Juan-Jacobo Bajarlía: El poeta, el hombre
Una reseña de Stella Alvarado.
Juan-Jacobo Bajarlía.
Por Stella Alvarado
Juan-Jacobo Bajarlía, ha sido un poeta fundamental, autor de numerosos poemarios, novelas, relatos, ensayos, impulsor de los primeros movimientos de las vanguardias literarias (fue en nuestro país introductor del signismo), narrador al que Leopoldo Marechal en el año 1968 definió como zoólogo de la monstruosidad en tanto que ciencia: él ha rastreado en la historia de ayer y en la de hoy las huellas plántales de esas criaturas que ha engendrado el hombre como paradigmas de sus ensueños o delirios. Pero Bajarlía, además de un erudito en la materia, es un artífice que ha instalado su Museo con la gracia viviente del arte.
Conviven en su obra no sólo lo fantástico o sus afines criaturas literarias, sino la evocación de otros seres de la historia y de la literatura.
No han sido ajenas a sus vivencias la cárcel en los aciagos ’50, como así tampoco su lealtad hacia los amigos intelectuales por él rescatados del brazo dictatorial de los ’70, tales como Antonio Di Benedetto o Rodolfo Walsh.
Traductor, jurisconsulto, periodista, docente, ensayista, Juan-Jacobo Bajarlía nos ha legado la síntesis de la energía y la creación literaria en sus textos que han sido incluidos en numerosas antologías de nuestro país y del exterior. Sus tratados sobre Derecho figuran en la Enciclopedia Jurídica Omeba de consulta y divulgación jurídica y criminalista. Su itinerario biográfico y literario integra el volumen Latin American Science Fiction Writers, de New York.
Escribió novelas policiales con el seudónimo de John J. Batharly y fue pionero en la investigación parapsicológica en la Argentina, participando de las primeras experiencias en parapsicología científica. Sus conocimientos en fenómenos paranormales lo llevaron a presidir varios congresos y a dar cátedra en diferentes instituciones universitarias. Antonio de Undurraga, escritor chileno, consideró que ‘la dimensión metafísica de Bajarlía introducía en el cuento fantástico una línea más allá de lo metafísico, lo fantástico y la ciencia-ficción’. El maestro del terror, Alfred Hopkins, desde Berkeley, ha dicho: ‘las máquinas del tiempo de Bajarlía dejan de ser instrumentos mecánicos para convertirse en dimensiones metafísicas’.
A modo de homenaje, reproducimos a continuación las palabras que reiteraba incansablemente en sus escritos o en entrevistas concedidas a aquellos que, indubitables, sabíamos que nos encontrábamos frente a un auténtico artífice de la literatura:
“Un escritor que escribe durante años, acaba siendo víctima de la época que transita y, en definitiva, llega a la conclusión de que el hombre es un mero juguete de las circunstancias, que no existe en una totalidad como ser humano, sino como objeto que se lleva de acá para allá según el tiempo. Aunque el considerar al final de sus días que el hombre es un objeto al servicio de lo social y lo temporal, no significa que no se esfuerce por elevar la calidad de ese objeto. Pero, en definitiva, acaba perdiéndole respeto, acaba perdiendo su capacidad de asombro.
En Argentina, los escritores, abandonados por la cultura oficial, no tienen estímulos. Pueden ser grandes creadores, pero cuando la incultura del país los margina, no pueden acceder a los grandes diarios, donde los nombres son más fáciles de reconocer, porque hay ahí grupos especiales que manejan ésta cuestión como si fuera una bola de queso, que se puede cortar en rodajas; hay grupos negativos que marginan porque si nomás, porque están empeñados en formar grupos cerrados, entonces el escritor por bueno que sea, se siente aislado, postergado. Ya en 1951, en la escuela de Franckfurt, Teodor W. Adornoy Max Horkheimer decían que los grandes creadores de aquella actualidad vivían en una ‘prisión al aire libre’, porque si no pertenecían a esos grupos dominantes, quedaban al margen de la circulación. La falta de un interés real por la cultura margina a más de un gran escritor, hay escritores de pocos valores que son conocidos porque están dentro de esos grupos de poder donde los reiteran continuamente. El escritor, cuando comienza a serlo, considera que el ser humano es una creación imbatible, pero andando el tiempo, después de un libro y otro, se da cuenta que el hombre no es ese ser imbatible sino, una cosa que vive dentro del mundo sometida a los caprichos de lo político y lo social y que hacen del hombre un ser inexistente.”
Para que el escritor no inexista, y a 118 años de su nacimiento, consideramos preciso rescatar y revalorizar la infalible obra de un gran hombre de nuestras letras sistemáticamente marginado-a lo largo de toda su vida-por la gigantesca maquinaria mitócrata del circuito mediático-editorial.
Juan-Jacobo Bajarlía – Buenos Aires, Argentina. (5-10-1914 / 22-7-2005)
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