Julián Rodríguez: “Una selfie es un esbozo de autorretrato, pero afectado de alguna pereza mental o desinterés”
Presenta este sábado el proyecto que coordinó: un libro de autorretratos y una película en el que participan veintiséis artistas. Será en el Museo MAR.
Por Paola Galano
El nuevo proyecto editorial del fotógrafo y docente Julián Rodríguez sigue las coordenadas del anterior: es un libro colectivo que contiene las imágenes de los artistas que participaron de su taller en 2020. Como el año fue tan atípico, los asistentes virtuales aceptaron la propuesta de trabajar el autorretrato.
Así nació “Eso que no ves”, un libro de series fotográficas que se presentará este sábado a las 16,30 en el Museo MAR y que, a su vez, irá acompañado por una película que recorre todo el proceso de gestación del libro.
Cada una de las series está sostenida por un laborioso proceso de introspección de los y las participantes. “Como nadie puede ver aquello que desconoce, el ejercicio de la introspección en estas búsquedas consigue resultados mucho más contundentes que quienes lo evitan”, dice.
Rodríguez indaga en el concepto de autorretrato y afirma, ya en la introducción del ejemplar, que una selfie no es un autorretrato. Y explica por qué: “Un autorretrato es una versión que cuenta de quien lo hace una versión no visible de si mismo. Quien raspa la superficie de lo observado puede encontrar un mundo metafórico y asombroso que al igual que la realidad siempre nos está esperando. Descubrirlo es una decisión personal”.
Y agrega: “Una selfie es un simple certificado de existencia, es como un esbozo de autorretrato pero afectado de alguna pereza mental o desinterés. La captura de la propia imagen no consigue necesariamente ese nivel metafórico. Es la planta baja de la fotografía y en verdad, para vivir en el siglo XXI, es casi tercer subsuelo”.
Aunque no está en contra de esas imágenes que surgen para las redes sociales, argumenta: “No es malo hacerse selfies, ni verlas inclusive, pero convengamos que es como ver un ensayo de una banda o grupo de teatro y creer que viste el recital o la obra completa”.
-¿Cuánto influyó la pandemia y el encierro en los resultados de este libro?
-Esto sí fue una condición necesaria, sin pandemia quizá ni hubiera surgido la necesidad de hacerlo. El ASPO (aislamiento social preventivo y obligatorio) nos cambió la vida y la circulación. No podríamos haber hecho esto si pretendíamos hacer fotografía callejera porque muy pocas personas podían o querían salir a la calle; en cambio las condiciones eran óptimas para trabajar sobre sí mismos. Creo que fue un gran momento para el autorretrato. Si lo hubiéramos propuesto antes, quizá hubiera funcionado pero seguramente no tanto ni tan bien como en el 2020.
-¿Te parece que la fotografía permite ver eso que no se ve, un poco haciendo alusión al título del libro?
-Del mismo modo que en la vida o en la literatura o cualquier otra disciplina de la expresión, la fotografía nos permite ir más allá de los objetos reales, de su significado aceptado o pretendido y de lo que necesitamos ver en y de ello. Luego, sin dudas, una fotografía mejora en su condición de obra cada vez que supera a lo utilizado como enunciado. Un flaco que se pira y arranca a caballo por el monte y un gordo en burro lo sigue, no es el Quijote; ni un pibe que se carga a gran parte de sus parientes en un fiesta no es Hamlet. El recorrido de la obra, el tiempo que le damos, la permanencia en sus ideas es lo que nos permite ver más. En el libro hay verdades que no se ven, es más hay algunas que ni los autores han nombrado jamás e igualmente pueden verse en sus fotos. La película complementa todo y da la posibilidad de volver al libro con más posibilidades de vivir otras sensaciones.
-¿Cuántos artistas participaron?
-El proyecto comenzó con 30 personas aproximadamente. Llegaron al final solamente 26 autores/as y el equipo técnico que sostuvo al Proyecto Autorretrato 2020. Son Araceli L. Acosta, Iñaki Alfieri, Valeria Alvarez, César Alejandro Angélico, Pablo Daniel Aubain, Verónica Biondelli, Agustina Castiglioni, Gisela Cerro, Laura Coda, Santiago Dejo, Silvana Grassi, Claudia Goiburu, Alicia Leiva, Joaquín Lescano, Julio López, Keila Lopez, Eliana Luna, Miguel A. Ontivero, Yamila Pal, Lourdes Pin, Nany Ramirez, Martín Rodolfo Santamaría, Sofía Sucar, Hernán Vidaurreta y Mercedes Villarreal.? El equipo técnico estuvo compuesto por la diseñadora gráfica María Silvia Cantero, el videógrafo y editor Fernando D’Angelo, Leandro Gonzalez en administración y logística. Yo hice la dirección del Proyecto y las correcciones y moderación de cada encuentro.
-¿Cómo se sumaron de otros lugares del mundo?
-Algunas/os participantes nos siguen por redes desde donde viven. Quizá por haber sido ex estudiantes o por amigos de los amigos de los amigos. Siempre generamos muchos contenidos originales para redes y eso hace que muchas personas sepan que en Mar del Plata existen unxs fulanxs que hacen cosas como las que se nos ocurren. Quizá el aislamiento que vivía todo el mundo ayudó a que nuestra propuesta funcione. No olvidemos que lo único que les pedíamos era estar presentes en el encuentro semanal o ver lo que se grababa y se subía en el grupo para que quiénes no habían podido verlo, observen las correcciones a todo lo hecho y las nuevas consignas para la semana. Solamente hizo falta tener conexión a Internet y la voluntad de hacer el trabajo junto a la nunca pavada de poner el cuerpo.
-Algunas de las imágenes son muy fuertes, se juega mucho con la idea de la muerte, ¿puede ser? ¿Ves lo mismo?
-Fotografía y muerte son siempre como familia cercana. Con mayor o menor nivel de conciencia y aceptación se emparientan y conviven continuamente. Un año que estrenaba pandemia no iba a ser la excepción debido a que el ensimismamiento y las experiencias vividas nos acercaron indudablemente a esto. Es bastante difícil aproximarse a la idea de muerte con soltura; casi nadie la vive con calma y a pesar de ello aparece en muchos casos; por suerte tenemos autores y autoras derramando salud, pero la idea aparece nuevamente y no debe eliminarse sino elaborarse para llegar a una forma expresiva que nos deje saciados y festejando la vida. Me alegra que lo veas. En muchas series es el eje prácticamente y por suerte la fotografía sirvió para poner esa idea afuera de quien la vivió. El arte siempre es terapéutico y curativo porque nos hace ver hacia adentro, procesar y soltar lo que nos pasa. La fotografía siempre está a nuestra disposición y quizá sea una de las actividades expresivas más populares del momento. Cuando la ejercemos combatimos esa predisposición a ver el pasado como freno y al futuro con temor. La fotografía es presente siempre y la más viva representación de querer detener el tiempo. Ni aleja, ni evita, ni festeja muerte alguna, pero nos da la posibilidad de dejarle a quienes nos continúan una declaración sincera de cuáles eran nuestras miradas, deseos e intenciones.