Juicio a la secta yogui: un testimonio de abusos y torturas
Una de las víctimas relató ante el Tribunal Federal de Mar del Plata los hechos que son materia de juzgamiento. Se trata de uno de los principales testimonios contra el fallecido Eduardo Nicosia y el resto de los integrantes de la secta.
En el último tiempo, la secta funcionaba en el Hotel City, ubicado en Diagonal Alberdi al 2500.
Durante cuatro horas en el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata habló una de las principales víctimas de la secta yogui liderada por el fallecido Eduardo Nicosia y en un testimonio dramático e interrumpido solo por el llanto, la mujer contó todo lo que padeció, los abusos sexuales sufridos, las torturas y tormentos psicológicos.
Se trató de uno de los testimonios más importantes, ya que la mujer, al ser hija biológica del propio Nicosia, describió los hechos por los cuales se llegó al debate y son ahora materia de juzgamiento.
El caso se centra en la actividad que tuvo una secta yogui, que funcionaba en el hotel céntrico Hotel City, y que tiene como imputados a Silvia Cristina Capossiello, Sinecio de Jesús Coronado Acurero, Luis Antonio Fanesi y Fernando Ezequiel Velázquez, acusados de haber acogido al menos a 32 personas en situaciones de vulnerabilidad, con el fin de reducirlas a la servidumbre y lograr su explotación económica, sexual y laboral. Además, hay acusaciones por abuso sexual agravado, alteración de identidades, acopio de armas y resistencia a la autoridad.
El pasado lunes, ante los jueces Roberto Falcone, Fernando Machado Pelloni y Nicolás Toselli, comenzó a hablar una de las víctimas e hijas Nicosia y Capossiello, quien al prepararse para dar su testimonio se quebró al ver a su madre detenida en la pantalla de la sala y al recomponerse expresó: “Yo vengo a decir la verdad”.
Ese “vengo a decir la verdad” tuvo su propio peso específico para la víctima, ya que durante toda su vida había sufrido tormentos psicológicos por parte de su padre, Nicosia, quien como líder de la secta aseguraba que podía leer el pensamiento de las personas y detectar cuando mentían. Es por esto, explicó la mujer, que ella al día de hoy no puede mentir, por miedo a posibles represalias.
En un testimonio que duró unas cuatro horas, sin preguntas de las partes, la mujer explicó cómo funcionaba la organización, quiénes eran sus integrantes y el rol que ocupaban cada uno de los acusados, incluida su madre.
Además describió los abusos de los qué fue víctima, las torturas que sufrió y todos los tormentos padecidos, tanto de ella como de sus hermanas y hermanos.
La víctima explicó que era tal el grado de manipulación y miedo que le tenían al líder de la secta, el fallecido Nicosia, que no podían escaparse del Hotel City por más que la puerta estaba siempre abierta.
El testimonio de la víctima tuvo que desdoblarse y recién el próximo lunes, 18 de octubre, seguirá con su relato y las partes, tanto el fiscal Juan Pettigiani y las defensas de los acusados, tendrán la posibilidad de realizar preguntas.
Nicosia falleció en enero de 2021, en la cárcel de Ezeiza. (Foto Infobae).
Una secta en el centro de la ciudad
De acuerdo a la investigación, Nicosia, fallecido en enero y sobreseído por el tribunal el 20 de abril de este año, “resultó ser el fundador de la congregación, una suerte de guía espiritual, principal administrador y organizador de la actividad delictiva, bajo la cual sometió a las víctimas para la consecución de aquellos fines”, sostuvo el Ministerio Público Fiscal.
“Además, daba las pautas en el lugar, instruía a las personas previamente captadas en las actividades diarias, daba las autorizaciones a los ‘fieles’ para poder salir, como así también dirigía lo atinente al manejo de la cooperativa de trabajo City Hotel Mar del Plata y los distintos emprendimientos económicos de la organización”, detalló el secretario fiscal, Carlos Fioriti, en la audiencia inicial. Refirió también que Nicosia “tenía un completo control sobre las vidas y acciones de las personas participantes del ministerio, a quienes compelía a desprenderse de sus bienes o pertenencias a favor de la congregación”.
Nicosia, con la complicidad de los acusados y mediante engaños, falsas promesas, fuerza, violencia y abuso de situaciones de vulnerabilidad, valiéndose de su rol de líder religioso o espiritual, “sometió a las personas integrantes de la congregación previamente captadas y a los miembros de su grupo familiar a diferentes delitos contra la integridad sexual: les efectuó personalmente tocamientos, abusos sexuales con acceso carnal y a su vez, obligó a contraer relaciones sexuales a los discípulos y a los integrantes del grupo entre sí”.
De acuerdo a los relatos de las víctimas tomados durante la investigación, Nicosia habría tenido al menos quince hijos e hijas, trece de ellos con seis madres diferentes y los otros dos con dos de sus hijas biológicas. Salvo un caso, los menores de edad fueron inscritos o registrados como hijos biológicos de otros miembros de la congregación, quienes habrían sido instigados para ello por Nicosia y otros imputados. De esta manera, se alteró y ocultó la verdadera identidad de las personas, y se cometieron falsedades documentales y/o declarativas.