Julia Mengolini: “Conversando es como salen las mejores ideas”
Con un enfoque personal, la periodista repasa en su libro "Las caras del monstruo" los temas de la Argentina contemporánea: desde la pandemia, el feminismo y la llegada del movimiento libertario, entre otros dilemas que la tuvieron como protagonista. Contó que el libro tuvo fecha y hora de inspiración: el 1 de marzo de 2024 a las 10 de la mañana, el día en que comenzaban las sesiones ordinarias en el Congreso de la Nación.
“La política es la que ordena la sociedad en la que estás, de alguna manera va definiendo los valores de una sociedad en un determinado momento, nos va a cambiando”, dijo Mengolini. Crédito: Nora Lezano.
Por Paola Galano
Libro híbrido en tanto fusiona la crónica política de los primeros meses del gobierno de Javier Milei, el diario personal, la autobiografía, el ensayo y hasta documentos de la militancia universitaria, “Las caras del monstruo” está escrito al calor del presente por una Julia Mengolini que, tal como ella misma definió en esta entrevista con LA CAPITAL, se atreve a la ternura.
La imagen de la periodista aguerrida y vehemente de Intratables, encolumnada detrás del proyecto peronista del kirchnerismo, cede espacio y aparece el sentir y el pensar de una mujer que busca, con argumentos, humanismo y sensibilidad, ponerle nombre a los monstruos que hacen temer al progresismo: a la idea de una sociedad tolerante, verdaderamente libre y con más incluidos que excluidos.
“No sé por qué molesto. Creo que tiene que ver con lo que represento, eso me ayuda a no tomármelo muy personalmente”
“Tiene muchas caras”, respondió la periodista, que es fundadora de la radio digital FutuRock, sobre qué o quiénes son el monstruo. “Son muchos monstruos en realidad, es la pandemia, son los libertarios, es la muerte, es el patriarcado, son las redes sociales, son los mandatos de belleza, es el prohibicionismo, son los medios de comunicación, Milei, las grandes corporaciones”.
Editado por FutuRock Ediciones, “Las caras del monstruo” atraviesa temas disímiles: la pandemia y la muerte de su papá a causa del Covid-19, el feminismo al que adhiere y sobre el que ejerce una suerte de autocrítica, todo el caudal de aprendizaje que le ofreció una militante como Lohana Berkins, los mandatos de belleza, la cercanía a la marihuana y otras drogas, el despertar del movimiento libertario, sus peleas con los trolls y con influencers y las mentiras que se construyen en Twitter acerca de ella misma. Y siempre lo hace desde un enfoque en primera persona, a través de textos subjetivos y pregnantes y mechados con historias personales.
Por ejemplo, escribe en el comienzo del capítulo “La importancia de Lohana Berkins, cómo me hice feminista y todo lo que vino después”: “Si pudiera fantasear con arrogarme algún tipo de responsabilidad por esta catástrofe, le pediría perdón a esos pibes, pero no por las conquistas feministas, sino por haberlos olvidado. Lamento no habernos dado cuenta antes de lo mucho que les faltó sentirse parte de algo, de que la soledad los iba a llevar a profesar la fe de un loco mesiánico que no tiene más para ofrecer que una teoría económica absurda, odio, y una identidad. Yo sé –aunque algunos crean lo contrario– que el resentimiento de los pibes no tiene que ver con el derecho al aborto, ni con el lenguaje inclusivo, ni siquiera con los escraches injustos. Están enojados porque se quedaron afuera, a la intemperie en un mundo despiadado y –a diferencia de nosotras– no encontraron otra contención que la que cada tanto vuelven a ofrecer las fuerzas más oscuras en tiempos de debilidad”.
-¿Cómo aparece el punto de vista tan personal, subjetivo a la hora de escribir este libro?
-Lo que pasa es que el libro fue como un arrebato bastante inspirado, me cuesta teorizar un poco de dónde surgió. Me parece que claramente se conecta con un contexto, que es el primer año de Milei sin ninguna duda. Además, muy literalmente, porque tiene estas bitácoras y al mismo tiempo los capítulos son bien temáticos. Tiene un punto de vista totalmente personal, autobiográfico, todos parten de alguna discusión pública o alguna anécdota, alguna memoria propia para tratar de tirar de un ovillo y meterme con un poquito más profundamente en todos esos temas. De alguna manera, hacen una reconstrucción de los últimos años de la Argentina y creo que todos van reconstruyendo o llegando de alguna manera a este presente. No es que lo haya planificado demasiado así, pero la inspiración tiene fecha y hora: el 1 de marzo a las 10 de la mañana. Dije: quiero escribir un libro y me salió el índice y después me empezó a brotar, tuve un momento muy inspirado y después me puse a trabajar. Se combinaron la inspiración con la concentración pero el momento en que me cayó la ficha fue el 1 de marzo, el primer año de Milei, el día que arranca con las sesiones ordinarias, el primer día en términos formales de este año (por el 2024) tan novedoso para todos. No puedo escindirlo de ese contexto.
“El libro muestra la vulnerabilidad de una persona que piensa todo el tiempo, que puede repensar sus propias opiniones, que puede cambiar de opinión a lo largo del tiempo”
-Lo que queda claro es que la política impacta y atraviesa tu vida y la de todos, ahí es donde conectás como lectora.
-Sí, totalmente. A mí de manera muy presente, de manera muy medular y muy explícitamente, pero obvio que a quienes dicen que no les interesa la política por ahí desconocen que en realidad la política les atraviesa la vida, posiblemente menos que a mí pero a todos, porque la política es la que ordena la sociedad en la que estás, la política de alguna manera va definiendo los valores de una sociedad en un determinado momento, nos va a cambiando. Al mismo tiempo, creo que no es un libro que tenga que ser para gente a la que le guste la política. Creo que podría ser entretenido sorprendentemente para mucha gente que podría llegar a pensar que no le gusta la política y se sorprendería al darse cuenta de que en realidad todo eso es política. En las primeras devoluciones que estoy teniendo, mucha gente se fue identificando, sin tener nada que ver conmigo. Si bien el punto de vista es bastante particular, que es el mío y que no es una vida de lo más común, entiendo que evidentemente hay un montón de cosas que yo cuento ahí que a mí me pasan y le pasan a mucha gente. Esa identificación vino de gente de lo más diversa. Es un libro obviamente atravesado por la política, pero un libro muy humano al mismo tiempo.
-¿Deseás que el libro salte esta suerte de grieta en la que estamos?
-Sí, la verdad es que a mí me encantaría, no sé si tanto en los términos de la grieta. Me cuesta pensar que alguien que piense muy diferente a mí le pueda ser de interés o le puede llegar a interesar solamente para insultarme, que también sería valido. Pero sí, a mí me encantaría que el libro lo leyera gente que no es necesariamente seguidora o fan, gente que me tiene en un lugar hasta más estereotipado o en ese lugar que se construyó sobre mí, porque sobre mí siempre se construye una especie de imagen a partir de recortes, a partir de polémicas que por ahí no son tales. Podría sorprender porque creo que es un libro que muestra una ternura que por lo general, no es que yo no muestre, pero se muestra poco; muestra una humanidad, muestra mucha convicción, pero al mismo tiempo muestra la vulnerabilidad de una persona que piensa todo el tiempo que puede repensar sus propias opiniones, que puede cambiar de opinión a lo largo del tiempo. En ese sentido, a mí me gustaría que saltara no sé si la grieta, pero por lo menos un primer anillo. Me parece que podría interesarle casi más a la gente que me conoce menos.
-Lo leía y parecía estar escrito con urgencia, con frenesí, con apuro, como que no te daban las manos para escribir por todo lo que pasaba, ¿puede ser?
-Me parece que es un libro evidentemente escrito en un determinado tiempo político. Claramente, es un libro de esta época, ojalá que envejezca bien, no creo que se gaste, en el sentido de que es un libro que habla de nuestros temas de esta época. Pero no diría apuro porque la verdad es que me llevó tiempo y me llevó trabajo, si bien en cuanto al estilo yo quise que fuera un libro que estuviera escrito como fluidamente, como escriben Fabián Casas o Nora Ephron, que lo hacen parecer fácil al lector. A mí me gusta ese estilo y yo quería ir por ahí, tal vez da esa sensación, pero al mismo tiempo eso me dio trabajo.
-Decís en el libro, casi al final, “No es el chiste lo que molesta, soy yo”. ¿Por qué crees que molestás?
-Yo no sé por qué molesto, todo el tiempo me preguntan “por qué se la agarran con vos”, “por qué esa demonización permanente” y sinceramente no lo sé. Creo que tiene que ver con lo que represento, entonces eso me ayuda a no tomármelo muy personalmente, pero al mismo tiempo digo, ¿por qué tanto conmigo si hay un montón de otra gente que también representa estas ideas? Para mí todavía permanece como en un misterio. Es una pregunta que se me hace seguido y no la sé contestar, pero sí sé que hay algo de lo que yo represento que genera cierta urticaria. Lo descubrí hace muchos años y un poco ya convivo con eso.
-Mencionás que de la efervescencia salen los verdaderos cambios. ¿Te parece que, en este sentido, de este momento tan efervescente saldrá algún cambio, alguna propuesta superadora?
-Yo no lo siento como un momento efervescente, la verdad. No creo sinceramente y hablo por un nosotros en primera persona, alguien que no es liberal, que no es libertaria, que no le gusta la propuesta de Milei, que estemos en un momento efervescente, para nada. Creo que estamos en un momento cabizbajo, en un momento de aturdimiento y de desconcierto, ojalá que asome algo.
-Te lo preguntaba en el sentido de caos, hay cierto caos dando vuelta, no sé si vos lo sentís.
-Sí, lo siento, creo que el caos es una estrategia, una planificación incluso por parte de las usinas libertarias y de las ultraderechas en todo el mundo. De hecho, hay mucha literatura sobre este tema, como en “Los ingenieros del caos” (de Giuliano da Empoli) que habla de cómo el caos es una estrategia para gobernar como les interesa hacerlo, con bastante arbitrariedad y siempre salirse con la suya, en este caso, con un ajuste enorme y festejándolo como un gran logro, una cosa totalmente insólita. El caos es una estrategia planificada, entonces no es una buena noticia. Hasta que no nos demos cuenta de que estamos sumergidos en un caos planificado, creo que vamos a seguir aturdidos por ese mismo caos.
-Cuando hablás de feminismo, señalás que es necesario más organización, que solo así se lucha contra la reacción conservadora.
-Sin ninguna duda, esa es una de las ideas que atraviesa todo el libro, el sentido de lo comunitario, el sentido de organizarse con otros, romper con el individualismo que también es una estrategia planteada de esas mismas usinas que usa el caos como organización. Una estrategia del neoliberalismo desde los 70 para acá es generar la atomización total de los individuos, el individualismo exacerbado y eso se combate con la organización, con juntarse con otros que se te parezcan, con sentir también con pasión y solidaridad con las que tenés cerca. Esa es una forma me parece que va a ser de combate. Hasta que no se nos ocurra, hasta que no venga la efervescencia va a ser esta la clave, por lo menos, de la supervivencia. Mientras tanto, hay un mientras tanto que es bastante difícil de transitar porque justamente se vive con bastante desazón, va a haber que transitarlo y me parece que ese tránsito se vive en comunidad, porque si no, la tristeza te invade y ya directamente te puede llegar a anular del todo. Me parece que hay que acompañarse y después también para la supervivencia material concreta. En los barrios populares esto es bien sabido: la vida es muy comunitaria porque es necesario para la supervivencia lisa y llana. Y después también están los círculos de los amigos, de los afectos, de la familia, eso también te saca de la tristeza y te saca de la parálisis. Juntarse con amigos a tomar una cerveza a mí me parece que es un acto totalmente necesario en tiempos como este, conversar de lo que nos pasa, parece que es bastante sanador y además de ese tipo de reuniones es de donde salen las ideas.
-¿Las reuniones son inspiradoras?
-A mí lo que me gusta transmitir con el libro es que el pensamiento es colectivo. Por eso hay tantas citas a distintos pensadores que fui leyendo, incluso citas al pie a ideas de amigas, cosas que me dijo una amiga, yo lo quise poner para dar cuenta de que el pensamiento es colectivo. Las mejores ideas que he tenido seguramente son de otros o seguramente hayan surgido en una reunión en la que le dimos muchas vueltas a un asunto. La forma en la que vamos a salir de esto, que a mí me parece un mal gobierno, un pésimo presente para Argentina, un pésimo proyecto para la mayoría de los argentinos, va a ser en reuniones, conspirando, pero en el mejor de los sentidos, conversando es como salen las mejores ideas.
-La última palabra del libro es “milagro”, ¿tendrá ver con una expresión de deseo?
-No lo había pensado, no me había dado cuenta. En realidad, estaba describiendo una nevada. Es una palabra muy cristiana. Lo que pasa es que el problema de la palabra milagro es que pareciera que hay que quedarse sentado esperándolo, pero hay que generarlo. Cada tanto surgen personajes que para mí son bastante milagrosos. El libro está dedicado a cinco militantes: Jorge Dorio, María Ceoane, Lohana Berkins, Iván Heyn y Mario Wainfeld. Ellos iban a tener un capítulo que se iba a llamar “Referentes” y después decidí que fuera la dedicatoria. Personajes como ellos son como una especie de milagro, porque la cantidad de elementos que se tienen que dar juntos para que de pronto exista una Loana Berkins en este mundo son como una nevada. Describo la nevada como el resultado de muchos factores que se tienen que dar en un determinado momento preciso, por eso la nevada es un milagro. Estos cinco referentes a los que les dedico el libro podría decirte que son como una nevada.
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