Jairo volvió a emocionar con clásicos de todos los tiempos
Ovacionado, en su primer show luego de la intervención de hace unas semanas, desplegó su enorme talento y su gran carisma en el Hermitage Hotel
Jairo volvió a realizar un show inolvidable anoche en el Hermitage Hotel, que concluyó con una gran ovación, luego de su exquisita interpretación del Ave María.
En lo que fue la primera presentación del año -y también su primera aparición en público luego de la intervención quirúrgica que lo tuvo varios días convaleciente- emocionó al público que colmó las instalaciones del espacio en el que viene presentándose cada enero, desde hace décadas.
Con un enganchado de Campo afuera, Milonga del trovador y Caballo loco, el querido artista inició el espectáculo y rápidamente cautivó. Siguió con Nuestro amor será un himno, en español y francés, antes de dar la bienvenida y manifestar su emoción por estar una vez más en el escenario del Hermitage Hotel. “Excepto contadas veces en los ’80 y en la pandemia, he venido todos los años. No hay muchos casos como éste” valoró.
Tras ese primer diálogo con el público continuó con la aclamada Los enamorados y Carpintería José, elevando el clima del show más importante de la temporada. Le siguieron temas de todas las épocas y de los diversos géneros que el trovador ha sabido abordar tanto en vivo como en sus discos; duetos con su nieto Fran Posse; intercambios con su hijo -y productor musical del show- Yaco; momentos que invitaron al público a levantarse de los asientos; fragmentos de gran sensibilidad para apreciar las letras y las notas.
En resumen, una montaña rusa de emociones como solo el artista, con 54 años de experiencia, puede desplegar. Podría bailar toda la noche contigo fue la primera canción que Jairo eligió cantar junto a su hijo Yaco y su nieto Fran. En Me encanta esta hora del día, a dos guitarras, lo acompañó Francisco. En Es la nostalgia, Jairo acompañó a “Fran” con una sutil y sentida ejecución de la guitarra.
“Es hijo de Yaco, es mi nieto y ha elegido un nombre artístico muy especial, Fran Posse, porque Posse es el apellido de la mamá” -la actriz Agustina Posse-.
Otro de los momentos esperados de la noche fue la interpretación de La Boheme, junto a Yaco, en francés, que incluyó la clásica coreografía del final con que la acompañan. El segmento generó un momento intergeneracional único, divertido y emotivo a la vez. “Qué bien que cantan estos chicos, no sé a quién salieron” los alabó.
En el tramo final deleitó con Indio toba, siempre reclamada por el público que lo sigue fielmente, y Morir enamorado”, durante los bises que, como siempre, dedicó a Mirtha Legrand, quien no pudo estar en la sala como es habitual cada verano. “Nos conocemos hace muchos años, nos queremos mucho. Cuando me dijo que no podía venir me pidió que se la dedique igual. Estamos grabando este momento para hacérselo llegar esta misma noche”, compartió.
Jairo estuvo acompañado por sus músicos Gustavo Horche (batería), Dhani Ferrón (bajo y coros), Guillermo Cardozo Ocampo (teclados), Yaco González (percusión) y Guillermo Arrom (guitarra). Él, de impecable traje negro con camisa blanca, y todos los demás de riguroso negro.
Zamba del pañuelo precedió a la chacarera La olvidada, espontáneamente por enérgicas palmas de parte del público. “Sos un genio” se escuchó desde la platea.
Angel y demonio y Milagro en el Bar Unión marcaron otro de los segmentos en los que Mario González volvió a dar una muestra inconfundible de su oficio. Durante la presentación alternó en la ejecución de guitarra criolla y eléctrica y timbal. Para introducir El valle y el volcán, con letra de María Elena Walsh, contó la anécdota de cuando fue a visitarla con su esposa Teresa, en Madrid, con una melodía. “Yo creía que, si le interesaba, iba a demorar meses, pero nos dijo Déjenmela, vayan a tomar una cerveza y vuelvan. Volvimos en media hora y nos recibió con una sonrisa de oreja a oreja y esta letra”.
La contundente canción contribuyó a una noche de lo más emotiva. El artista agradeció al público, a todo su staff, al productor y a toda la gente del Hermitage Hotel, donde dijo sentirse como en su casa, por el recibimiento de siempre. “Especialmente a Florencio Aldrey, que sé que siempre que canto esta canción, él también la canta bajito” indicó.
El escenario del Hermitage Hotel fue una fiesta. A pocos metros, en la Vereda de las Estrellas del mismo emblemático hotel, una de las tantas placas tiene estampadas las manos del protagonista de ayer, quien justamente un 27 de enero -pero de 1998- cumplía la tradicional ceremonia de dejar su huella. Hace de eso exactamente veintisiete años.