaló.
La “falta de acompañamiento por parte de los padres” es otro de los puntos a los cuales la especialista le adjudicó la problemática.
La suma de estas cuestiones llevan a los más jóvenes a adentrarse en el mundo “on line”, donde una “transrealidad más tolerable” que la vida real los aleja del mundo donde viven.
“El uso del juego tecnológico te permite crear una realidad virtual, más simple que la vida real. En el juego los chicos pueden hacer lo que quieran y todo les sale como ellos quieren”, señaló.
Despreciar lo off line
La necesidad constante de estar “on line” e “hiperconectado” a llevado al “uso inapropiado” de las redes sociales y demás plataformas de internet y a desarrollar lo que se conoce como “el temor a desaparecer” (“fomo”: fear of missing out). “Estar siempre disponible, pasó a ser una obligación social”, indicó.
En la exposición también se utilizaron términos como “intimidad nómade”, “phubbing” y “pizzled” para describir el panorama actual de los adolescentes y su adicción.
“Phubbing viene de teléfono (phone en inglés) y de desprecio (snub). Todos tienen la posibilidad de tener una comunicación en vivo y en directo con una persona, que es off line, y al mismo tiempo, mantener una conversación on line. Pero si yo estoy hablando con alguien y elijo el teléfono, lo que estoy haciendo es despreciar esa interacción”, señaló Amenós.
Por otra parte, el uso inapropiado de la comunicación en red también tiene una consecuencia a la que en psiquiatría llaman “pizzled”, que sería “la sensación desagradable que la otra persona tiene por no ser la elegida”.
Analfabetismo relacional
Entre las consecuencias que este nuevo tipo de consumo peligroso puede generar, la especialista señala el “analfabetismo relacional”, es decir, la carencia que esgrimen muchos jóvenes adultos para interactuar con otras personas.
“Las consecuencias ya las están viendo hoy cuando hablamos de la analfabetización relacional. Esto se puede ver, por ejemplo, con la cantidad de gente que comienza a formar una pareja a través de redes sociales”, señaló, asegurando que “una mirada parcial, a través de una mirilla, les resulta suficiente para involucrarse”.
Señaló, incluso, que “ya se está hablando de consecuencias biológicas”.
“El uso excesivo de la tecnología produce cambios orgánicos en chicos y gente más impulsiva, por lo que las adicciones de juego y tabaco, por ejemplo, pueden ir en aumento”.
Desafíos de la psiquiatría
A diferencia de las adicciones a otras sustancias, eliminar por completo el consumo de la tecnología resulta prácticamente imposible en los días que vivimos.
“Todo es difícil pero la particularidad que hay con la comida y la tecnología es que vos no podés sacarlo de la vida de la persona. Esta tiene que aprender a lidiar y controlarlo”, indicó.
Sin embargo señaló que “la ventaja es que, si bien hay cambios cerebrales por el consumo excesivo, no son iguales a si consumís sustancias que operan directamente en cambios de estructuras del cerebro”.
En cuanto al abordaje de la temática desde el campo médico, Amenós señaló que la misma debe ser “interdisciplinaria”.
“Todo siempre tiene que ser abordado interdisciplinariamente. De hecho, si se llega a la psiquiatría es porque hubo sectores que no pudieron trabajar o detectarlo antes. Por ejemplo, en las escuelas se podrían hacer trabajos de prevención o talleres junto a los padres”, ejemplificó.
Este panorama lleva a los profesionales a especializarse en la temática cada vez más. Amenós aseguró que si bien “no se llegó al nivel de especialización de cuando se trata de sustancias”, el tratamiento intensivo de la adicción a la tecnología “ya empieza a ser una necesidad en la psiquiatría”.
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