Juan Leyrado: “El teatro es una experiencia sensorial”
Protagoniza la comedia "Extra Virgen" en el Provincial, que coescribió junto a Lisandro Fiks. Pone el acento en el personaje de Pascual Del Vecchio, un italiano aferrado a las tradiciones y obsesionado por encontrar la máxima pureza del aceite de oliva. Leyrado defiende un teatro más sensitivo y menos intelectual.
Dice que el recuerdo de su abuelo siciliano se mete cada noche, cuando le pone el cuerpo a Pascual Del Vecchio, un fabricante de aceite de oliva y dueño de olivares de primera calidad. Tipo firme Pascuale, un poco cerrado, algo parecido a un tano que se cree Don Corleone, mezcla de capo mafia y testarudo.
Así aparece Juan Leyrado todas las noches en la obra “Extra Virgen”, que sube a escena en el Teatro Provincial junto a un elenco que integran Viviana Puerta, Romina Fernándes, Julián Pucheta y Darío Dukah.
La comedia tiene dramaturgia del mismo Leyrado y de Lisandro Fiks, quien además también la dirigió. “La escribimos a cuatro manos y dos cabezas”, cuenta el actor a LA CAPITAL. Se trata del mismo equipo que el verano pasado desembarcó en Mar del Plata con la reconocida “Un enemigo del pueblo”.
“Me pone muy feliz estrenar una obra argentina escrita por nosotros dos en Mar del Plata, siempre quise que fuera acá, a mí me da mucho aliento que sea en esta ciudad”, dijo. Y señaló que son los vínculos familiares el tema central de la pieza: aceptar los nuevos paradigmas o aferrarse al pasado, aceptar los cambios o buscar excusas para no perdonar.
-¿Es la primera vez que escribe teatro?
-Había escrito un unipersonal para mí, algunas cosas, pero esto lo quise hacer para actuarlo e hicimos una gran comunión con Lisandro Fiks cuando me dirigió en “Un enemigo del pueblo”. Ahí quedamos en buenas relaciones y decidimos llevar adelante este nuevo proyecto que terminó siendo “Extra Virgen”. Y cuando uno escribe algo lo escribe desde sus entrañas, eso es lo lindo.
-Cualquiera que tenga un abuelo italiano puede reconocerlo en Pascual. ¿Usted también?
-Mi abuelo era siciliano, vivía en Buenos Aires, se vino de allá, su casa se quedó en Ramos Mejía. Yo lo que más recuerdo son los olores de la casa de mi abuelo, los olores a la albahaca, a la comida. Y eso también me dio una posibilidad de conocernos no intelectualmente sino a nivel sensorial. Que para mí el teatro es eso, es una experiencia sensorial, cuando el espectador tiene que trabajar…
-Es decir ¿si el espectador tiene que esforzarse por entrar en la historia?
-Cuando se embrolla un poco (la obra), me parece que para eso están los libros. La cultura en el teatro es fundamental, pero no tiene que tener trabas, tiene que ser fluida, para que la gente llegue, las obras tienen que llegar más al pecho, más al corazón, más a los sentidos que a la cabeza. Después uno cuando sale del teatro usa la cabeza para analizarlo, pero es lo que yo creo, la primera impresión es emotiva. En este caso, “Extra Virgen” es una comedia, la gente se ríe y se emociona y cumple ese objetivo, que para mí es fundamental.
-¿Cómo dio vida a Pascual?
-Pascual Del Vecchio es una persona que podemos reconocer, es una historia particular, es un hombre que hereda el legado familiar de los olivares y que se empeñó en lograr lo que el padre no podía lograr. Ante una situación personal que tuvo, algo que le pasó, se sintió solo y se sintió herido y se aferró a la historia de esos olivares, a esas aceitunas y a ese aceite de oliva que es puro en su primera prensada. Lo trabajé por ahí. Me fui a Mendoza, a conocer el tema, pero como ése era el disparador porque la obra no trata del aceite sino de los vínculos familiares, traté de conocer gente con esas características y las conocí. Aquellos que tienen una parcela, pequeñas cantidades de tierra, y que tienen olivares que son árboles que duran muchísimos años y que siguen extrayendo algo puro que es el jugo de la aceituna. Esa pureza en lo cotidiano es más difícil de llevar a cabo, el fruto de un árbol está ahí, tiene sus contras, como el clima, pero sigue su camino. En las personas, el tema de la virginidad se va diluyendo en otras cosas, que es lo que pasa en la obra.
-Resulta muy metafórico la cuestión de la primera prensada, de la que se habla en la obra. ¿Aplica como un símbolo de la pureza?
-Yo suelo ser una persona de la primera prensada. Tengo imperfecciones como cualquier otro y a veces más, lo que sí tengo es esa intención de ser lo más puro posible y automáticamente no por mi pureza sino por una estructura personal soy de entregarme rápidamente en el primer encuentro con el otro. Y después hay otros encuentros y otras prensadas que forman parte de nuestro ser que conviven con nosotros, no está mal que así sea, yo vivo con mucha intensidad las primeras prensadas, los primeros encuentros y en los primeros conocimientos con el otro.
-¿Tiene que ver con buscar la pureza en las relaciones humanas?
-Tiene que ver con la vida en general, cuando aparece algo del afuera y me llega yo me abro y me entrego, a veces me equivoco, a veces no, a veces me equivoco por mí mismo, el otro llega hasta ahí y yo soy de avanzar más. Soy muy pasional en ese aspecto, pero los de las segundas, terceras y otras prensadas no los critico, al contrario trato de familiarizarme, porque son formas del encuentro, lo que pasa es que en algunas personalidades pasionales o idealistas a veces se llega a una intolerancia que hay que dejar de lado.
-Hay una frase que dice su personaje en la obra: “Actuar es una forma de protegerse”. ¿Se reconoce en esta idea?
-Cuando la digo repercute en mí porque, en realidad, nosotros actuamos, actuamos todo el tiempo, actuamos para ser queridos, actuamos para ocultar aquellas cosas que nos pasan y que creemos que no pueden ser compartidas, entonces creamos otros personajes, nos pasa a todos. Y una cosa es crear y actuar arriba de un escenario, que forma parte de una ficción, de un espectáculo, y ya en la vida lo seguimos haciendo, porque somos actores de la vida, seguimos actuando en la vida, que es una forma de protegernos. Sí, me identifico mucho con esa frase.
-¿Cómo siente, cómo observa esta temporada?
-No puedo ser muy objetivo, hay cosas que se mezclan. Desde el punto de vista de la producción, no tengo los números generales, veo que hay muchos espectáculos buenos. La gente asiste. Desde el punto de vista de nuestro espectáculo nos va bien, y hay un boca en boca que siempre a mí me interesó mucho, que el que venga mande a otro con cierta seguridad de algo probado. Y después desde el punto de vista general siento que hay mucha gente que está con ganas de pasarla bien dentro de sus posibilidades. Luego en el aspecto personal, para mí venir a Mar del Plata, que es una ciudad que amo profundamente, se me mezcla el placer de estar, de estar con mi familia, con mis amigos de acá, del mar, con mi rol no solamente en la cultura como actor y como trabajador del teatro. Tiene que ver con poder vivir del laburo que estoy haciendo. Yo lo puedo hacer de una forma tranquila, digamos, no me puedo comprar una casa viniendo a Mar del Plata, pero sí puedo seguir sosteniendo cosas que quiero, que no es lo que le pasa a la gente en una crisis como la que tenemos. En general es mejor, porque hubo una apertura a muchos elencos, el año pasado (el productor Carlos) Rottemberg tenía cerradas unas salas, se abrieron más salas y hay mucho teatro alternativo, mucho teatro de Mar del Plata que me interesa muchísimo.
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