Por Catalina María Montes

“Escribir esta historia fue como bailar”, dice Juan Solá en las palabras iniciales de su trilogía marginal “Los amores urgentes”. Sentado en un pequeño estrado, a sala llena el escritor entrerriano presenta su nueva obra en la Feria del Libro y se sumerge en una profunda charla sobre la marginalidad y el amor, dos grandes tópicos que lo caracterizan y son protagonistas en esta edición que une tres de sus exitosas novelas: La Chaco, Ñeri y Galaxia.

La disidencia es un lugar que el escritor ilumina constantemente, en busca de sacar a relucir distintas injusticias que pasan en la sociedad hoy en día, solo que suelen ser sepultadas. “Me parece importante reconocer los lugares que nos ofrece este oficio como una suerte de megáfono de papel para denunciar cosas que por ahí no se pueden denunciar desde el lugar que suceden simplemente porque hay, todavía, gente sin voz, gente sin la posibilidad de pensar o de repensar su miseria, y creo que la literatura ha sido siempre una herramienta para recorrer esos lugares de mierda”, sintetiza Juan.

“Me parece importante reconocer los lugares que nos ofrece este oficio como una suerte de megáfono de papel”

Ahora bien, en esta trilogía Solá describe una parte de la realidad que atraviesan las personas transexuales y travestis. “Capaz que no me pasó a mí, pero está pasando en alguna latitud. Los horrores aquí descritos no van a sorprender a una persona trans, es el muestrario del horror que debe atravesar todo el tiempo la comunidad disidente al enfrentar al mundo. Cuando hablamos de disidencia no hablamos nada más de identidad sexual disidente, hablamos de toda la periferia que utiliza el centro para construirse, para nutrirse, para limpiar y atender, y después termina siendo expulsada nuevamente a los bordes del mundo”, explica Solá cuando le preguntan si las fuertes narraciones de sus novelas ocurrieron realmente.

Es recurrente el cuestionamiento y la pregunta respecto a la contradicción que muchos creen que significa que esta historia no sea contada por una persona trans en primera persona, a lo que el escritor explica que “muchas veces lo que no te pasa te atraviesa” y él se ha sentido con el deber de compartir todas las historias que le han llegado como un acto de responsabilidad por aquellos que no tienen la posibilidad de alzar la voz. En el caso de La Chaco, Juan la creó a partir de relatos de compañeras de “Unidos por la diversidad”, de Chaco. De esta manera, poco a poco, conversando, escuchando y aprendiendo el entrerriano plasmó una ficción dura pero real en estas tres grandes novelas.

¿Pero para qué público está pensado este libro? Estas historias no buscan ir a la comunidad trans si no, “a Doña Rosa, Don Pirulo, a esa gente del barrio, del pueblo, la tía del marido de alguien que no le gustan los travestis” ya que Juan apunta a “mostrar una realidad que existe y todavía no tiene el peso que debería tener de importancia en la historia de nuestro país, que niega la existencia de esta comunidad como si estuviera construido solo por familias heterosexuales y blancas”.

Para muchos estas marginalidades se sienten lejanas y pueden pensar que no les afectan en lo más mínimo, por eso Solá confía en que este libro llegará a las manos de quien corresponda dejando de lado esa distancia cautelosa que nos enseñaron a tener con los que no se parecen a nosotros y le permitirá conocer la historia de muchísimas personas que están bajo la sombra.

“¿Qué pasa con el caso particular de las travas?”, se pregunta Juan en voz alta en el medio de una sala repleta de gente de todas las edades que uno podría imaginar. Porque hoy en día a pesar de que pareciera haber una legislación que ampara a estas identidades y que hay efectivamente un cambio social muy grande, muchas veces “no pueden terminar una carrera universitaria, son expulsadas del sistema universitario, del sistema educativo en general, pero después se convierten en objeto de estudio de sociólogos y antropólogos. ¿Entonces cuál es el real lugar que ocupa la disidencia? Porque si es solo para protagonizar esa mirada zoológica que se utiliza para acercarse a nosotros, no nos sirve. No hay una real intención de las corporaciones de acercarse a ver qué necesidades reales tiene la comunidad LGBTIQ+”, afirma contundente.

Ahora bien, ¿cuál es la lógica de los amores urgentes? ¿Qué es lo urgente de esta historia?
Esta urgencia en el amor surge en otro reconocido libro del autor, “Microalmas”, que ha sido el fiel compañero de muchos duelos amorosos, pero “también de pensar en esa obsesión que se torna alrededor del amor romántico que no es, cuando hay tanto amor que sí es, que está sucediendo y no se le presta atención y no tiene prensa. Los amores urgentes son aquellos que precisan los que ya nada tienen, ya perdiste todo, te queda el amor”, describe Juan.

Pero más allá de la lógica del amor urgente la que supera a cualquier otra es la del encuentro supeditado a la voz de la poesía. Porque “la poesía es un lenguaje en sí mismo, una forma de entender el mundo que está presente no solo en los poemas”, dice.

A partir de esta óptica, de esta decodificación de nuestra realidad el escritor propone “empezar a suavizar los filos de la realidad que es tan espantosa a veces, y eso no significa romantizar. Romantizar es lavarse las manos, como hace el Estado frente a ciertas situaciones, ‘miren a este nene que camina 10 kilómetros para ir a la escuela’ por ejemplo. Pero poetizar o no velar ciertos horrores nos ayuda a transitarlos cuando somos protagonistas de ese horror, además de denunciarlos y compartirlos”.

Por eso, con estos relatos el entrerriano alumbra los rincones de la marginalidad en busca de compartir parte de la miseria que deben sobrellevar cientos de personas, creyendo fielmente que “una lágrima partida al medio enjuaga dos ojos”, como dice en Ñeri, la segunda parte de esta trilogía.